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Columnas y artículos de opinión
Causas y efectos
En Minatitlán: el terror y la muerte
Alfredo Ríos Hernández
22 de abril de 2019
alcalorpolitico.com
*Efectividad en seguridad, no pésames
*Irrumpen histórico ritual cordobés
*“La bruja” rompió religioso silencio

 
La narración de los testigos que presenciaron los espantosos hechos registrados el pasado fin de semana en la ciudad de Minatitlán, sitio en el cual hombres armados irrumpieron un espacio donde se efectuaba una fiesta familiar, procediendo a la ejecución de 13 personas, entre ellas un niño de escasos dos años de edad, sumando a ello varios heridos, originaron que en los ámbitos de la Secretaría de Seguridad Pública de la administración estatal, se apuntaran como “lamentables” los terribles escenarios que sembraron muerte, escalofriante espanto y preocupación, no sólo entre los habitantes del referido municipio sureño, sino en muchas otras regiones del territorio nacional.
 

Y se debe ser exacto en los efectos derivados de la incalificable masacre registrada en el sur de tierras veracruzanas, en tanto que sus características, por sí mismas, refieren los elevados escenarios de inseguridad e impunidad que privan en tierras veracruzanas, cuyas causas incuestionablemente no pueden ser del todo acreditadas a fallas en nuestros programas de formación y oportunidades de vida, sino que paralelamente a tales escenarios de inequidad y falta de oportunidades en el seno de la colectividad, existen también notorias referencias de ineficacia e irresponsabilidad en los programas para generar oportunidades de bienestar, conjuntamente con una angustiante e intolerable ineficacia en lo referente a programas de seguridad, que de hecho han colocado a la sociedad en total y absoluto estado de indefensión.
 
Ni las autoridades federales, ni los mandos gubernamentales estatales, ni los ayuntamientos, ninguno de los tres niveles de gobierno, le han respondido al pueblo veracruzano y de muchos otros estados del país, en los cuales no existen garantías para mantener la paz y el bienestar.
 
Se les ha olvidado a quienes nos gobiernan, e incluso a quienes nos representan en los congresos estatales y en las cámaras de Diputados y Senadores del Congreso de la Unión, que la primera causa del origen de su existencia, es que al pueblo que representan les deben obligadamente de garantizar espacios de tranquilidad, plena seguridad y rangos apropiados de bienestar tanto en los montes como en los llanos, tanto en las ciudades como en las rancherías, tanto en nuestras casas como en todos los ámbitos de nuestro territorio nacional, incluyendo lagos, ríos y mares… ¿Y dónde está la vigencia real de tales mandatos?... ¿En una referencia pública de profunda consternación y pesar, como la que difundió el pasado fin de semana la Secretaría de Seguridad del Estado, en torno a la masacre escenificada en una fiesta familiar en Minatitlán?...
 

Si el pueblo veracruzano sufragó mayoritariamente en favor de la actual administración estatal y primeramente de los respectivos alcaldes de cada municipio, tendencia electoral que de la misma forma se replicó hacia la administración federal, incluyendo al Congreso tanto estatal como al de la República, es porque el electorado pensó que las propuestas en campaña representaban una respuesta a los anhelos de la colectividad y, que no queden dudas, la primordial esperanza de esos sufragios referían como origen el reclamo, la urgencia, la esperanza de un territorio municipal, estatal y nacional, que recobrara los niveles de seguridad y tranquilidad que éste país disfrutaba hace dos décadas, en el transcurso de los cuales anidaron y se desarrollaron niveles delincuenciales nunca antes registrados en la historia moderna de nuestra República.
 
¿Y dónde está esa voluntad externada por el electorado veracruzano?... Porque el preguntar actualmente al pueblo si la pobreza, si el analfabetismo, si la ignorancia, si la ausencia de fuentes de trabajo, si la atención médica y educativa, si los ámbitos de seguridad registran mejorías sustanciales, realmente constituye una interrogante total y absolutamente ociosa, dado que, todos tenemos claro, que sobre esas persistentes demandas sociales, las respuestas por parte de quienes nos han gobernado son negativas, y las de quienes en la actualidad nos representan y gobiernan siguen en las mismas o… ¿Será que en definitiva ya no hay remedio y así continuaremos peor que antes?
 
