La tragedia de las inundaciones del 10 de octubre ha dejado marcas imborrables en la colonia Morelos de la ciudad de Poza Rica, pero ninguna tan desoladora como las que se aprecian en la pensión color verde turquesa de la calle José Martí, donde la joven Diana Jael Castro Santos, perdió la vida.
Diana Jael, una estudiante de 20 años que soñaba con ser psicóloga en la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Veracruzana, fue encontrada ahogada en la que se suponía era una casa cómoda y segura, a solo cuatro cuadras de su alma mater.
La escena del descubrimiento, narrada por los hombres que se convirtieron en rescatistas, revela un detalle fatal, la puerta de entrada principal a las habitaciones se encontraba cerrada con llave. Vecinos explicaron que este aseguramiento, así como la rapidez del desbordamiento del afluente impidió que Diana pudiera salir antes de que el nivel del agua la atrapara.
Los hombres que acudieron al auxilio, tras los gritos desesperados de un familiar que la buscaba cerca de las 8 de la mañana, tuvieron que forzar la chapa usando herramientas para poder ingresar.
Dentro de la habitación, las paredes interiores, pintadas en tonos rosa y beige, y los pocos recuerdos que quedan de la joven, son testigos mudos del desastre.
El agua cubrió completamente el cuarto. Como pruebas físicas de la desesperación, quedaron dedos dibujados con lodo sobre unas cortinas grises de la cocina. No se tiene certeza si estas huellas fueron dejadas por la joven en su intento de escape o por los vecinos durante el rescate del cuerpo. La base de la cama y las cortinas fungen hoy como el testigo silencioso de la noche en que el cauce del río Cazones truncó para siempre los sueños de Diana Jael.
Una vez que el cuarto fue abierto, los rescatistas encontraron el cuerpo sin vida de la estudiante, con pertenencias flotando junto a ella. El cuerpo de Diana fue sacado sobre el agua hasta un Oxxo ubicado en el bulevar Lázaro Cárdenas, donde su padre logró el reencuentro con su hija, luego de haber viajado desde la ciudad de Tamiahua, con la esperanza de encontrarla sana y salva.
A 72 horas de la inundación que ha acumulado 29 muertes y 18 desaparecidos en Veracruz, la colonia Morelos, una conocida zona estudiantil, se ha convertido en el epicentro del luto y la recriminación, ya que muchos señalan que aún hay varios estudiantes que vivían en pensión y se encuentran desaparecidos. Pero algunos estudiantes se esperanzan señalando que estos podrían haberse retirado a sus casas, y aún no haber contactado al grupo cercano de jefes de salón para un pase de lista.
La pérdida de Diana Jael Cuervo Santos, cariñosamente llamada "Dian", no sólo es una tragedia individual, sino un símbolo del costo humano de la catástrofe.
Un estudiante de ingeniería del Tecnológico, amigos de “Dian” (como la llamaba de cariño) la describió como una joven empática, amable, y que siempre veía por los demás. Su muerte causó un profundo "choque" entre la comunidad estudiantil, especialmente para aquellos que, como ella, eran alumnos foráneos.
Ese amigo relató que apenas la noche del jueves 9 de octubre, antes de la inundación, había platicado con ella, preguntándole si regresaría a su pueblo (Tamiahua, del cual ambos eran originarios). El golpe fue más duro cuando fue reportada como desaparecida y posteriormente hallada muerta.
La tragedia de Diana Jael se amplifica por el destino de su novio, Carlos Eduardo Baltazar Ramírez, estudiante de Ingeniería Mecatrónica en el Instituto Tecnológico Superior de Poza Rica. Carlos Eduardo también era de Tamiahua. Circula entre compañeros y vecinos la versión de que el joven, quien sabía nadar, habría intentado salir de su propia pensión para rescatar a Diana, pero el entorno era demasiado peligroso.
Este panorama de dolor se mezcla con un fuerte sentimiento de impotencia y enojo. Estudiantes de la Universidad Veracruzana (UV) han llegado a la colonia Morelos con guantes y cubrebocas para organizar pases de lista y limpiar escombros, y están recriminando a las autoridades la falta de ayuda y diligencia.
La crítica se extiende hacia la casa de estudios por haber suspendido las clases muy tarde. Según los alumnos, esta demora impidió que muchos foráneos pudieran encontrar corridas de autobuses disponibles en la terminal, que también terminó destruida por la furia del río Cazones, obligándolos a permanecer en la zona de riesgo. El dolor de la comunidad estudiantil es palpable, un chico lamentó: "Se pudieron salvar varias vidas" si no fuera por la negligencia de las autoridades y de la UV.
En la entrada de la Facultad de Ciencias de la Salud, ya han sido colocadas dos veladoras en honor a Diana Jael, recordando que esta tragedia se llevó los sueños de una joven que buscaba "un mejor progreso".