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Columnas y artículos de opinión
Causas y efectos
El reto es la inseguridad
Alfredo Ríos Hernández
5 de febrero de 2020
alcalorpolitico.com
*Agresión contra mayorías
*Imperio de la ineficacia
*Referencias de explotación
 
Es tiempo de que la población de estas tierras que conforman nuestro país, se decida de manera conjunta sobre el complejo tema de la inseguridad, porque incuestionablemente “el imperio de la inseguridad” es lo que actualmente más lastima al conglomerado social, escenario doloroso y de elevado dramatismo, que inocultablemente constituye el mayor reflejo de protesta e inconformidad, el cual, indudablemente origina irritación entre las mayorías que conforman el colectivo social no sólo de Veracruz, sino en todos los ámbitos de nuestro país.
 

En tiempos actuales, no existe en nuestro México mayor reclamo entre prácticamente todos los habitantes de éste, nuestro territorio nacional, que no sea la demanda de mayor y clara seguridad (que de ello no prive la menor duda) porque en principio, es “por los elevados índices de inseguridad” el cimiento primero, que sin duda alguna representa el elemento fundamental por el que el PRI y el PAN perdieron las pasadas elecciones y, no dude que podrían perder las que siguen por ese y algunos otros motivos.
 
Valdría apuntar en el tema que, sin la menor intención encaminada a demeritar el triunfo electoral del actual Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, incuestionablemente quienes más influyeron en su rotundo éxito, lo constituyen precisamente aquellos que le antecedieron en los poderes gubernamentales, escenario que bien podría resumirse en los siguientes conceptos, sin que nos pudiéramos atrever a sostener que tales criterios, resultan infaliblemente únicos, en tanto que bien podrían existir algunos más, sin ignorar la posibilidad de yerros en las evaluaciones, tales como:
 
a).- Políticas erróneas en los marcos de la economía nacional, cuyos efectos dañaron primordialmente a quienes menos tienen e, indudablemente, a los que más merecen niveles de satisfacción, o sea, al ámbito laboral, que al final del día constituyen parte fundamental de los pilares del desarrollo económico de cualquier país y que, como resultado de los vicios del sistema imperante en las últimas décadas, son quienes mayores cargas sostienen sobre sus espaldas, ante los altibajos que “injustificables o no” constituyen lo que, al final de cada día, agrede a la economía de la mayoría de los mexicanos...
 

Nuestra realidad actual, debemos de reconocer que como origen tiene “nuestra incompetencia” (¿será nuestra?) para encontrar las vías de mejores condiciones de vida en beneficio de los jornaleros campiranos; en favor de los obreros; en franco respaldo a los empleados en lo general y, ya no agreguemos a los trabajadores que por millones transitan prácticamente por los ámbitos de la informalidad.
 
Dicen quienes saben de tales temas, que México arribó a la actualidad con vicios que se han transformado en aparentes “cimientos de nuestra cultura ancestral”... O sea, que en tales ámbitos privan criterios o estilos de sumisión, que resultan indudablemente apegados a criterios de explotación.
 
Tales tesis en nada halagadoras para nuestra “raza de bronce”, deberían ser rechazadas con acciones y hechos que, incuestionablemente, en primer término requerirían del veto definitivo hacia el cacicazgo (hoy identificado como dominio sindical o grupal, incluyendo al ámbito del campesinado) el que sigue o continúa registrando vigencia, tanto en los espacios campiranos como en los entornos urbanos, sin que se registren voces en firme que sentencien un “hasta aquí”, al tiempo que en tales marcos se negocian hasta los sufragios de los afiliados, todos ellos bajo la notoria advertencia de que “quien incumple perderá su registro”.
 

Hoy el cacicazgo dejó de ser lo históricamente referido en tiempos pasados, escenificados en las etapas porfirista, para ser sustituidos por los “los tiempos partidistas”, en los marcos del nuevo proceso de “unidad nacional” bajo “criterios democráticos”, concepto que sustituye al cacicazgo de antaño para otorgar curso de legalidad al dominio partidista, donde podrían anidar con rangos legaloides los núcleos del poder, que con regularidad o frecuencia rigen de manera transexenal las decisión de las aparentes mayorías, pero que al final constituye el poderío manipulador de las nuevas esferas propagandísticas.
 
México logró, con el transcurrir de los tiempos, revalorar el sufragio, pero transita por la magia de la ilusión partidista, escenario que (salvo muy reducidas excepciones) se presenta con efectos nocivos de claras e incluso contundentes desviaciones, no sólo registradas en las administraciones federales, sino que de igual forma o con mayores dimensiones en los ámbitos estatal y municipales.
 
En la actualidad (o como apuntan los expertos) en tiempos actuales, el panorama inmediato, el que se tiene frente a sí en el territorio nacional, podríamos calificarlo como “lo mismo” que refiere nuestra historia...
 

Pero en voz presidencial se insiste en argumentaciones hacia el sentido de que, los tiempos de hoy, como resultado de las intenciones del nuevo y transformista Gobierno de la Transformación, en nada reflejan semejanza con los ahora descalificados “neoliberales” y, en algunos espacios, ciertamente se registran acciones que siembran entusiasmo entre la colectividad:
 
*Becas por vía empresarial para favorecer la capacitación de jóvenes.
 
*Estímulos “sin igual” (así, entrecomillado) para los adultos mayores que se han convertido en uno de los focos de atención del Gobierno de la Transformación.
 

*Recursos económicos especiales para quienes en las regiones rurales aporten en favor de la riqueza forestal del país.
 
*Partidas presupuestales especiales para aquellos que retornen a la siembra y protección de árboles.
 
*Caminos construidos con los campiranos habilitados como jornaleros.
 

Propuestas a las que se podrían sumar muchas más, pero que en el marco de la administración federal siguen privando los negativos efectos del estancamiento económico, del decrecimiento en la generación de empleos y, en rango muy especial, la prolongación de una ola delictiva que mantiene en estado de pánico a la colectividad en lo general, “Talón de Aquiles” que, incluso, siembra desconfianza en ámbitos internacionales, lo que descalabra la posibilidad de nuevas inversiones provenientes del exterior, así como genera parálisis en la inversión de rangos nacionales.
 
Tiempos y retos complejos afronta el México de la actual “Transformación”... Pero en realidad se debe reconocer que “tales aires” ya se advertían desde etapas, no sólo del sexenio gubernamental anterior, sino de tiempo atrás, tanto así que las referencias sobre tales complejidades conforman parte de nuestro panorama desde incontables años atrás.
 
Así las cosas, habrá que confiar en la capacidad positiva de respuesta en los marcos de la Cuarta Transformación, porque de no ser así, el país podría afrontar un declive superior al que actualmente nos ronda... Ni de más, ni de menos.