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Sección: Estado de Veracruz

El Museo de los Escritores (IX)

- Acceso vía Internet a la información, desde cualquier lugar y a cualquier hora, ¿el fin de las bibliotecas?

- Si bibliotecas célebres sucumbieron ante la intolerancia y la barbarie, ¿internet será ahora su agente destructor?

- ¿Se convertirán las bibliotecas en meros museos de libros y vestigios físicos de los escritores?

- ¿Cuál podría ser su papel en la Era de la Virtualidad?

Víctor Arredondo 25/10/2021

alcalorpolitico.com

Mucho se ha investigado y escrito para encontrar respuestas a las interrogantes anteriores. El vertiginoso avance tecnológico en la digitalización y virtualización de textos, imágenes, recursos multimedia, servidores y repositorios, ha acrecentado exponencialmente la capacidad de almacenamiento y distribución de información en el ciberespacio. La proliferación diaria de sitios web y usuarios de dispositivos inteligentes, redes sociales y bases de datos ha inundado, a manera de un imparable tsunami virtual, el infinito “océano cibernético” en el que hoy navegamos. Y como cualquier navegante neófito en aguas desconocidas, no hay cartas náuticas ni instrumentos de navegación que lleven a uno a buen puerto, que auxilien a distinguir, entre tanto dato chatarra y fake news, información e interpretaciones serias, relevantes, estimulantes y estéticas que consoliden la formación integral del individuo.

Toda proporción guardada, uno de los desafíos pioneros de esa naturaleza, lo debieron superar Demetrio de Falero, considerado como el primer bibliotecario y el poeta Calímaco, padre de la bibliotecología, al organizar los miles de pergaminos que iban llegando a la Biblioteca de Alejandría provenientes de las diversas culturas conocidas en el Siglo IV, antes de nuestra Era. Siguiendo la aspiración de Alejandro Magno, de crear una fusión armónica entre la cultura occidental, influida en ese tiempo principalmente por Grecia y Macedonia, con la cultura del Oriente Medio, Ptolomeo I buscó iniciar esa primera ola globalizadora con la influencia de la Biblioteca y el Museo de Alejandría. Ello implicaba la codificación, catalogación y, en algunos casos, síntesis descriptivas de pergaminos relacionados con diversas áreas del conocimiento, distintos perfiles literarios y escritos en una gran variedad de lenguas. Sin las computadoras (ordenadores) y sistemas digitales de catalogación de hoy, esa tarea debió ser titánica.

Prácticamente desde la creación de la UNESCO, después de la Segunda Guerra Mundial, se ha planteado la aspiración de un sistema bibliotecario público mundial. Para ese propósito, se han divulgado manuales, programas de capacitación y sistemas que tienden a la estandarización de sus servicios. Con el advenimiento de nuevas tecnologías de la información, el internet y la virtualidad, se ve más accesible la operación de un sistema global de bibliotecas públicas. La filosofía de este anhelo parte de la premisa de que la libertad, la democracia y la prosperidad son grandes valores que sólo pueden alcanzarse con ciudadanos activos socialmente y cuya participación requiere un buen nivel educativo y el acceso ilimitado al conocimiento, la cultura, así como al pensamiento e información relevantes.



De ahí que las bibliotecas públicas se constituyan en elementos cruciales para el aprendizaje a lo largo de la vida, la toma independiente de decisiones, el fomento de la paz y el bienestar espiritual de todos. Por tanto, deben distinguirse por promover la equidad en su acceso, independientemente de la edad, raza, género, religión, nacionalidad, idioma o estatus social. Pero como todo, la operación emergente de un sistema global de bibliotecas, implica primero su consolidación a nivel local, estatal, regional y nacional. ¿Pueden las USBIs participar activamente en el tejido de un proyecto de esa magnitud?

Desde luego que la Universidad Veracruzana (UV) tiene un compromiso prioritario con los miembros de su comunidad universitaria, debe ampliar y reportar el nivel, tipo y alcance de sus servicios intramuros, aunque también, necesita identificar áreas de oportunidad en materia de extensión universitaria y la infraestructura y logística requerida. En los países vecinos de América del Norte y en varias naciones de Europa y Asia, es habitual observar el flujo de alumnos de educación básica que visitan las bibliotecas y museos universitarios. Es práctica común la oferta de talleres que promueven el buen uso de la biblioteca pública para el aprendizaje autónomo; círculos de lectura para la población abierta; oportunidades de desarrollo de la creatividad mediante el estímulo de la imaginación; el aprecio por la herencia de las culturas autóctonas, las artes, el conocimiento científico y la apertura a la interculturalidad nacional y mundial; servicios de información para pequeñas empresas y organizaciones locales; así como programas de apoyo a la alfabetización literaria y digital. Ahí hay un campo fértil para programar experiencias prácticas de cursos teóricos y de servicio social para un amplio número de estudiantes de licenciatura.

A la par de ampliar su misión e impacto social con actividades como las arriba mencionadas, las USBIs deben prepararse para ser entidades proactivas en el proceso de la inminente globalización bibliotecaria. Aunque existen “navegadores” en internet para la búsqueda de información como Google, Safari, Ecosia, Dogpile, Gigablast, Startpage, Qwant, entre otros y una enorme variedad de bases de datos comerciales para bibliotecas digitales y virtuales, conviene que las universidades públicas mantengan redes de colaboración con organizaciones afines para desarrollar y compartir sistemas abiertos (open source) y acervos gratuitos.



Hay una razón de gran peso estratégico, por su naturaleza plural e intercultural, las universidades deben asegurar acceso a la información de manera irrestricta, salvo en el caso de los sitios que denigran la naturaleza humana y promueven la violencia, la delincuencia, el fanatismo, las drogas y la sexualidad violentada. El problema es que una buena cantidad de navegadores y bases de datos bibliográficos están orientados por intereses comerciales sin rigor alguno por la calidad y veracidad de la información o muestran preferencias ideológicas en los sitios y lecturas que ofrecen de manera prioritaria.

Por último, en el caso de nuestro País y de los que comparten el idioma castellano, se abre una enorme área de oportunidad en lo que concierne a la oferta de recursos informativos y didácticos. Entre los idiomas más utilizados por los usuarios de Internet, según datos del 2020, se encuentran el Inglés con el 26%, el Chino con el 19.5%, en tercer lugar el español con el 8%, el arábigo con el 5.2%, y en quinto lugar, el indonesio con el 4.3%. Esto implica continuar ampliando la oferta digital con productos de calidad en español y considerar seriamente la traducción bien seleccionada de recursos digitales y virtuales al inglés y al chino.

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