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Columnas y artículos de opinión
Diario de un reportero
El video y las ambulancias
Miguel Molina
18 de julio de 2019
alcalorpolitico.com
Todos lo vimos. El video de Javier Duarte desde un balcón en Guatemala dijo más que las palabras del ex gobernador de Veracruz, quien anunció que lo iban a detener en cualquier momento, y aseguró que se entregó porque hubo un acuerdo para que dejaran en paz a su familia.
 
El video estaba en todas partes. Y en muchas de ellas – donde era posible y porque era mediodía en México – había personas que no creían lo que dijo Duarte, había personas que no creían lo que decían los medios, y había personas que no creían nada porque ya no esperaban nada del raquítico sistema de justicia de Veracruz y del país.
 
Pero más allá de lo que se pueda creer, hay datos claros que revelan la raíz del árbol del problema. Por confesión propia (en el video) Duarte acepta haber participado en un acuerdo – del que no ofrece más pruebas que su dicho – mediante el cual la justicia dejaría en paz a sus familiares a cambio de que se entregara.
 

Cierto o no, el arreglo implica complicidades que muestran la naturaleza y el tamaño de la corrupción. El video es muestra palpable de que alguien (Duarte en primer lugar) trata de influir en las autoridades para impedir que se cumpla la ley. Según el ex gobernador, hay otras grabaciones comprometedoras que, a fin de cuentas, sólo prueban que es tan corrupto como pensamos.
 
Al parecer, Duarte piensa – como ya han señalado algunos analistas – conseguir un trato favorable y un desistimiento de las investigaciones en torno suyo (y de su esposa y de algunos de sus ex colaboradores) mediante la publicación de videos y otras pruebas que según él involucran a poderosos personajes de ayer y de ahora. Pero no ha habido pruebas. Duarte ha publicado opiniones pero no hechos.
 
Alguien está usando al ex gobernador, y el ex gobernador se está dejando usar, para dar golpes políticos. Eso no es sano. Y no va a terminar bien porque comenzó mal. Todos lo hemos visto.
 

El último viaje de la ambulancia
 
Esta semana, la única ambulancia que hay en Misantla (donde hace cuatro o cinco traslados cada día) hará su último viaje y se irá a Xalapa y se podrá a disposición de alguna autoridad mayor o menor, por órdenes del gobierno del Estado. Y Misantla se quedará sin ambulancia. A ver cómo se las arreglan quienes necesiten el servicio.
 
(Antes de seguir con esta historia, debo aclarar que una familiar mía es funcionaria del Ayuntamiento, aunque eso no es lo que me hace escribir estas líneas ni fue ella quien me pasó la información, que de todos modos sería pública.)
 

Escribo porque lo más probable es que cualquier otra ciudad del estado o del país donde haya ambulancias del Seguro Popular – que dejó de existir a principios de este año – pierda el servicio. Eso es grave.
 
En Veracruz hay más de cien municipios que recibieron vehículos en comodato, y tendrán que devolverlos al gobierno del Estado mientras se organiza una nueva institución que haga lo mismo que la otra, pero con otro nombre.
 
Mientras eso pasa, muchos veracruzanos se van a quedar sin servicio de ambulancia en los momentos más delicados de la vida, porque nadie necesita una ambulancia para pasarla bien.
 

A ver qué dicen los misantecos (y los demás veracruzanos afectados), que sin duda van a hablar en las redes sociales dentro de no mucho tiempo y en las urnas cuando les toque, porque no se puede jugar con la urgencia ni con el dolor. No se vale.