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Columnas y artículos de opinión
Diario de un reportero
El fakelaki y la risa de la tía Jane
Miguel Molina
16 de febrero de 2012
alcalorpolitico.com
El domingo comenzó con una fuerte lluvia en Atenas, y luego hubo lloviznas y después hubo protestas, pero la tía Jane aprovechó para ir a la oficina y trabajar en su declaración de impuestos. Tal vez fue la única persona que pensó en eso ese día.
 
Pocas horas después, mientras el Parlamento debatía medidas para hacer frente a la crisis económica del país, una turba que nadie ha logrado asociar con los manifestantes comenzó a incendiar y a saquear restaurantes y cafés.
 
En el desmadre, la policía usó gases lacrimógenos y cuerpos antimotines para dispersar a una multitud que respondía con piedras de mármol y cocteles Molotov, pero no ha nacido la policía que pueda dispersar a un país donde la mayoría ya no tiene mucho que perder.
 
Cuando amaneció el lunes, el centro de Atenas - una ciudad habitada desde hace siete mil años - se había convertido en escombros humeantes. La turba quemó edificios (entre ellos los dos cines más antiguos de la ciudad), tiendas y oficinas, vehículos y árboles.
 
El Parlamento terminó por aprobar todavía más recortes que afectan los salarios mínimos, las pensiones, el empleo. Uno sabe que en las calles de Atenas se alzan muros de basura, que deambulan personas que se han quedado sin casa y sin nada más, que hay indignación y miedo.
 
Un diputado griego declaró al dominical londinense The Observer que la clase política no quiere transformar a Grecia en "un Estado marginal del Tercer Mundo en que los ciudadanos se vean forzados a vivir con salarios de esclavos".
 
Uno se imagina al legislador, serio, fumando con la mirada puesta en un futuro incierto. Uno lo oye advirtiendo que si el gobierno aprobaba las medidas que impone la Unión Europea "es exactamente lo que va a pasar". Lo que no dijo el parlamentario es qué iba a pasar si no aprobaban esas medidas.
 
Grecia, como otros países, floreció en el seno de la Unión Europea, si me permiten la metáfora. Como en otros países, hubo inversión en infraestructura pero no hubo mucho más. El país crecía con el euro, pero seguía viviendo con fakelaki (sobres para agilizar lo que fuera) y rousfeti (recomendaciones políticas en pago de favores pasados o futuros).
 
Es un caso triste, porque la sociedad que creó la civilización parece haber olvidado la importancia de la participación cívica. Hace dos años, Stavros Katsios, profesor de la Universidad Jónica en Corfu, lamentaba en las páginas del Wall Street Journal que los griegos no tuvieran una cultura social, y que la gente calificara de idiota a quien observa las leyes y, por ejemplo, paga impuestos.
 
La tía Jane está preocupada por lo que pasa, pero no mucho. Después de tantos años de vivir en Atenas es más griega que británica, aunque su raíz extranjera le permite ver las cosas desde ángulos que los griegos no tienen. Y coincide con lo que dicen unos y han estudiado otros: la tragedia de Grecia es la corrupción.
 
Uno piensa en Iannis Papandreou, un empleado público que sigue con permiso de paternidad aunque su hijo ya tiene año y medio. O en Giorgios, que tiene garantizado un puesto de profesor Hay muchos como Iannis. Y hay otros - su nombre es multitud - que han aprovechado la corrupción más que Iannis heredando puestos, comprando cargos, evadiendo obligaciones fiscales y de las otras.
 
Lo que pasa ahora en Grecia puede pasar más tarde en otras partes, cerca y lejos. No es la primera vez que un gobierno contrae deudas que no podrá pagar, ni es la última vez que se incurre en arreglos financieros que comprometen el futuro de quienes no han votado por los firmantes porque no han nacido.
 
La tía Jane no ha cerrado su imprenta. Sigue encuadernando publicaciones del gobierno griego que fue, del que es y del que será.
 
Si le hubiéramos contado lo que pasa en Veracruz- donde todavía hay constructoras tratando de cobrar obras terminadas, empresas reclamando el pago de servicios prestados, empleados que siguen esperando los honorarios que les deben, municipios que necesitan recursos estatales mientras el gobierno paga veinticinco millones en efectivo por adelantado a una empresa de publicidad, le habría dado risa.
 
Tal vez le habrían mandado un fakelaki. O le habrían ofrecido una rousfeti. O estarían preguntándose, como uno, qué se fizo el rey Don Juan; los infantes de Aragón, qué se ficieron, qué fue de tanto galán, qué fue de tanta invención como trujieron.