24 de octubre de 2025
alcalorpolitico.com
México estaba deshaciéndose económicamente, por culpa del expresidente Echeverría y de él y, en su último informe, tras supuestamente asumir responsabilidades al decir en la Cámara de Diputados “no vengo aquí a vender paraísos perdidos ni a buscar indulgencias históricas”, López Portillo sí terminó justificándose, porque en este mundo, ante los problemas y en las crisis, todos se justifican.
El presidente Díaz Ordaz dejó una deuda externa de alrededor de 6 mil millones de dólares y el peso costando 12.50 por dólar, Echeverría y su populismo con corrupción la elevó a unos 20 mil millones de dólares y dejó nuestra moneda en 22 pesos por dólar y López Portillo con su corrupción, mala apuesta al petróleo, expropiación de la banca y resintiendo el alza a las tasas de interés internacionales pulverizó el peso pues para comprar un dólar había que pagar 70 pesos y la deuda creció hasta unos 86 mil millones de dólares.
Así que, en su último informe de gobierno, antes de llorar y pedir perdón a los desposeídos, López Portillo argumentó que decir la verdad era su obligación, pero también su derecho y soltó, para justificarse, esta frase que quedó para el anecdotario político:
“Soy responsable del timón pero no de la tormenta”.
Así se está ahora con la catástrofe provocada por las lluvias e inundaciones en el norte del Estado. Todo mundo –funcionarios y políticos- se justifica, todo mundo dice que sí hizo lo que había que hacer antes y después de la tragedia, todo mundo ayuda y son más los que solo lo hacen para la foto y finalmente el apoyo efectivo es el que, como siempre, le da el pueblo al pueblo.
Sí, llovió en tal cantidad como pocas veces, pero también fue notorio que no hubo las alertas necesarias.
¿Hubo o no hubo el alertamiento adecuado? No lo hubo y para quienes creen que sí, ya verán como de aquí en adelante, antes de que empiecen las temporadas de huracanes y durante ellas, sí habrá los avisos y alertamientos correctos, para que todos se enteren de lo que puede ocurrir.
La secretaria de Protección Civil, Guadalupe Osorno -lo repetimos- no sabía nada de crisis por fenómeno naturales. Durante los 6 años que estuvo en el mismo cargo, con Cuitláhuac García, atendió algunas inundaciones fuertes, pero nada que llegara a nivel crítico. Por eso ahora su desconocimiento.
Otros funcionarios están igual o peor, aprendiendo la geografía del estado y conociendo nombres de municipios y su ubicación y que no todo es Poza Rica y Álamo.
Ahora saben que el Cazones es un río de respuesta rápida, igual que los ubicados en la sierra huasteca y en otras zonas de Veracruz.
Ilamatlán y Zontecomatlán son lugares que, a lo mejor, habían escuchado que existían o de plano no sabían de su existencia y es probable que por eso pasaron 2 o 3 días para que fueran atendidos y rescatados pobladores y maestros.
Fueron los paisanos no tan afectados y los que migraron a Estados Unidos y Canadá los que primero se organizaron para contratar helicópteros y poder auxiliar a quienes estaban sufriendo y con miedo.
El censo de afectados aún no termina en Álamo, menos las labores de limpieza, así que ¿sabrán en el Gobierno del Estado qué pueblos de la sierra huasteca fueron arrasados?
A lo mejor argumentan, para justificar su no presencia o no ayuda como debiera ser, que en tal pueblito solo perdieron unas 80 vacas y el agua se llevó unas cuantas casitas. Uf, eso es una tragedia para esas localidades.
En Zontecomatlán, por decir algo, la gente tiene contabilizados 34 vehículos arrasados por el agua. Comparado con Poza Rica o Álamo no es nada, pero 34 vehículos es como el 70 por ciento del parque vehicular en esa cabecera municipal.
El gobierno de Rocío Nahle sí está rebasado por la tragedia y la principal reacción de la gobernadora es el enojo, así que ojalá la presidenta Claudia Sheinbaum siga yendo a las zonas dañadas, para que personalmente vea y evalúe las necesidades y ordene lo necesario.
