Se ha escrito mucho sobre la obra de Carlos Fuentes, pero aquí me referiré a un atributo que le conceden una amplia gama de críticos, el de su apertura literaria e intelectual que le permitía referirse con admiración, tanto hacia las grandes obras y escritores de la historia universal como hacia las de autores contemporáneos poco conocidos, aún cuando pudieran provenir de entornos o momentos sociales y políticos controvertibles. Él no tiene reparo en que la literatura provenga del Nuevo o del Viejo Mundo, que vaya dirigida a lectores generales o a la academia crítica, que utilice el pensamiento racional científico o la imaginación fantástica, y que trascienda el ámbito literario para penetrar en otras áreas de la creatividad artística o intelectual.
Su experiencia de vida transfronteriza y multicultural le permitiría borrar barrerras de la literatura que se han erigido para acotarla; por eso es que Carlos abriría puertas y ventanas, tendería puentes entre distintos momentos de la historia; entre la celebración y la agonía; entre distintas formas de interpretar la cultura y usar el lenguaje; entre la carencia de identidad y el exceso de identidades acrisoladas; entre el tiempo líneal y la circularidad del tiempo; entre el espejo unidireccional y los espejos prismáticos; entre las artes, la política y los umbrales inciertos de la realidad y la imaginación.
La última edición de la Cátedra Interamericana Carlos Fuentes, titulada: “Tiempo Mexicano”: 50 años después”, se celebró en el 2021 para recuperar una serie de ensayos que Carlos escribiría, recopilaría y publicaría en 1971. Lo destacable de Tiempo Mexicano es que ilustra con una premonición magistral la circularidad de los tiempos mexicanos.
Ahí se refiere, entre otras cosas, a que nuestra historia no es lineal, porque todo tiempo mexicano desde épocas ancestrales, se ha mantenido, no ha terminado de concluir, porque coexiste con otros tiempos para recrear simultaneidades y coexistencias, porque los mexicanos deseamos, tanto regresar a ellos como olvidarlos. Esto explica, según sus propias palabras “
que el mañana mexicano no signifique aplazar las cosas hasta el día siguiente, sino impedir que el futuro intruya en la sagrada totalidad de hoy, del día presente… y que la nostalgia del paraíso perdido y la imposibilidad del paraíso futuro en el presente deje a la mayoría de los mexicanos sin más posibilidad que la del paraíso en el instante”.
(Continuará)
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Artículo de la serie:
Carlos Fuentes y su relación indeleble con Veracruz (I)
Carlos Fuentes y su relación indeleble con Veracruz (II)
Carlos Fuentes y su relación indeleble con Veracruz (III)
Carlos Fuentes y su relación indeleble con Veracruz (IV)