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Universidad Anahuac

Sección: Estado de Veracruz

Discurso Político, Gestión Pública y Resultados Gubernamentales: Dilemas y Contradicciones (IV)

- El impacto limitado de los programas compensatorios es porque aseguran la lealtad y no la superación personal

- Se entregan en oficinas y sistemas asociados al partido oficial para publicitar la dádiva

- Se necesita: desechar el discurso victimista y la sacralización de lo pobre y el sufrimiento

Víctor A. Arredondo 25/01/2024

alcalorpolitico.com

Los programas sociales (asistenciales) se pueden caracterizar por tres tipos de enfoque en materia de solidaridad social: “vengo a darte lo esencial porque no puedes obtenerlo por ti mismo”, “vengo a escuchar tus necesidades para ofrecerte soluciones”, y “vengo a conocer tus desafíos, la manera en que piensas superarlos y a apoyar tu esfuerzo propio”. El primer enfoque es meramente “caritativo”, por lo que el individuo mantiene su condición de “marginado dependiente”; el segundo, implica una cierta empatía (“me pongo en tus zapatos, pero la solución la tengo yo”; y aunque busque el objetivo genuino de apoyar la superación, ésta queda supeditada a las soluciones y al compromiso permanente del solidario. Mientras que, el tercer enfoque busca, además de la empatía por el otro, reconocer sus fortalezas para consolidarlas con sistemas de soporte probados. Este enfoque fomenta la auténtica superación individual, recurriendo a la consolidación de la autoestima y la autoeficacia que ofrece el conocimiento, la persistencia y la confirmación de que uno es capaz de lograr metas de desarrollo personal. Cuando el tercer enfoque incorpora la promoción de destrezas y actitudes colectivas encaminadas hacia una vida armónica en comunidad, su impacto positivo es exponencial.

Este último punto es clave ante la magnitud de las anomias sociales que enfrenta actualmente nuestra nación, alimentadas por la marginación social; la proliferación desatada de la delincuencia; la corrupción; el insulso contenido de los medios de comunicación que promueven el consumo desmedido, la vulgarización de lo cotidiano, la tergiversación de lo estético, la violencia interfamiliar, los narcocorridos, nuestra máxima popular de que “la vida no vale nada”, y la “normalización” de la delincuencia en la vida cotidiana. Algunos partidos se han sumado de manera desvergonzada al mercantilismo y vulgarización de la política recurriendo a “influencers” y personajes populares anodinos que se nos presentan como los grandes estadistas de hoy, y cuyo mensaje “subliminal” para superarnos es el de usar sus tenis y camisetas. A lo anterior, se agrega el discurso oficial que fomenta, a partir del resentimiento social, la polarización, el victimismo y la sacralización de lo pobre que, a su vez, encuentra aliados en doctrinas y programas culturales que no alientan la superación, sino que conciben a la marginación como algo sublime.

El antecedente multicultural y multiétnico de nuestras poblaciones originarias y las expresiones de nuestro arte popular, a partir de la colonia, han dejado una imagen distintiva de nuestra sociedad, ante el mundo, sobre la muerte. La caricaturizamos, la hacemos parte de nuestras fiestas, convive con nosotros. Nuestra noción ancestral de que se necesita la muerte para que haya vida y el resurgimiento en el siglo pasado del lema “La vida no vale nada” con el film homónimo de Pedro Infante y con las “Canciones de Guanajuato” de José Alfredo Jiménez, parecerían explicar la facilidad con la que los jóvenes son atraídos por la delincuencia, a sabiendas de que el dinero ilegal y las drogas que obtienen para su consumo, serán efímeras e intercambiables por su vida.



