21 de agosto de 2023
alcalorpolitico.com
Se tensó el proceso de selección del candidato (a) en la cuarta transformación.
Lo que parecÃa un dÃa de campo para las corcholatas, y especialmente para el presidente de México, se ha convertido en un incendio que amenaza transformarse en el infierno mismo.
Marcelo Ebrard está quemando sus naves, y apuesta por el todo, o por el NADA.
Lo cierto es que diga Andrés Manuel López Obrador lo que diga en las mañaneras, cuando lo cuestionan al respecto, de que no pasa nada, que el barco de MORENA navega sobre aguas apacibles, su movimiento de regeneración puede abortar antes del 6 de septiembre, o desencadenar una división que pondrá en serio peligro sus aspiraciones de triunfo en las elecciones federales del año próximo, ya no solo en lo que se refiere a la elección de diputados, senadores, gobernadores, sino la presidencia de la república misma.
Y es que no es que diga Marcelo (después de todo lo que sabemos que pasó en esta semana que recién terminó en ese instituto polÃtico, respecto la batalla que libra el excanciller contra la nomenklatura morenista, que le está haciendo trampa para derrotarlo), que no se va a ir de MORENA, que allà se quedará porque es el que va a ganar la encuesta -no dudo que ello suceda-, sino lo que ocurrirá un dÃa después al DEDAZO que va a dar López Obrador a favor de Claudia.
Ese es el meollo del asunto. El dÃa después, cuando haya corroborado que fue utilizado nada más por el presidente para justificar el dedazo, y que la candidata morenista, le estire la mano para subirlo a su proyecto polÃtico, de nueva cuenta para aprovechar su capital polÃtico, a cambio de una senadurÃa, y la promesa de convertirlo en el coordinador -ya no de la cámara alta del Congreso de la Unión (porque seguramente ya no serán mayorÃa), sino de su grupo parlamentario-.
Tendrá que tomar ese dÃa decisiones el buen Marcelo de enanizarse o agigantarse, según sea su estatura polÃtica, de miras, de grandeza y de camaraderÃa con los miles de personas que lo impulsaron para verlo como el candidato de MORENA a la presidencia de la República, y no a senador de la república.
¿Tendrá el valor para dar un paso adelante, ya sea buscando esa candidatura que su partido de nueva cuenta, por segunda vez le niega, a mansalva, con todas las trampas habidas y por haber, o se subirá al barco de Claudia, bajando la cabeza y aceptando todas las humillaciones que ese grupo le hizo en estos años, y en esta faramalla de proceso selectivo?
Estamos a 15 dÃas de ver que de qué está hecho Marcelo Ebrard. Nadie le puede negar su capital polÃtico y una gran simpatÃa que tiene entre la clase media sin partido. Esta semana ya dio visos de que tiene fuerza para hacer que su partido rectifique; el asunto es que la encuesta no decidirá, sino el inquilino de Palacio Nacional, y allà es donde se verá si está listo para templar el acero o no, recordando aquella novela del escritor Nikolai Ostrovsky.
Lo que parecÃa un dÃa de campo para las corcholatas, y especialmente para el presidente de México, se ha convertido en un incendio que amenaza transformarse en el infierno mismo.
Marcelo Ebrard está quemando sus naves, y apuesta por el todo, o por el NADA.
Lo cierto es que diga Andrés Manuel López Obrador lo que diga en las mañaneras, cuando lo cuestionan al respecto, de que no pasa nada, que el barco de MORENA navega sobre aguas apacibles, su movimiento de regeneración puede abortar antes del 6 de septiembre, o desencadenar una división que pondrá en serio peligro sus aspiraciones de triunfo en las elecciones federales del año próximo, ya no solo en lo que se refiere a la elección de diputados, senadores, gobernadores, sino la presidencia de la república misma.
Y es que no es que diga Marcelo (después de todo lo que sabemos que pasó en esta semana que recién terminó en ese instituto polÃtico, respecto la batalla que libra el excanciller contra la nomenklatura morenista, que le está haciendo trampa para derrotarlo), que no se va a ir de MORENA, que allà se quedará porque es el que va a ganar la encuesta -no dudo que ello suceda-, sino lo que ocurrirá un dÃa después al DEDAZO que va a dar López Obrador a favor de Claudia.
Ese es el meollo del asunto. El dÃa después, cuando haya corroborado que fue utilizado nada más por el presidente para justificar el dedazo, y que la candidata morenista, le estire la mano para subirlo a su proyecto polÃtico, de nueva cuenta para aprovechar su capital polÃtico, a cambio de una senadurÃa, y la promesa de convertirlo en el coordinador -ya no de la cámara alta del Congreso de la Unión (porque seguramente ya no serán mayorÃa), sino de su grupo parlamentario-.
Tendrá que tomar ese dÃa decisiones el buen Marcelo de enanizarse o agigantarse, según sea su estatura polÃtica, de miras, de grandeza y de camaraderÃa con los miles de personas que lo impulsaron para verlo como el candidato de MORENA a la presidencia de la República, y no a senador de la república.
¿Tendrá el valor para dar un paso adelante, ya sea buscando esa candidatura que su partido de nueva cuenta, por segunda vez le niega, a mansalva, con todas las trampas habidas y por haber, o se subirá al barco de Claudia, bajando la cabeza y aceptando todas las humillaciones que ese grupo le hizo en estos años, y en esta faramalla de proceso selectivo?
Estamos a 15 dÃas de ver que de qué está hecho Marcelo Ebrard. Nadie le puede negar su capital polÃtico y una gran simpatÃa que tiene entre la clase media sin partido. Esta semana ya dio visos de que tiene fuerza para hacer que su partido rectifique; el asunto es que la encuesta no decidirá, sino el inquilino de Palacio Nacional, y allà es donde se verá si está listo para templar el acero o no, recordando aquella novela del escritor Nikolai Ostrovsky.