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Sección: Estado de Veracruz

Libertas

Sobriedad feliz

José Manuel Velasco Toro 24/01/2019

alcalorpolitico.com

Hace poco me obsequiaron el libro de Pierre Rabhi, Hacia la sobriedad feliz (2013). Confieso que no conocía su obra y tan solo había escuchado, o mejor dicho leído su nombre cuando fue candidato a la presidencia de Francia en 2002. Rabhi, francés de origen argelino, es creador del movimiento agroecologista que pregona el regreso a la tierra y promueve la creación de “oasis en todos los lugares”, cuyo principio filosófico invita a transformar nuestra sociedad para refundar la relación con la naturaleza mediante una agricultura que esté en equilibrio dinámico con el medio ambiente, el respeto a la vida y la preservación de los recursos que nos proporciona la naturaleza, de la cual somos parte como seres biológicos. El retorno a la tierra implica recuperar y redescubrir la esencia profunda de lo humano para recobrar la creatividad confiscada por el mercado. Campesino creador de la agricultura biodinámica y promotor incansable en la búsqueda del regreso a la tierra, Rabhi cultiva no sólo la huerta, la parcela, el surco, sino, lo más importante, cultiva la consciencia y la experiencia espiritual de sembrar soluciones realizables para lograr la seguridad alimentaria y frenar la desertificación del suelo y de la imaginación humana.

Filósofo y escritor, campesino y promotor agroecologista, poeta y revolucionario, Pierre Rabhi nos toma de la mano y conduce nuestra imaginación por senderos retrospectivos para recordar que la vida humana puede recuperar el tiempo cósmico relacional y el espacio sagrado en equilibrio dinámico con lo biológico, los social y lo natural. Superar la lógica prometeica del beneficio y recuperar la creatividad confiscada por el mercado de consumo para abandonar el “pensamiento mineral” que excluye la sensibilidad, la fraternidad, la convivialidad y la intuición, valores esenciales para la vida y el ser social colectivo. La modernidad nos encerró en el edificio de la razón y encapsuló nuestro pensamiento en una realidad fragmentada y mecanicista que el sistema educativo se ha encargado de reproducir. Vivimos encerrados “desde la guardería a la universidad”, desde el trabajo a la diversión, pues para divertirnos “salimos a enlatarnos en discotecas”, en centros comerciales, en la inmersión del televisor, en nuestros autos. Hay una ausencia de horizonte porque hemos creado una sociedad que ha desembocado en la sospecha, la inseguridad, en la violencia que ha creado “barricadas, tanto interiores como exteriores” que nos conducen a un enclaustramiento “insidioso y pernicioso”.

Sumergirse en la lectura de la Sobriedad feliz es sumergirse en la reflexión dialógica de nuestro ser con nuestro hacer. Es percibir nuestro instinto creador en contraste con nuestra negación creativa. Es calar nuestra subjetividad humana frente a la inmoderación vivida que nos destruye y obstruye. Es confrontar nuestra proclive conducta irracional a producir desechos bajo una supuesta racionalidad. Es sacudir nuestra consciencia para abrir los ojos y nuestra mente a la realidad de un mundo que llamamos moderno. Un mundo que creemos seguro porque lo proyectamos a partir de supuestos racionales cuando, bajo sus cimientos, el magma de la irracionalidad asciende con posibles efectos desastrosos. La miseria desplaza a la pobreza y obliga a la migración. El cambio en la dinámica del clima acelera la desertificación, el deshielo de los polos y el incremento del nivel marino, cuyas aguas empiezan a cubrir costas e islas, amenaza con la reducción del espacio terrestre. La colonización de las mentes, al confundir comunicación con relación, está ligada con la colonización de la tecnología y los territorios, la memoria y el futuro. Este mundo moderno que en sus entrañas cultiva la barbarie de la violencia y en su superficie proclama el discurso de la paz, es un mundo que urge transformar antes que nos destruya como civilización. El ser humano lo creo, el ser humano lo puede transformar. Y en ello radica la filosofía creativa de Pierre Rabhi: pasar del “principio del malgasto” que es campo de cultivo de la inequidad y la desigualdad social, al principio de la “sobriedad feliz” que nace de la “convicción intrínsecamente ligada a una elección vital”.



¿En qué radica la sobriedad feliz? Radica en el rechazo a la agricultura industrial que “no puede producir sin destruir” para recuperar la “tierra nutricia, la naturaleza y los seres humanos”. El principio de sobriedad brota de la “convicción intrínsecamente ligada a una elección vital” que exige clarificar nuestra consciencia para conciliar “las exigencias económicas con los imperativos ecológicos”. Imperativo que requiere de mucho rigor para construir una actitud de “moderación como principio de vida” y como “experiencia interior” para dar sentido y coherencia a la vida en sociedad con la naturaleza. La “sobriedad feliz” implica el equilibrio entre naturaleza e innovaciones derivadas del progreso; involucra la satisfacción de las necesidades vitales básicas (comida, agua, vivienda, salud, ropa, educación) sin pasar al “dominio de lo superfluo y de la acumulación sin equidad ni límites”; es revocar la conducta de “vulgar consumidor” para cultivar la “moderación y ponderación”. La sobriedad, insiste Rabhi, consiste en la renuncia del modelo económico actual para transitar hacia una economía fundada en la autolimitación individual y colectiva como factor de justicia y equidad. Cambio de paradigma que coloca al ser humano y a la naturaleza en relación de equilibrio dinámico y a la Tierra como “precioso oasis de la vida”. Todo lo cual encuadra en el principio moral: “la autolimitación voluntaria engendra ipso facto la equidad”. Sentido y sentir en el que la educación tiene un rol fundamental pues debe dejar de ser “máquina de fabricar soldados de la pseudoeconomía”, para promover seres humanos “capaces de pensar, de criticar, de crear” con habilidad para hacer frente a sus emociones con espiritualidad. Una educación cuyo paradigma pedagógico “permita, ante todo, hacerle nacer a sí mismo”, es decir, ayudar al niño a “revelar su personalidad única, sus talentos propios, para responder a la vocación que le inspire su presencia en el mundo y la sociedad”. Gran lectura que recomiendo.