¿Cómo llegar a ellos para hacerles ver que tienen en sus propias manos la construcción de un futuro promisorio, que pueden convertirse en agentes de cambios socialmente trascendentes? Pues con una sólida estrategia nacional que sintonice y articule el discurso político; la gestión pública de instituciones educativas, de la salud, de los organismos a cargo de la capacitación, certificación y promoción del empleo; los programas de los medios de comunicación y de organizaciones de la sociedad civil; y con grupos de apoyo en las redes sociales que informen, que convoquen a los jóvenes a la superación personal y los orienten sobre opciones y oportunidades de desarrollo , entre otras acciones. Eso significa reorientar las “granjas de robots informáticos” que han proliferado para aplaudir al gobierno actual y promover el resentimiento social, la polarización y el victimismo. Deben dedicarse a hacer exactamente lo contario: promover la superación de los jóvenes y de la población en general, analizar críticamente los avances logrados de la estrategia aplicada y, con base en ello, hacer propuestas concretas para maximizar los resultados obtenidos.

Cuando Netzahualcóyotl, el grandioso y visionario estadista texcocano, hombre de leyes, poeta, filósofo, ingeniero hidráulico, constructor y paisajista natural se refería a la incertidumbre existencial de la vida y la muerte, dejaba anotado un enorme dilema: el tiempo finito del ser humano en la Tierra frente a la permanencia o trascendencia de las flores (creatividad humana) y los cantos (palabras):

No acabarán mis flores, no cesarán mis cantos.
Yo cantor los elevo, se reparten, se esparcen.
Aun cuando las flores se marchitan y amarillecen,
Serán llevadas allá, al interior de la casa, del ave de pluma de oro.



La formación en valores no se logra con la mera lectura de una efímera “cuartilla moral”, ocurrencia costosa que ya está en el cajón del olvido. Una evidencia contundente de ello la encontramos en la milenaria Tabla de los 10 Mandamientos, cuya memorización no ha sido suficiente para que, en las sociedades que la predican, se cumplan cabalmente sus preceptos de sana convivencia. Esto se debe a que el cultivo de loa valores implica un esfuerzo mayor: reflexión, socialización, modelamiento social y consecuencias comunitarias. Es fatuo presentarse como promotor ético cuando los mensajes del “modelo social” no son congruentes con su acción cotidiana; y esto es aplicable a políticos, personajes públicos, líderes de opinión, ministros de la ley o la religión, maestros, padres de familia o cualquier miembro de la sociedad que no predique con el ejemplo. Hay que ser claros: el tema de los valores es un asunto determinante en la supervivencia del ser humano en el planeta; no sólo para abatir la delincuencia y otras anomias sociales, sino para construir formas alternas de vida a lo que nos impone la “modernidad consumista”; y esto significa crear o recrear entornos donde la producción y la convivencia sean armónicas con la salud de la gente y la naturaleza.


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Artículos de esta serie:
Discurso Político, Gestión Pública y Resultados Gubernamentales: Dilemas y Contradicciones (XII)
Discurso Político, Gestión Pública y Resultados Gubernamentales: Dilemas y Contradicciones (XI)
Discurso Político, Gestión Pública y Resultados Gubernamentales: Dilemas y Contradicciones (X)
Discurso Político, Gestión Pública y Resultados Gubernamentales: Dilemas y Contradicciones (IX)
Discurso Político, Gestión Pública y Resultados Gubernamentales: Dilemas y Contradicciones (VIII)
Discurso Político, Gestión Pública y Resultados Gubernamentales: Dilemas y Contradicciones (VII)
Discurso Político, Gestión Pública y Resultados Gubernamentales: Dilemas y Contradicciones (VI)
Discurso Político, Gestión Pública y Resultados Gubernamentales: Dilemas y Contradicciones (V)
Discurso Político, Gestión Pública y Resultados Gubernamentales: Dilemas y Contradicciones (IV)
Discurso Político, Gestión Pública y Resultados Gubernamentales: Dilemas y Contradicciones (III)
Discurso Político, Gestión Pública y Resultados Gubernamentales: Dilemas y Contradicciones (II)
Discurso Político, Gestión Pública y Resultados Gubernamentales: Dilemas y Contradicciones (I)