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Columnas y artículos de opinión
Causas y efectos
Las flores y los insectos
Alfredo Ríos Hernández
10 de febrero de 2020
alcalorpolitico.com
*Purgas y cadalsos infernales
*Torbellinos de insatisfacción
*Existen debates saludables
 
Recuerdo que en mi tránsito juvenil como estudiante (dicen que el ser humano debe estudiar y evaluar en todo momento... Hasta el final de sus días) algunos maestros coincidían con la tesis en el sentido de que, el origen del liderazgo en las tribus del principio de los tiempos (¿serán en realidad “el principio”?) de manera instintiva, los integrantes de las núcleos humanos de aquel entonces, reconocían como líder supremo, precisamente a quien reflejaba la capacidad para dirigir con mayor eficacia, aquellos operativos ejecutados para defenderse, tanto de las fieras, como de otros núcleos de “nativos” que los hostigaban y que, incluso los asesinaban (en algunos casos) para utilizar a las víctimas como alimento y apropiarse de sus rudimentarias pertenecías, así como de sus mujeres, y de sus espacios en los marcos desérticos o en la abundancia selvática.
 

Presente deben tener quienes forman parte de la generación “de los 40” e incluso “de los 50”, que tales referencias se abordaban en los ámbitos escolares tanto de primaria como de secundaria, escenarios “académicos” que nos inducía hacia numerosas interrogantes y polémicas e, interiormente, de estremecedor asombro, sobre todo cuando reflexionábamos que, en parte, nuestros antepasados podrían haber practicado el pillaje, el crimen e incluso la antropofagia.
 
En aquellos bellos tiempos de nuestra adolescencia, escuchábamos las referencias del pasado escenificado en ámbitos belicosos y carnívoros, en tales marcos y porque en las tribus se adoraba religiosamente al Dios Sol, a la Diosa Luna, a las deidades de la vida y de la muerte, de la tormenta, la productividad y la tranquilidad que habitaban en los ámbitos astrales, terrestres y marítimos, marcos que con el paso de los siglos, los países que se adelantaron con criterios religiosos “menos naturistas” dieron curso a la aplicación de verdaderas “Purgas eclesiales”, conduciendo al cadalso a los hechiceros, maldiciendo el canibalismo, imponiendo sus propias deidades ajenas al fuego, al rayo y a los dioses de los mares, de la montaña y de las llanuras, de las selvas y los desiertos, procesos de transformación aplicado “a sangre y fuego”, que por sus propias características de acción no lograron hasta la fecha, crear un colectivo social ajeno a la violencia y, obviamente distante de la injusticia.
 
En los marcos de siglos que se transitó desde los tiempos remotos que para muchos constituyeron “un paraíso terrenal”, la violencia, el engaño, la trampa y la injusticia ha estado presente, una referencia de ella en los principios de “nuestro origen” es “Abel y Caín”, tanto así que muchos especialistas sostienen que “la violencia es innata” en el ser humano, tal cual lo refiere el poeta: “Como el oso hace, como el jabalí, que para vivir tiene que matar”.
 

En los referidos ámbitos de supuestos y realidades, de esperanza y desconsuelo, se podría decir que “la violencia” siempre ha existido, pero que tal como lo refirió el veracruzano Salvador Díaz Mirón: “La flor en que se posan los insectos, es rica en su matiz y en su perfume”... Porque leyes y buenas costumbres se encuentran definidas en el marco del colectivo social, que deben o deberían resguardar la riqueza de quien hoy se esfuerza apegado a normas vigentes y conductas apropiadas, para progresar y alcanzar el bienestar personal y de su familia, e incluso con su valioso empeño aporta en beneficio del desarrollo de su entorno y, muchos son los que prosiguen por la misma brecha, pero en los escenarios incluso cercanos de quienes son ejemplo de esfuerzo, lealtad y productividad, los ámbitos de seguridad continúan demeritándose, hoy más que el año pasado y el año pasado más que el antepasado, otorgando curso a un torbellino de insatisfacción ciudadana que, precisamente fue el que alentó, en esos mares turbulentos, “un golpe de timón” en las riendas del poder gubernamental en el territorio nacional.
 
