4 de diciembre de 2025
alcalorpolitico.com
Tres dÃas estuvo cerrado el centro de Xalapa porque se preparaba el escenario para el primer informe de la gobernadora RocÃo Nahle. El tránsito de la capital veracruzana, de por sà imposible, se convirtió en una vaina de nunca acabar.
Los comercios del centro – restaurantes, hoteles, almacenes – perdieron clientes en esos tres dÃas. Nadie sabe cuánto dejaron de ganar. Los xalapeños se vieron prácticamente expulsados del centro de la ciudad.
Mientras eso pasaba, quienes pudieron ver vieron cómo se armaba la tarima, cómo se ponÃan las vallas, cómo se distribuÃan las sillas para los invitados importantes – que a fin de cuentas ni fueron tantos ni fueron tan importantes –, cómo se preparaba la fiesta que el pueblo bueno verÃa de pie y de lejitos.
Y cuando llegó el dÃa del informe otros xalapeños vieron llegar autobuses cargados con gente que venÃa con la consigna de aplaudir lo que dijera doña RocÃo, a la que su vocero llamó gobernanta, quién sabe con qué intención.
A la hora indicada del dÃa indicado, la gobernanta subió al escenario, le dieron un bastón de mando, y la recibieron con bailes e incienso, y la coronaron de flores. Y luego dijo lo que dijo, que fue más o menos lo mismo que trataron de decir sin éxito sus secretarios de despacho cuando comparecieron ante el Congreso del Estado.
No voy a repetir la lista – larga o corta – de lo que ha hecho el gobierno de la señora, porque de eso se encargarán sus crÃticos y sus aplaudidores. Y porque este miércoles, que es cuando se escriben estas lÃneas, Nahle dirá lo mismo ante el Congreso.
Cuando todo se haya dicho, cuando escribas y crÃticos hayan analizado lo que se dijo, lo que se hizo y lo que se dejó de hacer, la pregunta seguirá siendo la misma: y todo ¿para qué?
Otro evento partidista con fondos públicos
Este fin de semana habrá algo parecido a lo de Xalapa, pero en grande, en el Zócalo de la Ciudad de México. Ahà se va a conmemorar el séptimo aniversario de la cuarta transformación, que se celebra a sà misma con concentraciones hechas a modo, como las de antes, cuando los gobiernos eran neoliberales.
Tal vez se trata de un mecanismo de autodefensa: vienen miles, cientos de miles, o los traen, y eso muestra que somos fuertes y que todos – hasta los que no vinieron – están con nosotros. Pero no es asÃ. Lo mismo hacÃan los que ahora son oposición.
Será un evento partidista organizado con fondos públicos, porque asà lo decidió la presidenta. En Xalapa, el acto se destinó a ensalzar a la gobernadora más que a promover su informe de actividades. La concentración del sábado será para que la presidenta exhiba su músculo ante sus enemigos reales e imaginarios. Será una cosa personal más que un asunto nacional.
Pero para eso no es necesario gastar millones. Eso era antes.
Desde el balcón
Uno sale al frÃo que vino a despedirse. Ahà están los árboles, con cada vez menos hojas, medio ocultos por la neblina, como desde hace cinco años. La malta sigue siendo la misma: un whisky que pasó quién sabe cuántos años en barriles de roble y quién sabe cuántos más en barriles donde un dÃa se añejó jerez.
Pronto habrá otro balcón, otros balcones, otros árboles, otras cosas que recordar. Uno piensa en las cosas que vio desde este balcón, las ideas que tuvo, las dudas que lo atormentaron y las que lo alentaron. Y toma un trago de malta, y sabe que en el otro balcón también hallará respuestas a sus preguntas y preguntas a sus certezas. Salud.
Los comercios del centro – restaurantes, hoteles, almacenes – perdieron clientes en esos tres dÃas. Nadie sabe cuánto dejaron de ganar. Los xalapeños se vieron prácticamente expulsados del centro de la ciudad.
Mientras eso pasaba, quienes pudieron ver vieron cómo se armaba la tarima, cómo se ponÃan las vallas, cómo se distribuÃan las sillas para los invitados importantes – que a fin de cuentas ni fueron tantos ni fueron tan importantes –, cómo se preparaba la fiesta que el pueblo bueno verÃa de pie y de lejitos.
Y cuando llegó el dÃa del informe otros xalapeños vieron llegar autobuses cargados con gente que venÃa con la consigna de aplaudir lo que dijera doña RocÃo, a la que su vocero llamó gobernanta, quién sabe con qué intención.
A la hora indicada del dÃa indicado, la gobernanta subió al escenario, le dieron un bastón de mando, y la recibieron con bailes e incienso, y la coronaron de flores. Y luego dijo lo que dijo, que fue más o menos lo mismo que trataron de decir sin éxito sus secretarios de despacho cuando comparecieron ante el Congreso del Estado.
No voy a repetir la lista – larga o corta – de lo que ha hecho el gobierno de la señora, porque de eso se encargarán sus crÃticos y sus aplaudidores. Y porque este miércoles, que es cuando se escriben estas lÃneas, Nahle dirá lo mismo ante el Congreso.
Cuando todo se haya dicho, cuando escribas y crÃticos hayan analizado lo que se dijo, lo que se hizo y lo que se dejó de hacer, la pregunta seguirá siendo la misma: y todo ¿para qué?
Otro evento partidista con fondos públicos
Este fin de semana habrá algo parecido a lo de Xalapa, pero en grande, en el Zócalo de la Ciudad de México. Ahà se va a conmemorar el séptimo aniversario de la cuarta transformación, que se celebra a sà misma con concentraciones hechas a modo, como las de antes, cuando los gobiernos eran neoliberales.
Tal vez se trata de un mecanismo de autodefensa: vienen miles, cientos de miles, o los traen, y eso muestra que somos fuertes y que todos – hasta los que no vinieron – están con nosotros. Pero no es asÃ. Lo mismo hacÃan los que ahora son oposición.
Será un evento partidista organizado con fondos públicos, porque asà lo decidió la presidenta. En Xalapa, el acto se destinó a ensalzar a la gobernadora más que a promover su informe de actividades. La concentración del sábado será para que la presidenta exhiba su músculo ante sus enemigos reales e imaginarios. Será una cosa personal más que un asunto nacional.
Pero para eso no es necesario gastar millones. Eso era antes.
Desde el balcón
Uno sale al frÃo que vino a despedirse. Ahà están los árboles, con cada vez menos hojas, medio ocultos por la neblina, como desde hace cinco años. La malta sigue siendo la misma: un whisky que pasó quién sabe cuántos años en barriles de roble y quién sabe cuántos más en barriles donde un dÃa se añejó jerez.
Pronto habrá otro balcón, otros balcones, otros árboles, otras cosas que recordar. Uno piensa en las cosas que vio desde este balcón, las ideas que tuvo, las dudas que lo atormentaron y las que lo alentaron. Y toma un trago de malta, y sabe que en el otro balcón también hallará respuestas a sus preguntas y preguntas a sus certezas. Salud.