25 de septiembre de 2025
alcalorpolitico.com
La buena noticia es que el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Hugo Aguilar Ortiz, recortó su equipo de colaboradores inmediatos y ahora sólo tiene siete secretarios de estudio y cuenta, ocho secretarios auxiliares, y veinticinco personas de apoyo operativo para hacer su trabajo. Tenía sesenta y ahora tendrá cuarenta.
No supe cuánto ganará cada uno de sus asistentes, pero se hizo público que Vidulfo Rosales, quien fue abogado de los padres de Ayotzinapa durante once años, ganará ciento dieciocho mil pesos como secretario de estudio y cuenta.
Si sus otros seis colegas ganan lo mismo, y los treinta y tres restantes un poco menos, estamos hablando de un gasto de más de cuatro millones de pesos mensuales para la oficina del Ministro presidente. Y está el sueldo del ministro presidente mismo, que naturalmente es mayor que el de todos los demás. Quién sabe cuántos más asesores y secretarios tendrán los otros ministros, que también ganarán lo suyo.
Luego está la Coordinación de Dictaminación que revisará los proyectos de los ministros. Póngale un coordinador, doce secretarios de estudio, cinco secretarios auxiliares, un dictaminador y quince personas de apoyo operativo. Ah, y diez personas más a disposición de la presidencia de la Suprema Corte "para la realización de las tareas correspondientes".
A esas sumas habría que agregar los demás gastos de la Corte, insumos, máquinas, vehículos, gastos de representación, copal y otras yerbas, porque los engranajes de la justicia no se mueven solos ni la perpetua y constante voluntad de dar a cada quien los que corresponde según su derecho es austera. Nunca lo ha sido. La transformación fue otra cosa.
También la gobernadora nos engañó
Ya no sé qué pensar. El señor que fue presidente declaró y aseguró y juró que la subcontratación se iba a terminar en su gobierno y en los que vinieran. No fue así. Para botón de muestra están los trabajadores de la empresa Limpieza Especializada Industrial y Hospitalaria (LEIH).
Desde hace tiempo, los encargados de mantener limpios los hospitales de Veracruz protestan porque no les pagan. Trabajan en el hospital de Alta Especialidad y en la Torre Pediátrica del puerto de Veracruz, en el hospital regional de Río Blanco, en el Centro Estatal de Cancerología de Xalapa, en el hospital regional de Cardel, en el hospital de la Comunidad de Cerro Azul, y en hospitales de Poza Rica y Boca del Río...
Pero hace un mes, la gobernadora Rocío Nahle, escandalizada por el abuso, prometió que se cancelaría el contrato de LEIH y que se pagarían los salarios que les deben a los trabajadores. Pero no ha pasado nada. Ni se ha cancelado el contrato – o los contratos – de la empresa, ni les han pagado a quienes mantienen limpios los hospitales.
"También la gobernadora nos engañó", decían los carteles que se alzaron en Río Blanco. "Nos cansamos de esperar". Y con razón: les deben las quincenas vencidas el treinta de agosto y el quince septiembre, y cada vez tienen menos para vivir. Son cientos de familias del pueblo bueno.
LEIH se excusa diciendo que los retrasos se deben a problemas administrativos que surgieron cuando se creó el sistema IMSS-Bienestar, aunque no ha revelado si quienes manejan la empresa también han dejado de recibir sus sueldos.
Lo que está en juego es la salud de quienes reciben atención médica en los hospitales que son afectados, pero también – y no es menos serio – está en entredicho la palabra de la gobernadora, que no ha podido cumplir lo que prometió.
Los trabajadores declararon que la señora Nahle "mandó a una persona que se identificó como Raúl Cabrera, quien nos dijo que esto se iba a terminar. Sin embargo, nos dio un número telefónico y nunca nos contestó". Aistá.