LA NEGRA NOCHE
DE LOS CORDOBESES

 
Desde décadas atrás, como ocurre con todas las tradiciones que dejan de ser meras leyendas, para con el paso de los años y las décadas e incluso de los siglos, convertirse en parte de la cultura sólida e indestructible de la colectividad, miles de cordobeses, hombres, mujeres y muchos niños, forman cada año (sin necesidad de ser convocados) una imponente multitud que, en religiosa actitud inician su caminar cuando se oculta el sol, unidos y respetuosos dan pasos lentos sobre importantes calles de la ciudad, portan velas encendidas, crucifijos, rosarios y, sobre todo, guardan lo que podría calificarse como sepulcral silencio, nadie habla, todos en su mente imploran perdón, todos siguiendo la venerada imagen de la “Santísima Virgen de La Soledad”, que un numeroso “y privilegiado” grupo de respetuosos cordobeses, se van turnando para transportarla por el largo trayecto, figura impresionante por su belleza y su inigualable vestimenta, que es considerada por los católicos como la protectora de Córdoba y, de la cual, se refieren historias milagrosas que incluso forman parte del hermoso pasado de la región central veracruzana.
 
La “Procesión del Silencio” forma parte de las tradiciones arraigadas de cordobeses, incluso ya constituye parte de su riqueza cultural y de su historia, lo que la transforma incluso más allá del ámbito religioso, en un ritual insustituible de la sociedad, que se encuentra profundamente enraizada en la cultura de la región, al margen incluso de las creencias religiosas y de las disposiciones legales, dado que constituye un real patrimonio cultural de la colectividad que, con sus reflejos, reafirma el valor histórico que le otorga profunda validez, como lo es el hecho que al trasladar la imagen por las calles, incontables son las casas e incluso comercios que respetuosamente deciden, por sí mismos, sin que nadie se los solicite, ordenar apagar las luces quedando sólo encendidas las velas que portan los peregrinos, los cuales, por miles, caminan lentos y en absoluto silencio atrás de “La Virgen de La Soledad”.
 
Y en ese marco de apuntes, resulta significativo referir que el pasado “Viernes de Dolores o Viernes Santo”, como todos los años, la “Procesión del Silencio” se inició, con una multitud de participantes, al tiempo que las banquetas de las calles marcadas para el recorrido se llenaban de cordobeses y visitantes, al igual que el parque central y ya no se digan los históricos portales, en los cuales, al observarse la cercanía de la procesión y de la imagen de La Virgen de la Soledad, los asistentes a restaurantes y bares de inmediato se pusieron de pie y guardaron total silencio, al tiempo que las luces de esos portales fueron apagadas, todos en absoluta oscuridad, salvo algunas áreas iluminadas por las velas de creyentes, pero... oh desagradable sorpresa, porque precisamente en esos momentos se inició el espectáculo de luz y sonido en la fachada del palacio municipal cordobés, marco en el cual, precisamente cuando la Virgen estaba siendo transportada frente al parque y Palacio Municipal, con volumen en todo lo alto empleados del Ayuntamiento cordobés programaron la interpretación de la melodía “La Bruja”, hecho desagradable sin igual en la historia de Córdoba que incluso dejó sin aliento a los mismos cordobeses y en claro desconcierto a los visitantes.

 
Nunca en la historia cordobesa se había suscitado un hecho de tales dimensiones, en lo relativo a impropio a más de ofensivo para la colectividad participante.
 
Hecho incuestionablemente de mal gusto, irrespetuoso, atentatorio contra las tradiciones, así como irreverente para la totalidad de los cordobeses que, con solemnidad y fervor, participaban en una tradición y una creencia que, indudablemente conforma por sus dimensiones y características, parte esencial de la cultura de nuestro pueblo.
 
Pero “ni modo”, el valioso silencio en la ya histórica y reconocida “Procesión del Silencio”, lo tenía que romper “La Bruja”… HAY QUE BONITO ES BAILAR, A LAS DOS DE LA MAÑANA y el hecho queda para la historia negra de los cordobeses, quienes ciertamente nunca lo olvidarán… Al tiempo.

 
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