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Columnas y artículos de opinión
Diario de un reportero
Ver, oír, recordar, decidir
Miguel Molina
23 de noviembre de 2023
alcalorpolitico.com
Y de aquí a junio habrá más candidatos, más campañas, y la atención pública irá de los asuntos pendientes – desaparecidos, Acapulco y otros lugares afectados por el mal tiempo, la violencia que se resiste a los abrazos, cosas que no estaban programadas – a campañas en torno a una democracia sin nuevas ideas. Otra vez.

Habrá que elegir a quinientos diputados, a ciento veintiocho senadores, y una Presidenta – o Presidente, porque uno nunca sabe –, y ocho gobernadores y una jefa de gobierno en la Ciudad de México. En los estados habrá que elegir nuevas legislaturas, y nuevos alcaldes, y así hasta completar más o menos los veinte mil puestos que ocuparán quienes tengan más votos dentro de siete meses.

Es cuestión de hacer cuentas. Si hubiera tres candidatos para cada cargo, habría que pensar en sesenta mil personas, más los asesores, los asistentes, y el cortejo que rodea a los protagonistas, y los equipos de logística y apoyo, y etcétera. Si cada uno esos sesenta mil aspirantes tuviera un equipo mínimo de cinco personas, el número ascendería a unos trescientos mil. Si todos se fueran a vivir al mismo lugar, llenarían una ciudad más grande que Coatzacoalcos.


De ahí tendrán que escoger los electores – el Instituto Nacional Electoral espera que participen noventa y ocho millones de votantes – con la esperanza de que los elegidos puedan mejorar el camino de la patria o corregir el rumbo que lleva. Y nos quedan seis meses para ver, oír, recordar, y decidir, aunque el tiempo pasa rápido en la política.

Crítica sin odio y sin desprecio

Dice, y dice bien, Jorge Zepeda Patterson cuando analiza lo que pasó en Argentina con la elección de Javier Milei: La conclusión es inevitable: no importa cómo y quién gobierne, los ciudadanos prefieren otra cosa, y parecería, que entre más distinta, mejor. Esa preferencia por lo otro revela que la gente no solo está molesta; además detesta lo que huela a clase política y está dispuesta a apostar, sin muchos miramientos, a quien critique al poder vigene de manera frontal y descarnada.


Para el analista, que yo considero como una voz de cordura ante el coro desafinado de la política mexicana, un paso en la dirección necesaria sería erradicar, o al menos usar con la excepcionalidad que merece, nociones como catástrofe, tirano, ignorantes, bola de ineptos (o corruptos, imbéciles y equivalentes) para referirnos a los de enfrente. No evitar la crítica sino hacerla desde otro sitio que no sea el odio ni el desprecio.

Ni el odio ni el desprecio.

Desde el balcón


Llovía la primera vez que uno escribió estas palabras, una tarde de septiembre de hace dos años. Ya no había tequila ­– como entonces – para celebrar la independencia, pero había algo en el viento que trajo a la memoria los versos de Carlos Castro Saavedra, colombiano universal que encontró la patria en todas partes:

Cuando se pueda andar por las aldeas/ y los pueblos sin ángel de la guarda./Cuando sean más claros los caminos/ y brillen más las vidas que las armas./ Cuando en el trigo nazcan amapolas/ y nadie diga que la tierra sangra./ Cuando la espada que usa la justicia/ aunque desnuda se conserve casta./ Cuando reyes y siervos junto al fuego,/ fuego sean de amor y de esperanza./ Cuando de noche grupos de fusiles/no despierten al hijo con su habla./ Cuando al mirar la madre no se sienta/dolor en la mirada y en el alma.../ Cuando la paz recobre su paloma/ y acudan los vecinos a mirarla./ Cuando el amor sacuda las cadenas/y le nazcan dos alas en la espalda./ Sólo en aquella hora podrá el hombre decir/ que tiene patria.