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Columnas y artículos de opinión
El ejercicio de la política en México
Eduardo de la Torre Jaramillo
14 de marzo de 2014
alcalorpolitico.com
Hay que reconocer que la cultura política en este país ha estado permeada por una corriente autoritaria desde el porfiriato, pasando por la revolución mexicana, hasta llegar a las alternancias: la democrática y la del retorno autoritario. Basta recordar aquella máxima porfirista "mucha administración y poca política"; ya en la revolución mexicana, donde toda la sociedad cabía en los sectores, es decir su corporativización y no en la construcción de ciudadanía; por ejemplo, en la primera alternancia no se supo construir la democracia, ésta como cultura política; ésta tienen un reflejo en los resultados del "Latinobarómetro" desde hace más de 10 años, en donde se observa una desafección democrática hacia la primera alternancia; y precisamente el desencanto de los electores lo basaron en el retorno al autoritarismo; y por ende en la nulificación hacia la ciudadanía; y cuya observancia en el comportamiento del voto de los electores fue su conversión en los nuevos siervos político-electorales, donde lo más relevante es la compra ya no de las voluntades, sino de la dignidad personal.
 
Quizá, actualmente el reto para el PAN y el PRD en la política mexicana es como volver a prestigiar a la democracia y convertirla en una cultura de la democracia, y así romper con la imitación de una cultura autoritaria y sus prácticas ("cochinitos"; "moches"; "diezmos"; "deformación de la obra pública", "utilización de los cargos públicos para enriquecerse", “otorgamiento de permisos para casinos”, etc.). Dentro de los retos inmediatos se encuentran el fortalecimiento de una cultura de la legalidad, ello para romper con el sistema de complicidades; y la formación ética de nuestros ciudadanos y políticos.
 
Retomando la crítica anterior, también es importante observar entre las y los mexicanos, las diferencias geográficas, y la de mayor calado, la cultura del centro con la periferia o con los gobiernos subnacionales, y aquí, más allá de la parte psicológica, la política es percepción y allí es donde todas y todos tienen una opinión sobre la cosa pública pero en el caso de los dirigentes, su principal reto es transitar hacia una cultura política democrática: dialógica, de respeto a la diferencia, aceptación del pluralismo, tolerancia, y sobre todo, aceptabilidad de la crítica y del ejercicio de la libertad política; porque si se mantienen en ser copartícipes de la cultura autoritaria, entonces debemos esperar un mayor deterioro de la vida pública mexicana.
 

Particularmente, cuando observas a un político que aparentemente es un profesional y se conduce como un imberbe, y ¿cómo es un imberbe?; pues es el político que hace berrinche, el que utiliza sólo el estómago y nunca el cerebro; en fin, se evidencia como un actor político irracional, y que por cierto, siempre tiene que contratar consultores porque no tiene la capacidad ni el talento ni el talente y menos la altura de miras para resolver su propio odio y diseñar otro tipo de política; y a quienes puedes decirles por sus "hechos los conoceréis". Dicho sea de paso, de estos tipos de políticos tiene muchos Veracruz, quienes piensan que la política es un juego de hígados.
 
Finalmente, los políticos de este país son un reflejo de la propia sociedad, y lo más patético es cuando el único refugio discursivo de la sociedad hacia los políticos es sobre la "calidad moral" de sus políticos, argumento que en estos momentos suena más fascista que a un análisis racional. Es así que la enorme tarea de la sociedad sea pasar de los discursos moralistas a las acciones, que transiten a ser ciudadanos y que empiecen a limitar y moldear a sus políticos. Eso es lo que queremos observar los políticos responsables; de aquellos que lleguen a convertirse en ciudadanos, y que aquellos pugnen por elevar la calidad de los políticos. –Es así, como el reto de la sociedad mexicana es civilizar a sus políticos-.