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Columnas y artículos de opinión
Causas y efectos
Cuarta Fase: ¿Etapa luctuosa?
Alfredo Ríos Hernández
1 de junio de 2020
alcalorpolitico.com
*Covid-19 y sociedad inexperta
*Depredadores forestales
*heredaran la corrupción
 
Si tal como lo refiere uno de los "memes" que se difunden en las redes de la creciente cibernética, pareciera que de acuerdo a las etapas de la pandemia marcadas por “especialistas médicos”, en el territorio mexicano nos encontramos en el transitar de “la última fase” pero la salida del túnel se encuentra en forma vertical y, aparentemente no disponemos de los instrumentos para escalar, entonces habremos de reflexionar en que “ni la hemos librado, ni estamos en francas posibilidades de superarla con inmediatez”, por tales puntos de vista, no faltan quienes ya refieren que esa nueva estrategia, estilo o modalidad para afrontar la actual etapa de la pandemia, también podría caracterizarse por ser “mayormente luctuosa”, lo que representaría un estremecedor incremente en los niveles de descrédito que ya son palpables en los entornos del Palacio Nacional.
 

Ya se reinician hoy los reencuentros de los trabajadores con sus ámbitos laborales, seguramente con cierto nivel de inasistencia por la incertidumbre e incluso desinformación, así como temores ante las amenazas de contaminación, la regla generalizada es que se debe ejecutar de manera ordenada, programada por etapas, respetando la apropiada distancia, utilizando los “ya habituales cubre bocas”, al tiempo de aplicar operativos de enfermería para checar si alguien registra alguno de los síntomas de probable contagio, como toser, registrar temperatura elevada, pérdida del sabor, así como del olfato, dolores en la garganta y/o en la espalda, al igual que la urgencia de acudir con recurrencia al sanitario.
 
Y qué sucederá con la “sana distancia” en las industrias o almacenes, en los cuales se requiere del concurso de varios operadores muy cercanos los unos con los otros, para alguna de las frecuentes maniobras establecidas de siempre al interior de las empresas... Cuál será la distancia en una tienda entre el empleado abarrotero y el cliente... Qué sucederá en los autobuses de transporte con el obligado uso del pasamanos, tanto para ascender como descender e incluso caminar dentro de los autobuses... Quién vigilará que en todas las aceras de zonas comerciales los peatones cumplan con las distancias y que una banqueta sea, como se dice comúnmente en algunas ciudades “para arriba”, mientras que la otra “para abajo”, pero que por ningún motivo un peatón caprichoso o distraído altere las indicaciones.
 
Así se podría continuar enlistando conductas que, pese a ser irregulares, no son atípicas en los marcos del conglomerado social, mucho menos en lo referente al criterio errado de que las calles son espacios de libertad y que, por lo mismo, en parques y aceras “yo puedo caminar como quiera y cuando quiera”.
 

Incluso debe registrarse con claridad para las evaluaciones ya enunciadas, que en los marcos de plena pandemia (en los que aún continuamos pese a las optimistas referencias oficiales) se tiene información que muchos han sido los que por descuido, por ignorancia o por indolencia, no han utilizado el cubre bocas, pero a más de ello, tampoco respetan a doña “Susana Distancia” en las filas de los supermercados (que incluso están claramente señaladas) escenarios todos ellos que, incuestionablemente, habrán de causar preocupación ante la factibilidad de que, en lugar de progresar con ritmo descendente ganándole espacios a la pandemia, resultáramos con repuntes de impactos mortíferos superiores a los que actualmente estamos afrontando.
 
Incuestionablemente habrá quien ante argumentaciones como las anotadas líneas arriba, refiera que somos adictos hacia tendencias alarmistas, pero las cifras de víctimas, miles de ellas ya sin vida (cerca de cien mil sólo en el territorio mexicano) obligan a todo ser humano a que se evalúen con todo realismo (sin alarmismos, ni catastrofismo) lo relativo a reactivar toda actividad productiva sin una clara cultura sobre la protección de la vida, en ésos escenarios laborales que no sólo reclaman consciencia sobre el riesgo que nos ronda, sino referir con claridad, hechos y efectiva voluntad colectiva de manera mancomunada, tanto de empresarios como de trabajadores y de la comunidad en lo general, para que al reactivarse la actividad productiva de una u otra forma se involucre a la sociedad en su totalidad, en actitudes y aptitudes específicas que, de incumplirse en algunos espacios tales normas imperantes para erradicar la pandemia, podría sobrevenir un escenario de catastrófica mortandad, con mucho mayor dimensión en pérdida de vidas e incluso quebrantos económicos con rangos irremediables.
 
Ángulo singularmente preocupante lo constituye el que la planta productiva del país, no dispone en sus antecedentes sobre el tema de una experiencia pandémica que colateralmente ha producido efectos notoriamente dañinos, tanto para el sector productivo como para la administración gubernamental, registrando sus impactos lastimosos en los núcleos laborales que, de acuerdo a confiables evaluaciones, constituyen las primeras víctimas económicas originadas por los efectos de nuestro pandémico escenario.
 