El resultado del giro originado en la casa presidencial mexicana (hoy Palacio Nacional) debe quedar claro que lo constituyeron primordialmente los elevados ámbitos de inseguridad imperantes en el país, al igual (y en mismo grado) que el agrandamiento de las brechas divisorias entre quienes todo lo tienen y, quienes carecen con frecuencia de lo elemental para subsistir en marcos de bienestar apropiados y, ello, desafortunadamente pese al esfuerzo cotidiano.
 
Y nos debe quedar claro que prosigue el sacudiendo en niveles de inseguridad creciente, lo que deprime aún más a los sectores desprotegidos, porque el comercio en lo general está reduciendo personal, bajas laborales que se están suscitando en almacenes, hoteles, restaurantes, tiendas e innumerables industrias, incluso en el propio sector de la administración pública municipal, estatal y federal, se ejecutan despidos, al tiempo que sigue estancado el sector campirano (ya se registra crisis cafetalera, ganadera, cañera y de citricultores) lo que no anuncia pronósticos positivos, si en primer término no se restauran niveles de seguridad aceptables y confiables, al tiempo que se diseñen y apliquen políticas que estimulen la reactivación económica en todos los sectores productivos y, para ello, se debe obligadamente reflejar en los hechos la materialización de avances en seguridad y desarrollo integral.
 

Crucial habrá de ser el año por el que transitamos, no sólo por lo que representa un modelo de gobierno que, por su estilo y el agotamiento de la confianza ciudadana ante las deficiencias aún imperantes, refiere desgastes iniciales en su imagen, lo que no está distante de lo natural y comprensible, pero es incuestionable que, si el panorama desalentador en materia de inseguridad y de productividad continúan sin respuestas puntualmente notorias y confiables, las referencias hacia la ya instaurada “Cuarta Transformación” podrían reflejar tendencias hacia la baja, lo que más allá de simpatías o antipatías, podría otorgar curso a un escenario de mayores efectos negativos que los ya transitados en los últimos años... Ya veremos.
 
LO QUE SE LEE
 
Pascal Beltrán del Río, escribe en las redes sociales:
 

“No nos perdamos en la discusión... No toda crítica es mala y no toda opinión es valedera... Pero para mejorar el debate no basta escuchar al otro. Debemos exigirnos a nosotros mismos que lo que digamos y escribamos esté basado en datos, pedir lo mismo a todos y bajarle a los adjetivos”.
 
Al margen de las coincidencias o disidencias que dicho apunte pudiera registrar entre los lectores, se debe tener claro, que en toda colectividad el debate siempre será saludable, cuando tal escenario se registra en los marcos no de la descalificación, la agresión y la búsqueda malsana de llevar agua al molino propio, panorama de descomposición significativamente adoptado por partidos o grupos políticos confrontados entre sí, que operan más interesados en arribar o mantenerse en el poder público, que en la búsqueda de lograr la consolidación de una administración gubernamental, que fortalezca el desarrollo integral de la colectividad en lo general.
 
Es por ello que existen especialistas que no coinciden con la vigencia de la multiplicación de partidos políticos (izquierdista, vanguardistas, centralistas, conservadores, derechistas, renovadores, regeneradores, revolucionarios, civilistas, populistas, liberales, constitucionalistas y últimamente reformista “transformador”, lista del que se desprenderá un etcétera... Porque la generación de partidos políticos u organizaciones electoreras por doquiera, aparte de representar una gigantesca burocracia sufragada con recursos del pueblo de México, se transforman en instrumentos electoreros que, por alcanzar la oficialidad, se convierten en subsidiados del Gobierno de la República y de las entidades federativas, que el pueblo mantiene disminuyéndose para tal fin los presupuestos para salud, educación, así como obras de comunicaciones y seguridad pública... Ámbitos en los cuales se confunde la reflexión serena de los electores, que no alcanzan realmente a evaluar calidad y finalidad de cuatro, siete o diez candidatos al mismo cargo, todos con elevados gastos tanto personales como para su equipo de trabajo, dinero que sangra las arcas a cargo del presupuesto federal, estatal o municipal, con cierta frecuencia manejado en total y absoluta discrecionalidad por quienes anteriormente asumieron el poder... AHÍ LA DEJAMOS.