1.- Ahora que la tormenta Trump recorre los mares y océanos, el fantasma de la guerra permea en los espíritus débiles, como si a capricho del presidente de USA los países a los que ha agraviado con sus resoluciones ejecutivas xenófobas y discriminatorias, estuvieran dispuestas a sacrificar a sus pueblos porque el supuesto dueño de esa tierra de América no quiere que lleguen a ella.
 
Los agraviados ya construyen un catálogo de alternativas para sugerir como contrarrestar a quien en menos de quince días, ha puesto en el papel, al mundo de cabeza.
 
Las manifestaciones se multiplican dentro y fuera de América. Pareciera como si hubiera un concierto de voluntades para repudiar las proclamas de quien tiene el poder de la firma en la Casa Blanca.

 
Un recordado discurso del sacrificado presidente John F. Kennedy circula en el mundo. No quería muros; no quería separar familias; no sería desunir a padres de hijos; a esposos de esposas; porque los muros son discriminatorios y atentan contra la humanidad. Porque los muros sólo sirven para atentar contra la humanidad y propiciar su exterminio.
 
2.- El pueblo de los Estados Unidos de América <<sólo de una parte de Norteamérica>> no quiere eso y por eso protestan.
 
Las firmas del presidente Trump han arrasado de unos plumazos, lo que tanto esfuerzo les ha costado construir.

 
El respeto a los más elementales principios de la convivencia humana.
 
Ya hay convocatorias en el mundo para cerrar las puertas a todo lo norteamericano: refrescos, carros, ropas, viajes a Disneylandia, visitas a la Estatua de la Libertad en el Islote Elizabeth, frente a Manhathan, Las Vegas, etcétera.
 
Y lo que se acumule.

 
3.- En algo más tangible, aquí, a la vuelta de la esquina, se han calmado las ambiciones, pero en el Puerto de Veracruz, un señor llamado Marlon Ramírez Marín, o algo así, se ha “inconformado” con la decisión cupular de instalar a Renato Alarcón Guevara en el principal escritorio del edificio tricolor de la avenida Ruiz Cortines.
 
“Que lo impusieron” reclama y hace reclamar a sus corifeos, a la claque que anda moviendo por las calles del puerto para que lo “impongan a él”. Pero allí se quedará.
 
Quiere “que lo convenzan de que no tiene razón” con un cargo que tendrá que ser partidista porque nóminas de gobierno, ya no hay. Se acabó ese modus operandi que conoció el “protestante” en los tiempos recién idos.

 
Y si Renato es prudente, que debe serlo para bien de su causa, debe enviarlo como Delegado a la Isla de Sacrificios. No da para más.
 
Y por supuesto, ocuparse de otras cosas más importantes para justificar lo que sus “padrinos” han tenido que gastar políticamente para que despache en su cargo con cierta tranquilidad
 
P.D.- Ojalá que un nuevo gasolinazo no venga a estropear el apoyo que las bases de la sociedad le están dando al Presidente Enrique Peña Nieto. Que sus asesores lo entiendan. Unos pesos menos bien vale la pena.