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Sección: Estado de Veracruz

La Justicia en el Capitalismo

Jorge Salazar García 25/05/2020

alcalorpolitico.com

En el artículo anterior (https://insurgenciamagisterial.com/la-justicia-en-el-mundo/) se mostraron algunos conceptos de Justicia intentando vislumbrar su naturaleza. Quedó claro que es una virtud humana relacionada con la equidad y el respeto al derecho ajeno. Es un PRINCIPIO que el hombre, en su eterna búsqueda por hacer lo correcto, aspira integrarlo a su deber Ser. Trágicamente, la historia no registra Gobierno o Religión que haya logrado construir una sociedad plenamente JUSTA, salvo el Catarismo o el comunismo primitivo, posiblemente. Lo real, por ahora, mientras las personas piensen merecer más que otros, el ideal de Justicia seguirá siendo inalcanzable. Sin embargo, no por ello es justificable abandonar su búsqueda o considerarla un lastre para el desarrollo social. Para los fines de esta nota, en adelante nos referiremos a la Justicia distributiva como un bien social necesario por medio de la cual cada quién recibe lo que merece y le corresponde.

El siglo XX fue marcado por la confrontación de los bloques capitalista y socialista. Ambos sistemas se disputaron la paternidad de ser más libres, justos y democráticos. La llamada guerra de ideologías fue ganada por el primero, no por haber construido una sociedad más justa, sino porque consiguió magnificar las fallas del campo socialista precisamente en el área de la justicia, pues la equidad y la igualdad, aunque mejoradas, no fueron satisfechas del todo. Dos importantes filósofos norteamericanos, John Rawls y Robert Nozick, de reconocida honestidad intelectual, estuvieron envueltos en las disquisiciones conceptuales y doctrinarias de ese tiempo. Rawls, académico en Harvard, por sus estudios sobre la Justicia es considerado el pensador que más contribuyó al desarrollo de la Filosofía Política. En su obra Teoría de la Justicia(1971) después de comparar las concepciones capitalista y socialista propone una tercera opción, lo hizo con tal consistencia que ahora mismo se habla de una “justicia rawlsiana”. Por cierto, es muy probable que Naomi Klein, Noam Chomsky y Bernie Sanders compartan algunas de las ideas de este autor.

¿Cuál es la propuesta?



Las dos obras más importantes de Rawls (Liberalismo Político, es la otra, 1993) parecen como origen, entre otras, las preguntas siguientes:

¿Podrán los humanos vivir en una sociedad Justa?

¿Cómo repartir equitativamente los bienes en una sociedad de modo que reconcilie la libertad individual (Liberalismo) y la igualdad social (Socialismo)?



En los 70s, al iniciar la etapa más fecunda del autor, cada bloque presumía ser “democracia auténtica, justa y libre”. Al respecto, Rawls pensó que el Socialismo se desviaba menos del ideal; lo hizo a un lado por considerar que no respetaba la “libertad de las personas en condiciones de igualdad”. Eso le condujo a crear una vía propia tomando de los dos sistemas lo que, según su percepción, sí funcionaba. Para él, lo fundamental era construir una justicia social consensuada por los entes doctrinarios (políticos, religiosos, trabajadores, empresarios, etcétera) de la sociedad civil, donde “las únicas desigualdades legitimas (permitidas) debían ser las relacionadas con las decisiones que un individuo toma y el esfuerzo empleado para llevarlas a cabo”.

Es una especie de Justicia contractualista, en la que no hay cooperación forzada y conforme la cual los bienes se distribuyen entre individuos en situaciones parecidas. Las desigualdades están permitidas, siempre y cuando éstas finalmente beneficien a los más marginados. Acota que, para hacer posible dicho acuerdo, previamente debe existir una democracia auténtica donde el voto de cualquier ciudadano, valga lo mismo y no esté determinado (influenciado) por el poder económico. Sólo de ese modo la justicia se convierte en la virtud más importante en una Democracia Liberal. Cuando expresa que “las leyes y las instituciones por muy eficientes y bien organizadas que sean tienen que ser reformadas o abolidas si son injustas” de hecho justifica la rebelión, igual que Mahatma Gandhi quien dijo: “Cuando una Ley es injusta lo correcto es desobedecerla”.

Por su parte, Robert Nozick, que enseñaba en la misma institución y era amigo de Rawls, en su obra Anarquía, Estado y Utopía (1974) niega la posibilidad de un contrato social (¿Quién lo firma? ¿Cómo? ¿Cuándo? Y ¿dónde?) pero en caso de existir, lo califica de ser esencialmente violatorio de los derechos individuales. Al ser un convencido del liberalismo económico, reconoce en éste la garantía de respeto a las libertades individuales fundamentales, libre empresa, propiedad privada, riqueza, prensa, etcétera. Por esa razón, el Estado debe restringir sus funciones a dar protección contra la violencia, el robo y el fraude, de cumplimiento de contratos, etcétera.



Por supuesto, no cree en la justicia distributiva o bienestar social ya que un Gobierno no puede usar su aparato coactivo con el propósito de hacer que algunos ciudadanos ayuden a otros…” Dicho de otra manera, no se debe quitar riqueza a los ricos (vía impuestos, expropiación,…) para redistribuirla en la sociedad porque sería intrínsecamente inmoral. Ese es el único Estado mínimo justificable. Coincide con John Locke (padre del liberalismo clásico) al reconocer que los únicos límites al derecho natural de los hombres permitidos son que "nadie deba dañar a otro en su vida, salud, libertad o posesión".

Por su acendrado individualismo y defensa del libre mercado, Nozick podría ser considerado el padre putativo ideológico de Margaret Thatcher (1979-90) y Ronald Reagan (1981-90). En su política incorporaron la tesis de que el Estado debe garantizar el libre mercado, no la justicia social.

Parte de lo propuesto por Rawls y Nozick está contenido en la doctrina neoliberal, incorporado como recetas en el Consenso de Washington (1989). De esa forma y prometiendo respeto pleno a la libertades individuales, civiles y políticas le dieron una careta “humanista” al neoliberalismo. Los resultados son eficientes pandemias de dolor, desesperanza y sufrimiento. El bienestar, la Justicia social, la igualdad y la equidad parecen más lejanos que nunca y aquella democracia auténtica tan anhelada se hace inalcanzable porque la influencia del dinero sobre la política todo lo pervirtió y corrompió en beneficio de lo privado.



Puede que ahora con la crisis del neoliberalismo algunos descubran que el individualismo atroz que nos vendieron como necesario para ser felices (exitosos, le llaman) es la causa principal del abuso del fuerte sobre el débil. El egoísmo y la codicia son finalmente las verdaderas pandemias que nos alejan de lo humano.

A la luz de lo anterior ¿cómo se concibe la justicia en la 4T?

Continuará…