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Columnas y artículos de opinión
Diario de un reportero
Veracruz en Viena
Miguel Molina
27 de julio de 2017
alcalorpolitico.com
Caminamos y caminamos. Vimos obras de Klimt, de Picasso, de Monet, de Modigliani, de Kirchner, de quién sabe cuántos otros maestros que veían la luz más allá de las cosas y lograron ponerla a golpe de pincel en lo que hicieron.
 
También probamos schnitzels y goulashes y vinos exquisitos, y comenzamos a festejar un año más en El Camello Negro con un helado de lavanda que tenía un copete de algodón de azúcar...
 
Pero aunque estábamos en Viena no pudimos olvidar que Javier N está en la cárcel, y leímos opiniones de toda clase sobre lo que va a pasar con el aprendiz de político durante cuyo gobierno desaparecieron miles y miles de millones de pesos y se crearon fortunas inexplicables sin que ninguna contraloría se diera cuenta.
 

En fin, nada nuevo. O sí: el gobernador Miguel Ángel Yunes envió una iniciativa para crear un fideicomiso que se encargaría de restructurar la deuda de Veracruz, asunto que el Congreso iba a analizar en estos días de incertidumbre. Porque nada es seguro, ni siquiera el poder de los diputados, que hace tiempo le dieron al Ejecutivo noventa días para informar sobre los ajustes del gasto y siguen esperando.
 
Según el presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso, Sergio Hernández Hernández, la medida servirá para – entre otras cosas – mejorar la calificación crediticia de Veracruz que tiene la entidad (desde febrero es BB negativa, de acuerdo con El Economista).
 
Al parecer, la iniciativa del gobernador busca que el nuevo fideicomiso (y no el Estado) pague con participaciones federales que recibe Veracruz todos los créditos que debe, en un plazo de treinta años.
 

"Si se aprueba este modificatorio, podría instalarse un fideicomiso sin estructura que permita una calificación AAA, que es la máxima calificación crediticia", declaró el diputado Rodríguez. La medida "ayudaría a que la reestructuración pueda alcanzar niveles más exitosos para la recontratación de la deuda".
 
Pero quién sabe. No ha habido claridad en el gasto, y nada garantiza que vaya a haber claridad en la renegociación de la deuda, sobre todo porque no habrá un responsable directo ni una estructura específica en el fideicomiso que propone el poder Ejecutivo. Y es una lástima, porque el tiempo pasa y no hay cambios.
 
Lo único que tiene el gobierno de Veracruz para solucionar el problema de la deuda son las participaciones federales (por no hablar de la bursatilización de otros ingresos, mecanismo que usaron los gobernadores Fidel Herrera y Javier Duarte, y que se menciona en el artículo tercero del decreto 258).
 

No es fácil, porque la cosa pública nunca ha sido fácil. Pero si uno busca en los rincones del decreto y desentraña los laberintos lingüísticos de las leyes entenderá que el resultado de todo esto será que haya menos dinero para obras y servicios, algo a lo que habrá que irse acostumbrando porque habría pasado con cualquier otro gobierno.
 
Ahora, si uno se pone a pensar en el costo político de la austeridad y la falta de claridad en los manejos de las finanzas estatales se dará cuenta de que la elección de gobernador el año que viene no será fácil para nadie. Ni para los partidos, ni para los aspirantes, ni para los veracruzanos.
 
Y luego nos perdimos de nuevo en las calles vienesas, tal vez siguiendo sin saber los pasos de Mozart, de Beethoven, de Mahler, de Freud, de Zweig, pensando sin querer en los malos pasos de quienes gobernaron Veracruz y pasaron directamente del poder al basurero de la historia...