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Sección: Estado de Veracruz

Preservan tradición de máscaras talladas en madera para el carnaval de Coyolillo

Requiere amor por el arte, señalan artesanos de la localidad; su precio oscila entre los 300 y 500 pesos

?ngeles Godoy Morales Actopan, Ver. 21/02/2012

alcalorpolitico.com


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Amalio López Acosta, ha dedicado su vida a la elaboración de las tradicionales máscaras de origen africano que alegran los rostros de quienes se disfrazan para participar durante el desfile del Carnaval de Coyolillo, localidad ubicada en el municipio de Actopan.

Cuenta que el año pasado cambió de casa y, gracias a ello, ahora tiene un pequeño taller donde enseña el arte de tallar las máscaras tanto a niños como jóvenes, quienes tienen el gusto por las artesanías.

Desde que cumplió 19 años, Amalio transforma un pedazo de madera, por lo regular del árbol de colorín, en fabulosas caras de venados, toros, diablos e incluso de personas, ya que él gusta en innovar en sus diseños.

“En una máscara nos tardamos más o menos dos días. Primero hay que cortar un retazo de madera de una cuarta de mano. Después quitarle a cáscara y de pronto fabricarle la frente, los cachetes y marcar donde van los ojos para distinguirle bien la trompa”.

Cada artista hace un diseño único y personal, por lo general emplean pintura vinílica. Las máscaras representan el gusto no sólo por la fiesta, sino por la tradición.

“Esta tradición es antigua y ahora elaboro máscaras con otros diseños para que haya más variedad”.

Coyolillo es famoso por el carnaval afromestizo y su tradicional “danza de los negros”, en la que los hombres, visten túnicas de colores, así como máscaras de toros y venados

En su taller, Amalio recibe entre 10 y 15 alumnos, a quienes con paciencia enseña el arte para tallar la madera. Sin embargo, dice que cada uno debe tener habilidad, sobre todo, no ser miedoso para manejar las navajas y el cuchillo.

“Se les ve desde que agarran la madera. Me ayudan en las que voy preparando

Comentó que cada año vende las máscaras entre quienes asisten al carnaval; sin embargo, a lo largo de los meses hay quienes acuden a la localidad para buscarlas. Incluso hay quienes le hacen pedidos para llevárselas a otras partes, no sólo del país, sino del extranjero.

El precio de cada máscara oscila entre los 300 y 500 pesos, por lo que es el sustento principal para mantener a su familia conformada por su esposa y sus dos hijos.

En un mes llega a fabricar 15 máscaras y es justo en carnaval cuando más vende ya que llegan visitantes de otras regiones.

Amalio muestra sus manos y señala que ocasiones ha sufrido cortaduras de la navaja, así como otros accidentes propios de quien maneja martillo y cincel para moldear la madera.

“Cuando me siento cansado, aquí me estoy un rato trabajando. A veces que no hay chamba en la campesina”.

Tallar máscaras es un trabajo que requiere no sólo amor sino también sacrificio por el arte, ya que también tiene que soportar los olores de las pinturas así como del thinner.

“Lo bueno que no tengo vicios, porque si no, pobre de mí”.

En el taller, los niños decoran sus máscaras y otros las enseñan a la cámara para que les tomen foto, orgullosos de lo que han logrado.

“Hay que tenerle amor a la artesanía y al carnaval para no abandonar esta tradición”.

La danza de los negros

“La danza de los negros”, es una tradición que representa la libertad de los esclavos afroamericanos. Bailando, liberaban su espíritu de la discriminación en una tierra de blancos.

Hoy aún quedan algunos rasgos de esa negritud en la gente de Coyolillo, la última generación de descendientes de esclavos africanos traídos a tierras americanas por los españoles durante los siglos XVI y XVII para trabajar en las haciendas azucareras asentadas en La Concepción, El Rosario y Almolonga, donde todos son tan rubios como los españoles.

Con más de 100 años de celebrarse, el carnaval de Coyolillo, es una gran fiesta donde todo está permitido para que la gente se divierta, también se distingue por la generosidad de quienes abren la puerta de sus casas para recibir a los visitantes con un chile relleno, arroz, tora de plátano o calabaza y un poco de caña o refresco.

Coyolillo se caracteriza por ser una pequeña comunidad heredera de lo que se conoce como la “tercera raíz” del mestizaje. Aún es posible ver rostros con rasgos africanos, el pelo ensortijado y la piel oscura, con un espíritu tenaz para salir adelante, quienes conservan la belleza de rasgos de su cultura original africana.

En diferentes partes se ubican templetes donde grupos tocan música afrocaribeña e invitan a los visitantes a mover su cuerpo libremente. Es una invitación abierta a disfrutar el ambiente festivo que recuerda que más allá del cuerpo, del color de la piel, el alma es igual y no distingue más que la felicidad de la libertad.