Desde el balcón
Uno mira. Ahí están los árboles de antes, las nubes de antes, el cielo de antes, las estrellas de siempre. La malta baila en la copa, como antes, como bailará después en otra copa en otro balcón mientras uno mira otros árboles, otro cielo, las mismas estrellas. Uno sigue siendo uno aunque ya sea otro. Como México.
No supe cuánto ganará cada uno de sus asistentes, pero se hizo público que Vidulfo Rosales, quien fue abogado de los padres de Ayotzinapa durante once años, ganará ciento dieciocho mil pesos como secretario de estudio y cuenta.
Si sus otros seis colegas ganan lo mismo, y los treinta y tres restantes un poco menos, estamos hablando de un gasto de más de cuatro millones de pesos mensuales para la oficina del Ministro presidente. Y está el sueldo del ministro presidente mismo, que naturalmente es mayor que el de todos los demás. Quién sabe cuántos más asesores y secretarios tendrán los otros ministros, que también ganarán lo suyo.
Luego está la Coordinación de Dictaminación que revisará los proyectos de los ministros. Póngale un coordinador, doce secretarios de estudio, cinco secretarios auxiliares, un dictaminador y quince personas de apoyo operativo. Ah, y diez personas más a disposición de la presidencia de la Suprema Corte "para la realización de las tareas correspondientes".
A esas sumas habría que agregar los demás gastos de la Corte, insumos, máquinas, vehículos, gastos de representación, copal y otras yerbas, porque los engranajes de la justicia no se mueven solos ni la perpetua y constante voluntad de dar a cada quien los que corresponde según su derecho es austera. Nunca lo ha sido. La transformación fue otra cosa.
También la gobernadora nos engañó
Ya no sé qué pensar. El señor que fue presidente declaró y aseguró y juró que la subcontratación se iba a terminar en su gobierno y en los que vinieran. No fue así. Para botón de muestra están los trabajadores de la empresa Limpieza Especializada Industrial y Hospitalaria (LEIH).
Desde hace tiempo, los encargados de mantener limpios los hospitales de Veracruz protestan porque no les pagan. Trabajan en el hospital de Alta Especialidad y en la Torre Pediátrica del puerto de Veracruz, en el hospital regional de Río Blanco, en el Centro Estatal de Cancerología de Xalapa, en el hospital regional de Cardel, en el hospital de la Comunidad de Cerro Azul, y en hospitales de Poza Rica y Boca del Río...
Pero hace un mes, la gobernadora Rocío Nahle, escandalizada por el abuso, prometió que se cancelaría el contrato de LEIH y que se pagarían los salarios que les deben a los trabajadores. Pero no ha pasado nada. Ni se ha cancelado el contrato – o los contratos – de la empresa, ni les han pagado a quienes mantienen limpios los hospitales.
"También la gobernadora nos engañó", decían los carteles que se alzaron en Río Blanco. "Nos cansamos de esperar". Y con razón: les deben las quincenas vencidas el treinta de agosto y el quince septiembre, y cada vez tienen menos para vivir. Son cientos de familias del pueblo bueno.
LEIH se excusa diciendo que los retrasos se deben a problemas administrativos que surgieron cuando se creó el sistema IMSS-Bienestar, aunque no ha revelado si quienes manejan la empresa también han dejado de recibir sus sueldos.
Lo que está en juego es la salud de quienes reciben atención médica en los hospitales que son afectados, pero también – y no es menos serio – está en entredicho la palabra de la gobernadora, que no ha podido cumplir lo que prometió.
Los trabajadores declararon que la señora Nahle "mandó a una persona que se identificó como Raúl Cabrera, quien nos dijo que esto se iba a terminar. Sin embargo, nos dio un número telefónico y nunca nos contestó". Aistá.
Desde el balcón
Uno mira. Ahí están los árboles de antes, las nubes de antes, el cielo de antes, las estrellas de siempre. La malta baila en la copa, como antes, como bailará después en otra copa en otro balcón mientras uno mira otros árboles, otro cielo, las mismas estrellas. Uno sigue siendo uno aunque ya sea otro. Como México.