No hay responsables de la tormenta, pero alguien debe hacerse correctamente cargo del timón, de lo contrario la catástrofe será peor.
El presidente Díaz Ordaz dejó una deuda externa de alrededor de 6 mil millones de dólares y el peso costando 12.50 por dólar, Echeverría y su populismo con corrupción la elevó a unos 20 mil millones de dólares y dejó nuestra moneda en 22 pesos por dólar y López Portillo con su corrupción, mala apuesta al petróleo, expropiación de la banca y resintiendo el alza a las tasas de interés internacionales pulverizó el peso pues para comprar un dólar había que pagar 70 pesos y la deuda creció hasta unos 86 mil millones de dólares.
Así que, en su último informe de gobierno, antes de llorar y pedir perdón a los desposeídos, López Portillo argumentó que decir la verdad era su obligación, pero también su derecho y soltó, para justificarse, esta frase que quedó para el anecdotario político:
“Soy responsable del timón pero no de la tormenta”.
Así se está ahora con la catástrofe provocada por las lluvias e inundaciones en el norte del Estado. Todo mundo –funcionarios y políticos- se justifica, todo mundo dice que sí hizo lo que había que hacer antes y después de la tragedia, todo mundo ayuda y son más los que solo lo hacen para la foto y finalmente el apoyo efectivo es el que, como siempre, le da el pueblo al pueblo.
Sí, llovió en tal cantidad como pocas veces, pero también fue notorio que no hubo las alertas necesarias.
¿Hubo o no hubo el alertamiento adecuado? No lo hubo y para quienes creen que sí, ya verán como de aquí en adelante, antes de que empiecen las temporadas de huracanes y durante ellas, sí habrá los avisos y alertamientos correctos, para que todos se enteren de lo que puede ocurrir.
La secretaria de Protección Civil, Guadalupe Osorno -lo repetimos- no sabía nada de crisis por fenómeno naturales. Durante los 6 años que estuvo en el mismo cargo, con Cuitláhuac García, atendió algunas inundaciones fuertes, pero nada que llegara a nivel crítico. Por eso ahora su desconocimiento.
Otros funcionarios están igual o peor, aprendiendo la geografía del estado y conociendo nombres de municipios y su ubicación y que no todo es Poza Rica y Álamo.
Ahora saben que el Cazones es un río de respuesta rápida, igual que los ubicados en la sierra huasteca y en otras zonas de Veracruz.
Ilamatlán y Zontecomatlán son lugares que, a lo mejor, habían escuchado que existían o de plano no sabían de su existencia y es probable que por eso pasaron 2 o 3 días para que fueran atendidos y rescatados pobladores y maestros.
Fueron los paisanos no tan afectados y los que migraron a Estados Unidos y Canadá los que primero se organizaron para contratar helicópteros y poder auxiliar a quienes estaban sufriendo y con miedo.
El censo de afectados aún no termina en Álamo, menos las labores de limpieza, así que ¿sabrán en el Gobierno del Estado qué pueblos de la sierra huasteca fueron arrasados?
A lo mejor argumentan, para justificar su no presencia o no ayuda como debiera ser, que en tal pueblito solo perdieron unas 80 vacas y el agua se llevó unas cuantas casitas. Uf, eso es una tragedia para esas localidades.
En Zontecomatlán, por decir algo, la gente tiene contabilizados 34 vehículos arrasados por el agua. Comparado con Poza Rica o Álamo no es nada, pero 34 vehículos es como el 70 por ciento del parque vehicular en esa cabecera municipal.
El gobierno de Rocío Nahle sí está rebasado por la tragedia y la principal reacción de la gobernadora es el enojo, así que ojalá la presidenta Claudia Sheinbaum siga yendo a las zonas dañadas, para que personalmente vea y evalúe las necesidades y ordene lo necesario.
No hay responsables de la tormenta, pero alguien debe hacerse correctamente cargo del timón, de lo contrario la catástrofe será peor.