Necesario, impulsar cambios en la agricultura para recuperación de pandemia

Durante el Congreso Internacional de Ingeniería 2021, las especialistas Ana Laura Villagómez Aranda y Diana Sáenz señalaron que, para mitigar los impactos de la pandemia en el sector agrícola, es importante impulsar grandes cambios en los sistemas actuales de producción de alimentos, como el impulso a la agroecología y la agricultura urbana.

Durante su ponencia titulada "Agricultura y COVID-19: impactos, percepciones y alternativas para volvernos más fuertes", explicaron que, dada la importancia de este sector como una actividad esencial, se intentó mantener lo más estable posible para prevenir que surgiera una crisis alimentaria; aún así se afectó directamente la seguridad alimentaria entre los grupos vulnerables: Por ejemplo, la FAO nos dice que

hubo un incremento de 83 a 132 millones entre las personas que sufren hambruna, sólo en el año pasado, y las que enfrentaron inseguridad alimentaria casi se duplicaron, llegando a alcanzar los 265 millones.

También hubo impactos en la cadena de suministros, como alteraciones en los procesos y la manufactura, retrasos en los servicios de mantenimiento y reparación, falta de inversión, aumento de los costos, y reducción de los insumos y la mano de obra; por la parte de la demanda, hubo cambios en los hábitos del consumidor, crecimiento del comercio electrónico, reducción de la disponibilidad de ciertos productos, inseguridad alimentaria y fluctuaciones del mercado, y en ambos aspectos se dio una volatilidad de los precios, desperdicio de comida, interrupciones en el transporte, reducciones en los ingresos y cambios en las exportaciones e importaciones.

Ana Laura Villagómez y Diana Sáenz presentaron los resultados de una encuesta que realizaron, en la que personas vinculadas al sector consideraron que la agricultura se vio gravemente afectada por la contingencia sanitaria, a nivel mundial y en el país. Además, la mayoría cree que el sistema actual de la agricultura es vulnerable, por lo que necesita de grandes modificaciones, y expresó que es necesario darle una mayor importancia a la agroecología y a la agricultura urbana.



En cuanto a los sectores que deben encabezar esta necesaria transformación, los encuestados consideraron en primer lugar a la ciencia y la academia, seguidos de los movimientos ciudadanos y las asociaciones civiles, y el gobierno.

Al ser preguntados sobre cuáles son los principales problemas causados por el COVID-19 en el sector agrícola, refirieron que la implementación de protocolos para prevenir la propagación del virus afectó la economía de pequeños y medianos productores, se puso en riesgo la salud de los trabajadores porque no pararon de laborar, se dio una pérdida de empleos por la paralización de la producción agrícola y el aumento en el precio de los alimentos provocó una escasa accesibilidad a estos.



Otros problemas que se mencionaron fueron la escasez de maquinaria y herramientas agrícolas, y que las compras en línea fomentaron el consumo de alimentos en supermercados, dejando de lado a los pequeños productores.

Para contrarrestar esta situación, las especialistas proponen impulsar la agroecología, reformando el sistema que se tienen actualmente en el campo, reformando los sistemas de producción y utilización del agua, con cultivos más resistentes a la sequía e irrigaciones más eficientes, con condiciones laborales más justas, impulsando la restauración del suelo y conservando la biodiversidad.

Además, consideran, es necesario implementar la agricultura urbana en las ciudades, con la creación de invernaderos, huertos en azoteas y jardines comunitarios, de manera que se creen prácticas más sostenibles, saludables y amigables con el ambiente,

y al mismo tiempo se facilite el acceso a los alimentos en las ciudades.

Asimismo, las nuevas tecnologías como la inteligencia artificial, los drones, los sensores y los robots, entre otras herramientas tecnológicas pueden traer grandes beneficios a la agricultura, sin embargo, advierten, pueden traer efectos adversos, como la generación de una brecha digital entre los países desarrollados y aquellos en vías de desarrollo.