Solicito atentamente la publicación siguiente:
Lejos está de ser un proceso electoral, una fiesta cívica, porque en ella no hay payasos, globos y pastel, es un mito genial.
Las elecciones son un acto ciudadano, de derecho y obligación, que antes de serlo, constituyó una parte negra de nuestra historia nacional, porque precisamente su ausencia o simulación canceló vidas, esperanzas y permitió eternos representantes ilegítimos e ilegales.
El proceso electoral une tres instancias; los ciudadanos, los partidos y la autoridad que las organiza. Todos, absolutamente todos debemos garantizar que los votos se cuenten y cuenten, llevando a la representación popular, si no los más idóneos, sí por lo menos los candidatos propuestos por los partidos y ganadores.
El poder del pueblo se ve empañado, si no empoderamos al ciudadano del mismo poder, es decir, si vamos a elecciones cada vez que se convoquen, pero sin una amplia y sólida cultura de la legalidad, que sigue sin ser parte de nuestras vidas.
Exigimos procesos transparentes y contiendas jurídicamente civilizadas.
Salgamos a votar el domingo, porque es lo correcto. Hagámoslo por el o la candidata de nuestra preferencia, quien convenció. De nosotros depende que nuestro voto sea en conciencia, de nadie más.
Busquemos que la razón, la construcción de un país mejor, más justo y humano, nos quite miedos para hacerlo o nos haga indiferentes ante lo que somos, fuimos y queremos ser.
Atentamente
Rafael Marín Marín