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Columnas y artículos de opinión
Causas y efectos
Pandemia que quebranta
Alfredo Ríos Hernández
16 de marzo de 2020
alcalorpolitico.com
*Peste de nuevos tiempos
*Abuelo: ¿No pasará nada?
*Lúgubres estadios e Iglesias
 
El tema de la pandemia coloquialmente identificada como Coronavirus, cuyos efectos de alto riesgo ya se registran por todos los ámbitos del globo terrestre, siembra mayor preocupación cuando en el marco de contradicciones, ahora se sostiene que el clima caliente de la ya cercana primavera, en nada representará un escenario con menores riesgos para la salud mundial, al tiempo que se difunden informaciones sobre medicamentos que, de ser utilizados, en lugar de beneficiar a los pacientes les podrían originar mayores daños en su organismo, marco en los cuales también se filtra que no existen sustentos serios y verdaderos, sobre afirmaciones en las cuales se pretendía acreditar que en etapas del calor primaveral, el virus se podría extinguir o reducir notablemente sus efectos y, con ello, desaparecía la posibilidad de un mayor incremento de víctimas del covid-19, panorama que no está acreditado claramente por la ciencia y que, por los efectos en referencia, eleva los niveles de preocupación entre los diversos sectores de la sociedad mexicana.
 

Y tanto ha impactado el desmentido en referencia, que incluso las escuelas están recibiendo instrucción de última hora, en el sentido que todos los centros educativos deberán suspender sus actividades, alterando la rutina escolar al cerrar las puertas desde hoy lunes con fechas de retorno no del todo determinadas y que, por la premura del tiempo, incluso ayer domingo por la tarde muchos maestros ignoraban y buscaban la forma de obtener información puntual sobre el tema.
 
Y es que en el tema informativo, no es Veracruz ni México en éstos momentos un espacio de sólida credibilidad, ello porque los rangos de dudas y confusión sobre los programas y acciones encaminadas a la contención de la pandemia que nos aterroriza, privan incluso con notoriedad, según se observa en las redes de Internet no sólo en México, sino en todos los continentes y espacios del mundo entero; escenarios que por sí mismos dejan en claro el drama por el que atraviesa la humanidad y que, incluso está obligando a la suspensión y variación de actividades religiosas, incluyendo alteraciones en las prácticas eclesiales, como son los relativos “a brindar fraternamente la paz” y a los usos y costumbres para “dar y recibir” los sacramentos.
 
De hecho, ya se calcula que la cercana “Semana Santa”, si no es que en todo el mundo sí en gran parte del globo terráqueo, habrá de registrar variaciones con la intención de reducir aglomeraciones e incluso suspender escenarios tradicionales, como lo son las peregrinaciones y muchas de las diversas ceremonias que en México y en innumerables partes del mundo (incluyendo al Vaticano) año tras año se realizan, conformando una tradición que ahora será interrumpida por la peste de los nuevos tiempos.
 

Recordando mis pasado como reportero, recorrí ayer domingo parte de mi tierra cordobesa, rostros preocupados, centros comerciales sin las gigantescas “colas” de consumidores en las cajas de cobro, disminuido nivel de peatones, algunos de ellos con el clásico tapabocas hospitalario transitando por las calles, farmacias con un poco de mayor actividad que en días anteriores, decrecimiento significativo en el número de menores de edad acompañando a sus padres y, por doquiera, ese inocultable rostro con reflejos, con destellos que transmiten preocupación...
 
Incluso la televisión, las radiodifusoras, las mismas redes de internet exponen en frecuentes espacios, escenarios y comentarios que no retratan ni la picardía ni la alegría tradicional, claras referencias lo fueron los partidos de futbol y todo lo vinculado con eventos deportivos, al llevarse a cabo partidos en lúgubres estadios sin asistentes en las tribunas, puertas cerradas a los miles de aficionados que en el país representan millones y que, hoy se encuentran amenazados por una pandemia que surgió del otro lado del mundo, pero que ya ejecutó su presencia en nuestras tierras en las cuales se canta: “Si muero lejos de ti, díganles que estoy dormido y que me traigan aquí”.
 
Y obviamente, los mayormente sorprendidos e internamente sacudidos lo somos los adultos mayores, porque observamos en los rostros de nuestra descendencia, en éstos aciagos días, rostro de preocupación y voces temblorosas que preguntan: “¿Verdad abuelo que no nos va a pasar nada?” y... ¿Qué se le debe contestar a un pequeño que ve y oye por conducto de los medios de comunicación, que son cientos de miles los muertos causados por el coronavirus?... ¿Qué se le debe decir cuando también escucha y ve que la pandemia ya arribó a nuestras tierras y que, ya está más cerca de nuestras puertas?... ¿Qué se le debe decir a un hijo y a un nieto cuando la violencia lo retiró de correr en la calle y, ahora la pandemia lo disfraza con guantes y cubre bocas, para salir a la calle en las cuales había corrido y transitado con libertad?... ¿Qué se le debe decir cuando la pandemia le está arrebatando los pocos espacios que le quedaban, incluyendo ahora los de su iglesia y los de escuela?...
 

Nací y crecí hace 73 años en un mundo y una ciudad veracruzana como Córdoba, con ámbitos de desarrollo sobresalientes y donde a unas cuadras de mi casa, podía nadar en una bella, cristalina y suave corriente de agua, en la cual, incluso se observaban los peces y los cangrejos, área que años después la convirtieron en el Fraccionamiento Alameda... Se habló en aquel entonces que perdíamos aquellos espacios de bellos naranjales y cafetales, porque arribábamos el “desarrollo sostenido” y cuando registro (para abreviar tiempo en la intención del comentario) “los valiosos espacios y ámbitos de bienestar que actualmente se registran en el municipio”, en el estado y en el país, reflexiono: Jamás en mis tiempos de infancia escuché referencias de la actividad delincuencial en dimensiones escalofriantes como la actual, de la misma forma nos manteníamos extraños a los niveles actuales de la contaminación ambiental, así como de las cifras de familias en pobreza extrema, al igual que de pandemias en nuestro entornos como las que ahora, ya después de transcurridas más de siete décadas escucho y veo, cual fantasmas apocalípticos transitar en nuestros entornos.
 
Qué explicación valedera dejaremos a nuestros nietos sobre la violencia que nos agobia, o sobre la pérdida de nuestro poder adquisitivo en función al valor de nuestra moneda... Qué referencias de descargo plantearemos sobre el crecimiento de una significativa pobreza que, porcentualmente sobrepasa cualquier etapa de nuestra historia moderna... Qué apuntes nos librarán de la culpa de la escasa generación de apropiado número y nivel de fuentes de trabajo... Qué argumentos utilizar para responderle a nuestros nietos, que no fuimos capaces de evitar pandemias espantosas que hoy amenazan su existencia, sembrando angustia y desolación en sus mentes inocentes.
 
Debe quedarnos claro que deberíamos intentarlo todo, para evitar que nuestra descendencia no herede en lugar de crecimiento, estabilidad y bienestar, las pandemias que se originan por nuestra incompetencia; por nuestras ambiciones de poder; por nuestras desviaciones, sobre las rutas del desarrollo integral y sostenido por la vía del esfuerzo compartido, no del abuso y la tolerancia de lo absurdo... Y de urgencia, deberíamos destinar todos los esfuerzos, todo el talento y los recursos suficientes, para frenar la pandemia que amenaza a nuestro país y que, lo más vergonzante, origina terror y desamparo entre lo más valioso de todo ser humano, que lo constituye nuestra descendencia... Ahí la dejamos.