A 13 años de registrarse la gran barrancada en el cauce del río Chiquito y explotar los ductos de PEMEX, los ciudadanos no están preparados para enfrentar una eventualidad similar, a pesar de que la gran mayoría aún recuerda las secuelas que dejó este lamentable hecho.
Efraín Pérez Romero, habitante de la congregación Balastrera o Cecilio Terán, aún recuerda con asombro el fuerte estruendo ocasionado por las rocas en movimiento, la crecida del río y una hora después otra gran bajada de agua arrastrando piedras y generando la ruptura de un ducto donde se derivó el derrame y explosión.
“Fue como a las seis de la tarde cuando se vino la barrancada, ya luego se oyó cuando las piedras le pegaron a los ductos y empezó a oler a petróleo, ya después vino la explosión y hubo varios vehículos y sus conductores que se quedaron atrapados porque el agua subió y venían a vuelta de rueda”, recordó.
Pérez Romero quien tenía su domicilio cerca del campo de futbol recuerda haber sentido una ola de calor que invadió la zona, eran las primeras horas de la noche cuando sobrevinieron dos estruendos, lo que vino después fue familias corriendo hacia el cerro.
“Había miedo de que el petróleo que se estaba derramando en los sembradíos también se prendiera y quemara vivas a las familias entonces la gente empezó a correr para el cerro, aquí la cosa era ponerse a salvo del petróleo y de otra explosión”, señaló.
Gente corriendo, jalando niños y gritos porque después todo fue oscuridad, hubo cortes en el suministro de energía eléctrica y hubo quien aseguró que miembros de su familia estaban perdidos. Desde el cerro, recuerda se veían vehículos incendiados y una parte del río.
Carlos de la Garza Villela, quien es coordinador municipal de Protección Civil en el Ayuntamiento de Nogales fue trabajador de PEMEX, asegura que hoy en día la empresa cuenta con mejores y más sofisticadas medidas de seguridad.
Que de hace 13 años a la fecha ahora existen dos rutas de evacuación y que durante estos años las anteriores administraciones han llevado pláticas a las familias; sin embargo, existen muchas que se rehúsan a participar o no les interesa.
La ruta de barrancadas que desciende de la alta montaña hasta el cañón del río La Carbonera alimenta a tres grandes ríos de respuesta rápida, el Blanco, Carbonera y Chiquito, todos cada temporada de lluvias se desbordan, pero los dos últimos son generadores de barrancadas.
Pasaron 13 años y aunque existe el recuerdo, la gente sigue viviendo con temor, pero sin una correcta capacitación.