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Columnas y artículos de opinión
Diario de un reportero
Palabras buenas y malas
Miguel Molina
28 de enero de 2021
alcalorpolitico.com
Estos días de nuevos confinamientos me hacen pensar en las palabras, y en Octavio Paz y en Joaquín Sabina. Uno aclara que los pájaros cantan sin saber lo que cantan. El otro explica que hay quienes dicen lo que piensan sin pensar lo que dicen.
 
La semana pasada, por ejemplo, la licenciada Isabel Inés Romero Cruz – presidenta del Tribunal Superior de Justicia de Veracruz – declaró que el gobernador Cuitláhuac García Jiménez le dio instrucciones sobre cómo hacer su trabajo.
 
Según la magistrada presidenta, el Poder Judicial investigará a todos los jueces del estado porque "estaban sueltos" y "hacían lo que querían", como dejar en libertad a presuntos delincuentes. Pero eso se acabó, porque el Tribunal Superior de Justicia está "poniéndole mucha atención, sobre todo porque el señor Gobernador nos ha instruido para efecto de estar trabajando con ellos", aseguró la funcionaria sin darse cuenta de lo que decía.
 

Después vino doña Francisca Viveros, Paquita la del Barrio, oriunda de Alto Lucero y virtual candidata del partido Movimiento Ciudadano a diputada por el distrito de Misantla, y admitió que no tiene idea: "Yo no sé a qué vengo aquí, yo sólo sé que hay personas atrás de mí que son las que me van a enseñar a manejar este asunto". Y después cantó tres de las canciones que la hicieron famosa.
 
En el buen sentido de la palabra, las dos señoras fueron francas. Una destruyó el mito de que ahora las cosas se hacen de otro modo, y la otra confirma la idea de que en México ­– donde todos tienen derecho a elegir y a ser electos – la fama de artistas y deportistas es la que atrae a los partidos y no viceversa.
 
Lo otro – el asuntico ese de la obediencia del Poder Judicial ante el titular del Ejecutivo – tampoco sorprende a nadie. La sumisión de los Tribunales Superiores a los gobernadores ha sido parte natural de la historia política de México, pese al espíritu y la letra del artículo correspondiente en cada Constitución. Nada ha cambiado, si uno se atiene a las palabras de la licenciada Romero Cruz.
 

Otro tipo de palabras
Pero en estos días de nuevos confinamientos hay otro tipo de palabras. Uno las ve sin creer lo que dicen en las redes sociales, que se han convertido en una herramienta útil para explorar las profundidades del odio, del prejuicio y de la bajeza. No para descubrir lo que hay ahí – que siempre ha estado – sino para verlo de cerca.
 
Al amparo de la libertad de expresión, personas que uno pensaba serias y comedidas exhiben su intolerancia, su crueldad, su ignorancia y sus odios. Dice la periodista brasileña Eliane Brum que hemos llegado al momento en que el otro solo existe como el enemigo al que hay que matar o eliminar.
 
Así llegamos a los mensajes de los y las que desean que le vaya mal, muy mal, al presidente López Obrador, quien tuvo o tiene un brote de Covid-19, más de sesenta y cinco años, problemas de presión arterial, y sufrió un infarto menor hace ocho años.

 
Aunque esta no es la primera vez que piden lo peor para el enemigo que ocupa la presidencia, no recuerdo tal virulencia en las redes: las cosas sueltas del principio fueron creciendo y ahora son las fotos y los memes y los videos propios y ajenos que pueblan esa plaza del mundo y ombligo del pueblo.
 
Tampoco había visto tantos insultos innecesarios e inefectivos, tan llenos de amargura, pensados para provocar dolor y ofensa, y al mismo tiempo espejo de nosotros en tiempos del confinamiento grande.
 
Desde el balcón

 
Uno mira pasar a los que suben y a los que bajan por la veredita que cruza el parque, y oye fragmentos de conversaciones y risas, y en vez de olvidar lo antes dicho busca en la memoria y encuentra La lengua sucia, un ensayo que Arturo Uslar Pietri publicó hace sesenta y cinco años en Caracas:
 
La palabrota que ensucia la lengua termina por ensuciar el espíritu. Quien habla como un patán, terminará por pensar como un patán y por obrar como un patán. Hay una estrecha e indisoluble relación entre la palabra, el pensamiento y la acción. No se puede pensar limpiamente, ni ejecutar con honradez lo que se expresa en los peores términos soeces (...) Es la palabra lo que crea el clima del pensamiento y las condiciones de la acción.
 
Y eso sigue siendo cierto. Carajo.