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Columnas y artículos de opinión
Diario de un reportero
Alguien se encargará
Miguel Molina
9 de febrero de 2024
alcalorpolitico.com
Alguien se encargará de entender y explicar qué significa la nueva andanada de propuestas presidenciales para hacer reformas profundas a la Constitución, cuando faltan algunos meses para las elecciones. El sentido común diría que esos cambios podrían haberse producido al principio del gobierno, y no al final: dentro de cuatro meses, minutos más o menos, cuando sepamos cuántos votaron por quién, comenzará el cambio del poder político que conocemos. Aunque quién sabe.

Habrá otros o se quedarán los mismos – buenos y malos y malandros y mediocres – en todas partes, en todos los niveles, hasta llenar veinte mil doscientos sesenta y tres cargos, seiscientos veintinueve de ellos federales. Ellos – y ellas – van a heredar las consecuencias económicas y políticas del gobierno de López Obrador y de su proyecto de reforma de última hora, en temporada de campañas y elecciones.

Las propuestas que van a pasar van a pasar. Y la oposición conservadora y neoliberal será responsable por las que no pasen, porque no hay que perder de vista que – como explica el analista político Jorge Zepeda Patterson – entre las reformas de López Obrador hay algunas que son oportunas, otras que son inoportunas, y otras que son oportunistas. Poco importa, porque la gente vota por los grandes proyectos, sin preguntarse quién los va a hacer realidad, y cómo, y cuánto va a costar. Alguien se encargará de explicar todo eso.


Lo del agua al agua

La reforma que se me quedó en la memoria fue la que propone hacer respetar las zonas con escasez de agua y solo autorizar en ellas concesiones para uso doméstico. Y eso está bien, aunque solamente se refiera a la minería y no limite el uso del agua de otras industrias.

Lo que no se ve son ganas de atacar de frente el problema del agua, que es real y puede volverse grave. Sesenta por ciento del territorio nacional sufre por la sequía. Más de la mitad de las presas del país están a menos de cincuenta por ciento de su capacidad, aunque ocho de ellas todavía están llenas.


Las presas que abastecen el sistema Cutzamala, que surte de agua a la Ciudad de México, tienen niveles de almacenamiento de agua por debajo de cuarenta por ciento. Según el Organismo de Cuenca de Aguas del Valle de México, el agua para la zona conurbada de la capital del país se va a acabar por ahí del veintiséis de junio de este año.

En el norte y en el sur de Veracruz, por ejemplo, hay veintisiete municipios que sufren sequía extrema y veintiséis que sufren sequía severa. En total, hay más cien municipios afectados por la falta de agua. Hay indicadores que pronostican una grave escasez de agua en las regiones Costera y de las Altas Montañas.

La sequía está obligando a productores a vender su ganado antes de que sea demasiado tarde. Muchos agricultores han perdido desde el año pasado. La prensa informa cuántas colonias de qué ciudad se quedarán cuántos días sin servicio de agua. Y mientras eso pasa, el presupuesto para infraestructura hidráulica se redujo a cuarenta y siete mil quinientos millones de pesos, una fracción de lo que se ha invertido en trenes y refinerías.


Este año, la Conagua tendrá sesenta y dos mil millones de pesos para el trabajo de administrar el abasto de agua en todo el país. El año pasado tuvo setenta y un mil seiscientos millones de pesos. El Consejo Consultivo del Agua, donde hay expertos en el tema, recomienda que Conagua reciba un presupuesto de ciento veinte mil millones de pesos. Pero no hay de eso. Ni hay agua.

Desde el balcón

Uno sale a la tarde y tiembla. Es cielo es gris y la brisa es fresca y húmeda. Mientras la malta baila en la lengua, uno piensa cómo se miden trescientos millones de pesos en efectivo (es decir, billetes, seiscientos mil billetes de quinientos, digamos, para no sacar cuentas más detalladas): puede ser que se midan en metros cúbicos de fajos de a tanto cada uno, puede ser que se apilen contra una pared en varias columnas para que la gente vea hasta dónde llega el dinero, puede ser que los billetes se arrojen al aire y sofoquen a quien los arroja y terminen por sepultarlo en un mar de papel con poder adquisitivo. Todo puede ser.


Ah, la malta es tibia y suave. Anochece. Por allá grazna un cuervo, y uno piensa en los trescientos millones de pesos que el gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García Jiménez, encontró en el lugar en que los había escondido Jorge Winckler, quien fue Procurador de Justicia durante el bienio de Miguel Ángel Yunes Linares. "Hay pruebas", declaró el ingeniero García Jiménez.

Uno lee que José Luis Lima Franco, el secretario de Finanzas del gobierno estatal, declaró que él no tiene idea de los trescientos millones que dice García Jiménez. Y uno piensa que hay gente a la que se le pierden las llaves de la casa, o el lapicero, y calcula en qué bolsillo cabe tanto dinero, en que maletín, en qué caja de huevos, en qué oficina que nadie limpió durante todos esos años.

El último trago de malta se despide con un dejo de jerez y sabores de roble.