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Sección: Vía Correo Electrónico

La ciencia desde el Macuiltépetl

Educar, ¿para qué?

17/04/2019

alcalorpolitico.com

Manuel Martínez Morales

Hace algunos años conocí a Norberto, un estudiante sumamente inteligente, quien estaba a punto de abandonar la secundaria ya que no tenía recursos para pagar el costo del pasaje para trasladarse a la escuela; pues en su casa tenían que decidir entre darle dinero para el pasaje o comprar leche para su hermanito menor. Las prioridades eran obvias, así que Norberto ya no asistía a la escuela con regularidad.

Mirna, mi compañera de vida, con tristeza me contó lo anterior pues Norberto era su alumno en la secundaria y le apenaba que un muchacho tan brillante fuese a abandonar sus estudios, sólo por la carencia de unos cuantos pesos. Además, las autoridades de la escuela estaban a punto de echarlo fuera por las faltas de asistencia “injustificadas”.



Y pensamos en cuántos millones de jóvenes en nuestro país, estarían en la misma situación que este muchacho. Talentos que se perdían o –usando la terminología neoliberal– capital humano desechado, con efectos negativos para el desarrollo de un país.

Sugerí a mi esposa que le ofreciéramos una modesta “beca”, y así apoyarlo para que al menos terminara la secundaria. Mirna lo invitó a que nos visitara un fin de semana para hacerle el ofrecimiento. Mismo que Norberto dignamente rechazó, pues manifestó que no quería dinero regalado; que lo aceptaría sólo a cambio de realizar algún trabajo para nosotros los fines de semana; como podría ser lavar el coche, dar mantenimiento al pequeño jardín de casa, o lo que nosotros le indicáramos. Aceptamos sus condiciones pidiéndole que fuera los domingos a dar mantenimiento al jardín.

Y fue en estos domingos que pude conocer más a fondo a este joven, pues después de concluir su labor, Mirna lo invitaba a desayunar, momento en que iniciábamos largas conversaciones que se prolongaban más allá del desayuno.



Así pude conocer a Norberto más a fondo, percatándome de su enorme interés por la ciencia y la técnica pues me hacía muchas preguntas relacionadas con los vuelos espaciales y con la astrofísica en general. Le mostré y comenté el primer volumen de una de las mejores obras de introducción a la física que conozco: Lecciones de Física, de Richard Feynman. Al notar su interés y entusiasmo por este libro, sin titubeos se lo obsequié.

En otra ocasión le pregunté cómo iba en la escuela, a lo que me respondió que ir a la escuela lo consideraba una pérdida de tiempo, puesto que la mayoría de sus maestros, además de autoritarios y arbitrarios, no dominaba su materia y sus exposiciones en clase eran de lo más aburridas; los laboratorios y demás instalaciones de la escuela se encontraban en pésimas condiciones, así que no encontraba razón alguna para perder el tiempo en eso.

Para mis adentros le di la razón, pero le insistí que no abandonara sus estudios puesto que estaba demostrado que a mayor nivel educativo, mayores oportunidades para acceder a mejores condiciones de vida, y que entre las ruinas del sistema educativo siempre era posible encontrar una o dos pepitas de oro.



Estos recuerdos se despertaron, según reflexiono, debido a que en los debates sobre la llamada reforma educativa se discute de todo –cuestiones de control político, condiciones laborales de los maestros, la evaluaciones sin sentido ni provecho a que éstos son sometidos, etcétera– menos de lo esencial: educar ¿para qué?, ¿qué clase de ciudadanos queremos formar?

¿Deseamos formar ciudadanos obedientes y domesticados, para servir sólo como piezas de este infernal sistema denominado neoliberalismo, que nos arrastra hacia la devastación total del planeta, el hombre incluido? ¿Ciudadanos sin capacidad de pensar por sí mismos, como los que produce la escuela actual? ¿Ciudadanos callados sometidos a un sistema autoritario y antidemocrático? (vea: Ideología y Aparatos Ideológicos de Estado, de Louis Althusser)

O, por el contrario, deseamos formar ciudadanos quienes, además de adquirir habilidades y destrezas funcionales al sistema de dominación prevaleciente, hagan suyos los conocimientos y los medios para obtenerlos, que le sirvan para comprender mejor el mundo en que vive, su historia y evolución. Lo cual lo proveería de los instrumentos necesarios para transformarlo. Y, principalmente, ciudadanos que cobren conciencia de sí mismos y su circunstancia, que no permitan que se les trate como objetos o números en alguna estadística, sino como hombres y mujeres, sujetos con deseos, afanes y metas propios. Todo ello sostenido en la dignidad y la lucha por establecer un sistema democrático con justicia y paz para todos.



¿Podemos lograrlo? Por supuesto que sí. Ahí está el ejemplo de la educación en las comunidades zapatistas. Si desea ver una metáfora de lo que sucede y está por suceder en el sistema educativo mexicano, asómese a ver el video “One more brick in the Wall”, de Pink Floyd. Recomendable lo mismo para fifís que para chairos, que se hacen pendejos e intentan engañarnos con supuestos debates sobre la educación, eludiendo los problemas de fondo. Tanto a unos como a los otros conviene que el sistema siga funcionando bajo las mismas normas y modelos funcionales al neoliberalismo. Sería deseable que además de becas a todos los estudiantes, se invirtiera en mejorar la infraestructura de las escuelas y sobre todo mejorar la formación de los docentes, atendiendo particularmente la problemática de las escuelas normales, tan olvidadas y menospreciadas en las últimas décadas.

En cuanto a Norberto, éste continuó con sus estudios en un CBTIS, consiguiendo posteriormente empleo en una tienda departamental para ayudar al sostenimiento de su familia. Después, dejamos de verlo.

Reflexionar para comprender lo que se ve y lo que no se ve.