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Sección: V?a Correo Electr?nico

Steve, una gran lección

Arturo Reyes Gonz?lez 07/10/2011

alcalorpolitico.com

Bien descrito por distintas personalidades políticas y económicas de talla mundial, medios de comunicación, seguidores y colaboradores como todo un visionario, multimillonario, hombre de empresa, singular pionero de la tecnología, el empresario más global, el Leonardo Da Vinci de la era digital, Steve Jobs, el creador de Apple definitivamente deja una trascendental huella en prácticamente todos los ámbitos de la sociedad contemporánea a través de los productos que su empresa logró implementar y que millones de ciudadanos utilizan.

Además de su legado material, bien vale la pena hacer eco de su actitud como ser humano, de su visión de la vida, la cual en una etapa estuvo marcada por lo que podría definirse como “constantes fracasos”, que en lugar de liquidarlo junto con sus ideas y aspiraciones, por el contrario lo motivaron a continúa para seguir sus sueños y triunfar.

Y para muestra un botón, retomamos parte del mensaje que Jobs dirigió en la ceremonia de graduación a jóvenes estudiantes en la Universidad de Stanford el 12 de junio del 2005:

“Me retiré del Reed College y seguí yendo de modo intermitente antes de abandonar los estudios… Mi madre biológica era una joven estudiante soltera, que decidió darme en adopción. Ella creía que debía ser adoptado por graduados. Todo estaba arreglado para que apenas naciera fuera adoptado por un abogado y su esposa y ya cuando nací decidieron en el último minuto que deseaban una niña.

Mis ahora padres, que estaban en lista de espera, recibieron una llamada en medio de la noche preguntándoles: ‘Tenemos un niño no deseado; ¿lo quieren?’. Ellos contestaron: ‘Por supuesto’, pero cuando mi madre biológica se enteró que no eran graduados, se negó a firmar los papeles de adopción definitivos. Sólo cambió de parecer unos meses más tarde cuando mis padres le prometieron que algún día iría.

A los 17 años fui a la universidad. Ingenuamente elegí una cara y todos los ahorros de mis padres, de clase obrera, se fueron en la matrícula. Poco tiempo después no tenía idea de lo que quería hacer con mi vida y tampoco sabía si la universidad me ayudaría a deducirlo. No tenía dormitorio, dormía en el suelo de las habitaciones de amigos, llevaba botellas de Coca Cola a los depósitos de cinco centavos para comprar comida y caminaba 11 kilómetros, cruzando la ciudad todos los domingos de noche, para conseguir una buena comida a la semana en el templo Hare Krishna.

La mayoría de cosas con las que tropecé, siguiendo mi curiosidad e intuición, resultaron ser posteriormente inestimables. Por ejemplo, en ese tiempo Reed College ofrecía quizás la mejor instrucción en caligrafía del país… Como no tenía que asistir a las clases normales, decidí tomar una clase de caligrafía para aprender. Aprendí de los tipos serif y san serif, de la variación en el espacio entre las distintas combinaciones de letras, de lo que hace que la gran tipografía sea lo que es. Era artísticamente hermoso, histórico, de una manera en que la ciencia no logra capturar, y lo encontré fascinante.

Diez años después todo tuvo sentido para mí, todo lo diseñamos en el Mac. Fue el primer ordenador con una bella tipografía… Tenéis que confiar en que los puntos, de alguna manera, se conectarán en vuestro futuro. Tenéis que confiar en algo, lo que sea. Nunca he abandonado esta perspectiva y es la que ha marcado la diferencia en mi vida.

Y agrega: “Comenzamos Apple en el garaje de mis padres cuando tenía 20 años. Trabajamos duro y en 10 años había crecido transformándose en una compañía de dos mil millones con más de 4.000 empleados. Luego me despidieron. ¿Cómo te pueden despedir de una compañía que fundaste? Contrate a alguien que pensé que era muy talentoso para dirigir la compañía conmigo. Los primeros años marcharon bien; Sin embargo, nuestras visiones del futuro eran diferentes y finalmente tuvimos un encontronazo. Cuando ocurrió, la Dirección lo respaldó a él.

Fue devastador. Por unos meses realmente no supe qué hacer. Fue un absoluto fracaso. No obstante, lentamente comencé a entender algo, todavía amaba lo que hacía, el revés ocurrido con Apple no había cambiado eso ni un milímetro y decidí empezar de nuevo. En ese entonces no lo entendí, pero ser despedido fue lo mejor que podía haberme pasado, y es que la pesadez de tener éxito fue reemplazada por la iluminación de ser un principiante otra vez. Me liberó y entré en una de las etapas más creativas de mi vida.

Durante los siguientes cinco años, fundé una compañía llamada NeXT, otra empresa llamada Pixar, y me enamoré de una asombrosa mujer que se convirtió en mi esposa. Pixar creó la primera película en el mundo animada por ordenador; Apple compró NeXT y la tecnología que desarrollamos constituye el corazón del actual renacimiento de Apple.

Fue una amarga medicina, pero creo que la necesitaba. En ocasiones la vida te golpea con un ladrillo en la cabeza. No perdáis la fe. Estoy convencido que lo único que me permitió seguir fue que yo amaba lo que hacía. Tenéis que encontrar lo que amáis”.

Hasta ahí las palabras del Da Vinci del siglo XXI. Sin duda una sólida lección de superación y de pasión para muchos jóvenes que se enfrentan a un México realmente complicado en todos los sentidos. Descanse en paz Steve Jobs, visionario y revolucionario de nuestra época.

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