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Columnas y artículos de opinión
Día internacional de la mujer
Rafael Martínez Zaleta
17 de marzo de 2011
alcalorpolitico.com
A Doña Estefanía Zaleta,
allá donde se encuentre
 
Por primera vez, el 19 de marzo de 1911 se celebró el Día Internacional de la Mujer. Los eventos se desarrollaron en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza, con mítines a los que asistieron más de un millón de personas que exigieron para las mujeres el derecho de voto, ocupar cargos públicos, derecho de trabajo, a la educación profesional y a la no discriminación laboral. En el marco de los movimientos en pro de la paz que surgieron en vísperas de la Primer Guerra Mundial, las mujeres rusas celebraron su primer Día Internacional de la Mujer, el último domingo de febrero de 1913. En el resto de Europa, las mujeres celebraron mítines en torno al 8 de marzo del año siguiente, para protestar por la guerra o para solidarizarse con las demás mujeres.
 
Actualmente el Día Internacional de la Mujer, originalmente llamado Día Internacional de la Mujer Trabajadora, se celebra el día 8 de marzo y está reconocido por la Organización de las Naciones Unidas (ONU). En este día se conmemora la lucha de la mujer por su participación, en pie de igualdad con el hombre, en la sociedad y en su desarrollo íntegro como persona. Es fiesta nacional en algunos países.
 
Existen antecedentes tanto del siglo XIX como del XX, enmarcados en movimientos sociales que cayeron en la cuenta de defender a las féminas, ante el opacamiento, abuso y discriminación de las mismas. La anacrónica, perniciosa y negativa sentencia que hablaba sobre “La supremacía histórica del hombre” se comenzó a derrumbar, para dar paso a la legitimación social, económica, política, jurídica y humanística de la mujer, al principio en los países nórdicos, posteriormente en toda Europa y por último en el mundo entero.
 
Sin embargo, de aquel 19 de marzo de 1911, a la fecha, y al menos en Latinoamérica, dista mucho la observancia de estas conquistas a favor de la mujer. Desgraciadamente todos los días leemos en los periódicos el maltrato de que son objeto las mujeres por parte de sus parejas, consortes o cónyuges. Desgraciadamente también y es doloroso decirlo, pero de alguna manera hay que remarcarlo, todos los días vemos en la prensa local o nacional la violación de una niña, de una infante, cuya edad oscila entre los cinco y diez años de edad. ¿Cuál es el castigo que merecen estas hienas humanas?, ¿Por qué proliferan tanto estas acciones tan bajas y tan ruines?, ¿A quién le debemos preguntar esto? ¿A un sacerdote, a un agente del ministerio público, a un maestro, a un médico, a un juez o a quien se supone es defensor de los derechos humanos? Tan ruin es aquel que comete estos graves delitos, como el que los encubre…
 
¿Cómo festejaríamos en el Estado de Chihuahua el Día Internacional de la Mujer? Cuando víctimas de una vergonzante impunidad hay cientos de mujeres asesinadas, aquí el apotegma es tajante, cruel: “La impunidad hace cada vez más atrevido al criminal”. ¡Tú!, que conoces esta terrible problemática porque laboralmente está en tu diario vivir, invita e invítame y hagamos una reunión, y que de ella emane un congreso donde los diferentes actores combinen sus iniciativas, sus voces, y se rompa el silencio, y se aplasten los feudos de la indolencia, y podamos dar cabida de manera eslabonada a una sociedad más justa y más humana. Los nuevos tiempos reclaman el concurso de todos. El gobierno no puede hacerlo todo. Y la sociedad no puede hacerlo sola. El bienestar común lo necesitamos todos y todos lo merecemos. La seguridad es fundamental en el quehacer diario de nuestras vidas. Y para mantenerla es necesario poner mucho de nuestra parte.
 
Cuando no haya ninguna niña pidiendo una moneda en los altos obligatorios; cuando los golpes y amenazas hacia la mujer dejen de ser delitos menores; cuando la trata de blancas y muy particularmente de niñas no exista; cuando el acoso a la mujer sea severamente castigado; cuando existan los mecanismos idóneos para prevenir la violencia intrafamiliar, entre otros flagelos que lastiman en su vida diaria a la mujer (a la hija, hermana, madre, abuela, etc.) entonces podremos pensar que los grandes esfuerzos de la dirigente comunista alemana Clara Zetkin, quien luchó denodadamente por los derechos de la mujer, no fueron en vano.
 
Hoy por hoy, el mejor homenaje que les podemos rendir a las mujeres en su día: simple y llanamente ser amables con ellas, concederles el lugar que les corresponde, olvidar los viejos atavismos, admirar su razón de ser, su excelentísima función de perpetuar nuestra especie. Su exclusiva creatividad y su entrañable amor que nos obsequian, todas y cada una de ellas, cuando por primera vez nos arrullan en sus brazos.
 
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