Y evitemos el referir que los negativos panoramas actuales (en los rangos de los efectos por el Covid-19) tienen su origen en los espacios administrativos de la Cuarta Transformación, porque en principio la insuficiencia para la asistencia médica tanto en lo tecnológico como en disponibilidad de espacios ya existía de tiempo atrás, a más que en muchos otros países los escenarios fueron los mismos, incluyendo áreas de significativo poderío financiero y tecnológico como lo es Estados Unidos de Norteamérica, donde la cifra de contagios y fallecimientos no es nada alentador.
 
Hoy se puede escribir que el mortífero Covid-19 también resultó algo así como portador de la “llave de Pandora”, que origina el que se abriera ante nuestra inevitable mirada la realidad de nuestro entorno y, lo que es más, de nuestro preocupante e inmediato porvenir, porque la caja de Pandora contenía todos los males que la humanidad pudiera imaginar y... Aún más que eso.
 
El dictamen de daños y perjuicios originado por el Covid-19 aún no se ha determinado, porque sigue causando estragos y agregado a lo peor, que es la pérdida de vidas con cifras escalofriantes, ya advertimos en nuestros entornos los daños materiales, porque la pandemia paralizó nuestra productividad, fuera mucha o resultara insuficiente lo que teníamos resultaba mucho más que nada y, en muchos ámbitos de la productividad nada hemos generado en el transcurrir de varias semanas, son los pandémicos efectos colaterales que se veían venir pero que muchos, incluyendo a integrantes del sector público no los tomó por sorpresa, no señor, a México nos tomó con impotencia porque la parálisis financiera la veíamos venir, pero no encontramos forma para evitarla.
 

Por tales efectos colaterales a la pandemia que en gran medida paralizaron la economía y, al mismo tiempo, dejaron sin ingresos a numerosos sectores de la población, hoy el Gobierno de la República tiene prisa para reabrir los portones de la actividad económica en lo general, porque estamos atrapados en las orillas del precipicio identificado como quebranto, con millones de trabajadores paralizados y sin recibir ingresos, con miles de empresas en puntos de quebranto, con hospitales donde priva la angustia por el incremento en el desarrollo pandémico, por familias enclaustradas que ya arrasaron con sus alcancías y se encuentra al borde de la claustrofobia.
 
México al igual que muchos otros países transitan por el quebranto generalizado, pero no oficializado; por un quebranto enmarcado en la parálisis por el enclaustramiento, cuya recuperación no podrá ser inmediata, no sólo por los riesgos de un mayor aceleramiento en el desarrollo pandémico, sino también porque las cosas en economía van igual que en el Palacio: “Muy despacio”.
 
Así, entre los elevados riesgos de que avancen los efectos mortíferos de la aún incontrolada pandemia, el Gobierno de la Transformación decide la reapertura de centros laborales (que se apeguen a las reglas vigentes para evitar contagios pandémicos) lo que muchos refieren que nos la estamos rifando en un “volado”, o sea, con resultados inciertos sólo cimentados en la buena fortuna, escenarios que no sólo privan en tierras mexicanas, sino que se registran en prácticamente todo el mundo.
 

Y es que debe calificarse como inobjetable, que privan reclamos de innumerable número de familias que paralelamente al arribo de la pandemia, se quedaron sin los ingresos cotidianos, lo que equivale a la otra pandemia que de tiempo atrás persiste en el territorio nacional, la falta de oportunidades para alcanzar más y mejores niveles de vida, ausencia que nos coloca muy cercanos a los ámbitos de la pobreza e incluso la miseria... Por ello surgió la “Cuarta Transformación”.
 
Lo que se lee
 
Señala el veterano político Ricardo Monreal, que precisamente “los jóvenes son el futuro para acabar con la corrupción”... Ante tales apuntes... Qué es lo que podríamos esperar en los actuales días, si de acuerdo a lo que se observa, la mayoría de los titulares en las áreas administrativas y ejecutivas del Gobierno de la Transformación, no son precisamente jóvenes y, por el contrario, muchos son verdaderos veteranos no sólo en las artes del oficio de mandar, sino también por las numerosos páginas del calendario por las que han transitado, a los que, en algunos casos muy notorios, no se les podrían acreditar rangos de impecable honorabilidad y eficacia en sus transitar por la administración pública.
 

Lo que se ve
 
Que elementos de la Fuerza Civil iniciaron su arribo a las áreas boscosas ubicadas en las faldas del Pico de Orizaba (ya bastante depredadas) para detener la deforestación que sistemáticamente se ejecuta por grupos de taladores, tanto de las regiones veracruzanas como poblanas, área que constituye una de las joyas de la naturaleza, que es calificada como la fuente de vida más importante para millones de mexicanos que habitan tanto en tierras veracruzanas, como en otras regiones como Puebla.
 
Décadas tiene que la depredación forestal constituye una práctica tradicional, que bien es identificada tanto en lo relativo a la deforestación como a la comercialización de madera, pero régimen tras régimen e, incluso partido político tras partido político, que han transitado por los núcleos de la administración pública, resultan de alguna forma siempre impotentes o incompetentes, para rescatar a las faldas de la montaña de una de las depredaciones forestales más dramáticas en la historia del país... Bueno es el arribo de fuerzas destinadas a frenar la deforestación, pero pocas esperanzas se registran ante una larga historia de intentos fallidos en el mismo sentido... Ya se verá.