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Columnas y artículos de opinión
Causas y efectos
Inseguridad en centros comerciales
Alfredo Ríos Hernández
20 de mayo de 2019
alcalorpolitico.com
*La ineficacia y el pretexto de siempre
*Pecado apocalíptico el contaminar
*Corrupción y basura ¿la ruta final?
 
Expertos refieren que uno de los “pecados mayores” que una colectividad pudiera cometer, es el que sus integrantes se habitúen, se acostumbren a convivir en ámbitos de violencia, como si hechos de guerra al interior de la sociedad fueran adoptados por toda la colectividad como una parte de nuestra forma de vida...
 

Y es precisamente la violencia una de las prácticas que con mayor recurrencia se escenifican sobre el territorio nacional, tanto así que, en áreas que apenas hace unos meses o pocos años resultaban insospechadas para la actividad delincuencial, como lo fueron los grandes centros comerciales en áreas como los espacios de la llamada por el exgobernador veracruzano Fidel Herrera Beltrán, como la “Riviera Veracruzana”, conformada por el malecón costero del área hotelera y comercial del puerto de Veracruz, Boca del Río y Alvarado, son actualmente sitios en los que, las áreas de estacionamientos, sobre todo al anochecer, se han convertido en escenarios de constantes asaltos tanto a clientes como a empleados de los diversos comercios asentados en tales puntos, que son sin lugar a dudas, de los más concurridos por los consumidores veracruzanos.
 
Y pese a los numerosos registros de hechos delictivos en tales puntos, los cuales han sido difundidos por los medios de comunicación, ninguna autoridad en la región costeña de mayor importancia comercial y turística en el Estado de Veracruz, ha emprendido acciones para restablecer el orden y la tranquilidad en beneficio de sociedad porteña y de los miles de turistas que gustan de esa región costera.
 
Los hechos, precisamente por tal indiferencia que las autoridades practican, escudados en que se trata de áreas “privadas”, como si no existiera la obligatoriedad de brindar vigilancia suficiente y efectiva en ámbitos tanto privados como públicos, refrendan por sí mismos que funcionarios municipales, estatales y federales, incuestionablemente incumplen con la primera obligación hacia la sociedad, que es la de brindar tanto de manera preventiva, como en tiempo y forma apropiada, las medidas de seguridad y protección en beneficio de la colectividad.
 

Ya es tiempo que la prevención del delito retome el rumbo correcto como práctica primaria, real y apropiada, por parte de quienes despachan en nuestros palacios municipales y en las estructuras del ramo de seguridad en las administraciones estatales y federales, dejando a un lado las disculpas, los pretextos y las tesis doctorales de limitantes legaloides, que lo único que encubren es ineficacia e irresponsabilidad... Ahí la dejamos.
 
LOS INFIERNOS ANIQUILANTES
ORIGINADOS POR CONTAMINACIÓN
 
La alta concentración de tóxicos en amplios espacios del territorio nacional, originados por todo tipo de partículas contaminantes e incluso de alto riesgo en el marco de nuestro medio ambiente, acaban de obligarnos a dictaminar un “estado de emergencia” de elevado rango en diversas zonas del centro de la República, hecho que paralelamente al daño causado a la salud de millones de mexicanos, afectó actividades escolares, empresariales e incluso obligó a la cancelación de eventos deportivos de multitudinaria atracción, como lo son las contiendas en la etapa final del futbol profesional.

 
Pero tales escenarios no debemos registrarlos como un simple hecho de singular anécdota, sino evaluarlo en la dimensión exacta del peligroso entorno en el que vivimos, porque los rangos de contaminación en México constituyen uno de los efectos más claros de nuestra inaudita irresponsabilidad, que en el contexto mundial refiere a los mexicanos como desapegados a rangos culturales que, de forma irreverente, nos colocan en niveles de depredación ambiental que, por sus vergonzantes dimensiones, nos suma a otros países sin respeto por prácticas elementales para evitar la catástrofe ecológica que nos ronda.
 
El renglón de los riesgos por la contaminación no es nada nuevo para la población mexicana, tanto así, que millones nos hemos vuelto viejos inmersos en tales temas que pronostican catástrofes, pero que insistimos en ignorar, al tiempo de incrementar nuestras acciones como depredadores, sin procesar las aguas negras, sin separar apropiadamente nuestros desechos sólidos, sin evitar que productos plásticos lleguen a nuestras aguas, sin frenar la quema de cañales y pastizales, sin instalar apropiados sistemas para la recolección y procesamiento de nuestra basura, sin evitar el arrojar basura en la vía pública, sin disminuir los tiempos para el uso del automóvil, sin evitar la devastación de nuestra ahora disminuida riqueza forestal, sin crear parques arbolados en nuestros entornos… En fin, somos los seres humanos los únicos seres vivos capaces de atentar en contra de nuestro propio habitad.
 
Así, sumados a esa fatal sentencia de que sólo nuestra especie tropieza con la misma piedra, hora tras hora envenenamos más y más tierra, aguas y aire, sin cansancio ni objeción alguna a nuestra suicida locura, originando espacios cada día con mayor riesgo para vivir, tanto así que nos vemos precisados a trasladar un partido de futbol a otra ciudad, porque en la que estaba programada el medio ambiente imperante resultaba altamente peligroso para la vida de jugadores y aficionados.

 
Y tales hechos registrados el fin de semana pasada y principios de la actual, siguen sin motivar reacciones apropiadas y cuerdas por parte de autoridades y población, para dictar, asumir y ejecutar un real freno a la contaminación originado ya no sólo por fábricas e irresponsabilidad de las autoridades de todos los ámbitos, sino por toda la población, porque si en nuestro México se ha dicho que “la corrupción somos todos”, también debemos de reconocer y externar que “la contaminación es de todos”… Ya veremos si reaccionamos o seguimos igual que siempre.