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Columnas y artículos de opinión
Diario de un reportero
El tránsito que se merecen
Miguel Molina
6 de septiembre de 2012
alcalorpolitico.com
Para hablar sobre la Atenas veracruzana hay que ponerse cultos. Si Luis de Góngora hubiera hablado sobre los problemas de tránsito en Xalapa, diría que los sueños sombras suelen vestir de bulto bello.

El genio de los Expósito (autores de "Vete de mí", que han cantado cuatrocientos artistas pero ninguno como Bola de Nieve) habría sido más explícito y reconocería que no era probable que el tránsito en Xalapa terminara siendo en la vida de uno "lo mejor de la neblina del ayer (...) como es mejor el verso aquel que no podemos recordar".

Y el cínico reportero diría que cada pueblo tiene el tránsito que se merece. El reportero conoció la calle que pasaba entre la Catedral y lo que ahora es la Plaza Lerdo, cuando no había túnel en el parque Juárez y la Normal estaba en las afueras de la ciudad.


Ese pueblo gentil que terminó creciendo como yerba en monte, sin orden ni concierto ni medida, tuvo una vez calles apacibles donde se entretenía la neblina y nos emboscaba el chipi chipi entre bultos bellos y versos que no logramos recordar...

Pero el sueño se acabó y los bultos son vehículos que llenan la ciudad. Roberto López Santoyo - el director de Tránsito - tiene tanta razón como otros que nos han advertido que Xalapa va a ser como los xalapeños quieran.

Como es funcionario público, López Santoyo piensa en la opinión de los xalapeños antes de hablar, y hace bien. Yo no.


A estas alturas no creo que haya un xalapeño que no se haya dado cuenta de que hay que cambiar como personas para cambiar como comunidad, y el que no se haya dado cuenta de eso que espere a que los embotellamientos se despejen sin que nadie haga nada.

No se necesitan campañas de conciencia que no servirán de mucho y saldrán carísimas. Yo vivo en una ciudad de más de ocho millones de habitantes donde no hay policía de tránsito y uno circula amparado por el sentido común y el respeto mutuo.

Si uno entra al primer cuadro de la ciudad tiene que pagar una cuota de congestionamiento de cerca de doscientos pesos diarios. Estacionarse en el centro de Londres cuesta entre cuarenta y ochenta pesos por hora.


Muchos usamos el transporte público, que tiene diferentes precios para diferentes necesidades. Una tarjeta de un día (que sirve para autobuses, metro y trenes en la zona central de Londres) cuesta más o menos ciento cincuenta pesos. Una semana cuesta setecientos pesos. El metro y los trenes dejan de funcionar poco después de la medianoche, pero hay autobuses que lo llevan a uno a cualquier parte de la ciudad a cualquier hora...

No veo por qué Xalapa tiene un servicio de transporte público tan deficiente, tan pobre y a la vez tan caro. Los xalapeños, que son menos, pueden hacer lo mismo que los londinenses pero más barato. Pero no es tan fácil.

Lo que no dice López Santoyo, pero no puede aunque quisiera porque sería suicida, es que el transporte público de Xalapa tiene vehículos que en cualquier otra parte del mundo son chatarra. Lo que no dice López Santoyo, aunque quisiera, es que las autoridades - de tránsito y de las otras - tienen las manos amarradas por compromisos políticos con los permisionarios y no pueden hacer nada. Esa es una parte del problema.


Lo que no dicen los xalapeños que se quejan del tránsito es que ellos son parte del problema: no quieren dejar sus carros en sus casas, no quieren que se prohiba estacionarse en calles y avenidas, no quieren dejar pasar primero al otro, no quieren cambiar pero quieren que otros cambien. Y que calles y avenidas estén despejadas para ellos. Esa es la otra parte del problema.

La tercera parte del problema son funcionarios y sus choferes, que se estacionan donde quieren el tiempo que quieren sin que nadie les diga nada. Lo que cualquiera piensa cuando ve los vehículos oficiales estacionados en lugares donde está prohibido estacionarse es que la autoridad ha perdido el derecho a pedir al ciudadano común que obedezca la ley.

Esas son las raíces del árbol del problema, como habría dicho el clásico si hubiera visto el tránsito en Xalapa. Pero no lo vio como lo ven los xalapeños, ni tenía la responsabilidad que tiene la administración pública.


Así que ya sabemos. Si López Santoyo pone el ejemplo y aplica a todos la ley, si el afán ejemplar que guió los exámenes antidrogas promueve entre los funcionarios el respeto a las leyes, si se ofrece una alternativa a los que usan carro para todo, nadie podrá decir unos son más que otros.

Aunque sí. Hay más cuidadanos xalapeños que funcionarios. Y muchos seguirán sentados en sus carros, mentando madres y esperando que alguien haga algo para mejorar el tránsito. Qué vaina, como diría el clásico...