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Columnas y artículos de opinión
Trinchera Final
Cincuenta años si cuentan...
Jenaro del Ángel Amador
22 de diciembre de 2019
alcalorpolitico.com
1.- Ayer [21 de diciembre] se cumplieron cincuenta años de que contrajimos matrimonio mi esposa Rosa Aurora Rueda Rauda y yo. Parece que fue ayer porque el tiempo tiene esa virtud: Pasa y pasa y no se siente, a menos que alguna dolencia lo reclame al paso de los años.
 
Cincuenta años que se iniciaron aquí, en Xalapa y hasta en tanto el tiempo lo permita, así seguirá. Ciertamente; cincuenta años que se iniciaron en un departamento de la calle de Magnolia; se trasladaron a la calle de Bustamante, al lado de los Tecajetes y han proseguido en la calle de Pomona y allí seguirán.
 
Se dice pronto y ante las evidencias, ha transcurrido el ejercicio profesional de Rosa Aurora como Maestra de Educación Primaria por más de treinta años. Por mi parte, he ido del desempeño de mi profesión como licenciado en derecho; pasando por la política hasta la actualidad: el desempeño del Notariado en las goteras del lugar de donde partí hacia estas tierras.
 

Nada ha sido fácil; ni siquiera el advenimiento de la familia propia; de esa que se forja en dos personas y se traduce en varias.
 
Tres hijos llegaron con el transcurso del tiempo y ellos mismos han sentido que en la vida, nada es fácil, ni siquiera sentarse a ver cómo pasan las horas y los días. Allí están como testigos Jenaro Alfonso, Jennifer y Antonio Andrés.
 
Y allí vamos, empujando las horas y los días para cumplir con el reloj de la vida que deja de trabajar cuando se cierra el ciclo.
 

Cincuenta años de matrimonio no es una simple anécdota. Es una suma de esfuerzos y una constante conciliación en la que todo cuenta.
 
No uno siempre tiene la razón. El tejido para que sea fuerte, exige el concurso de dos sumas: La de uno y la de otra.
 
Por esa razón, cincuenta años no son fáciles de transcurrir en ningún calendario de la historia. Y celebrarlos no exige fiestas ni cohetes. Basta con seguir la vida con lo que a uno y a otro nos es común: Que la familia se mantenga cohesionada y viva.
 

No más. Lo que venga después es de otra voluntad que no vemos ni oímos.
 
Por esa y otras razones, cincuenta años de vida en común, no es cualquier cosa.
 
Y le doy las gracias a Rosa Aurora por todo su tiempo, su paciencia y su amor.
 

Y hay quienes dicen que cincuenta años es toda una vida.
 
Y así es.