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Columnas y artículos de opinión
Diario de un reportero
Los francotiradores
Miguel Molina
18 de septiembre de 2025
alcalorpolitico.com
         Ah, el Grito. La noche en que los que mandan salen a decir que viva México, y hacen sonar campanas, y la gente les aplaude y baila, y aquí no pasa nada, no está pasando nada. Viva. Viva quien sea, lo que sea.
         Pero uno ve las fotografías de los francotiradores en el techo del Palacio de Gobierno, y se pregunta para qué están ahí esos hombres armados que frente a ellos solamente tienen al pueblo bueno que festeja algo que tal vez no fue como dicen ni pasó cuando dicen. Las sombras del techo de Palacio tienen rifles.
         Alguien tiene miedo. Y eso que los que mandan van y vienen en camionetas blindadas, con guardaespaldas, en caravanas que anuncian el paso del poder. Se acabó la vaina de que a mí el pueblo bueno me protege: Yo no quiero andar rodeado de guardaespaldas, quiero que me cuiden ustedes, declaraba el expresidente. Ya no hay de eso.
         Al mismo tiempo, alguien tratará de decirnos que en Veracruz hay paz y tranquilidad. Y uno recordará a los francotiradores en el techo de Palacio, que tal vez son pueblo cuando no tienen armas en la mano.
         Quien los vio no los pudo ya jamás olvidar, con perdón de Darío. Seguirán ahí la próxima vez que nos digan que no, que no pasa nada. Uno piensa que la cosa mejoraría si cada hogar veracruzano tuviera un grupo de francotiradores en su techo, para darle seguridad a la familia. No sería mala idea.


         Que alguien le explique
         José Reveriano Marín Hernández es un diputado local de Morena que preside la Comisión Permanente de Educación y Cultura, con todas sus mayúsculas, en el Congreso de Veracruz. También es secretario general de la Sección 56 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, con todas sus mayúsculas.
         Don José Reveriano declaró que pese al clima de inseguridad y violencia que vive Veracruz, no es oportuno implementar protocolos de seguridad porque hacerlo podría provocar más temor que tranquilidad entre alumnos, maestros y padres de familia: Si generamos protocolo antes de la eventualidad, ponemos en pánico a la sociedad, y no se trata de eso.
         Ojalá hubiera alguien que se acomidiera a explicarle al profesor que los protocolos son lo que uno tiene que hacer en caso de una situación de peligro o emergencia. Y eso hay que saberlo antes de la balacera, porque después ya no sirve para nada. Lo que natura non da la SNTE non presta.

         Un día de hace nueve años

         Un día de hace nueve años, un juez de control del Juzgado de Pacho Viejo, ordenó ejercer acción penal contra quienes permitieron el saqueo del Instituto de Pensiones del Estado de Veracruz: exdirectores del organismo, y trece integrantes del Consejo Directivo, de los cuales seis son dirigentes de organizaciones sindicales. Todavía andan por ahí.
         Varios fiscales y varios directores de servicios periciales después, la cosa sigue igual que antes. Nadie ha sido investigado ni señalado como responsables del quebranto de ocho mil millones de pesos que sufrió el patrimonio de pensiones. Todo indica que el asunto se olvidó, y que los cómplices del despojo siguen impunes.
         También todo indica que el asunto no le interesa a la Fiscalía General del Estado, o que está haciendo una investigación tan minuciosa que va a causar revuelo dentro de treinta y tantos años, cuando se den a conocer sus conclusiones preliminares.

         Desde el balcón
         Uno de los últimos soles del verano ilumina la tarde y le da tonos suaves al tequila en la copa, porque son días patrios y hay que hacer concesiones a la memoria. Es un Gran Orendáin añejo que, como el pájaro del poema de Paz, canta sin saber lo que canta, y todo su entendimiento es su garganta, que en este caso es la garganta de uno. Y uno brinda mientras lee los versos de Carlos Castro Saavedra:

         Cuando se pueda andar por las aldeas
         y los pueblos sin ángel de la guarda.
         Cuando sean más claros los caminos
         y brillen más las vidas que las armas.
         Cuando en el trigo nazcan amapolas
         y nadie diga que la tierra sangra.

         Cuando la espada que usa la justicia
         aunque desnuda se conserve casta.
         Cuando reyes y siervos junto al fuego
         fuego sean de amor y de esperanza.
         Cuando de noche grupos de fusiles
         no despierten al hijo con su habla.

         Cuando al mirar la madre no se sienta
         dolor en la mirada y en el alma...
         Cuando la paz recobre su paloma
         y acudan los vecinos a mirarla.
         Cuando el amor sacuda las cadenas
         y le nazcan dos alas en la espalda.

         Solo en aquella hora
         podrá el hombre decir que tiene patria.
         Eso. Salud, viva.
 

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