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Columnas y artículos de opinión
Diario de un reportero
¿Y?
Miguel Molina
2 de diciembre de 2022
alcalorpolitico.com
Vino el domingo y con él vino toda esa gente que llenó las calles del centro de la Ciudad de México en apoyo al presidente Andrés Manuel López Obrador, y lo vio caminar los cuatro kilómetros que hay entre el Ángel de la Independencia y el zócalo, y oyó su discurso sobre los cuatro años que lleva la cuarta transformación del país.

Más de un millón de personas viajó a la capital para expresar su apoyo al presidente, y lo que ha hecho y lo que hace desde el poder, y su presencia confirmó la capacidad de convocatoria de López Obrador o la profundidad de las bolsas públicas.

Al final del desfile, el presidente informó sobre los logros de su gobierno en los últimos cuatro años, e instituyó el humanismo mexicano (poco a poco lo iremos definiendo entre todos porque necesitamos heredar una teoría propia, dijo López Obrador) como la filosofía oficial de la cuarta transformación. Pero nada más.


Hay quienes recurren a los números. La marcha contra la reforma del Instituto Nacional Electoral congregó a cientos de miles, y el desfile a favor de AMLO reunió a más de un millón. Pero los números no necesariamente se traducen en votos, ni las declaraciones ni los anuncios se convierten en obras terminadas.

Así que quedamos como estábamos. El Presidente mantiene su poder de convocatoria. ¿Y? La Patria – que es de todos – sigue igual.

Parece que fue ayer


Hace un año, más de cincuenta municipios de Veracruz quedaron convertidos en zona de desastre por el paso del huracán Grace. En agosto del año pasado, la prensa habló – poco pero habló – de las familias que perdieron lo que tenían, que no era mucho pero era todo lo que tenían, y reprodujo declaraciones del Presidente y del gobernador anunciando ayuda para los perjudicados.

Lo que me da tristeza – señalé entonces – es que haya que esperar a que el Presidente de la República anuncie las medidas y los apoyos que van a recibir los afectados por Grace, en vez de que haya un mecanismo que entre en acción de manera automática cuando se requiera su ayuda.

López Obrador anunció un miércoles de hace quince meses que no habría límite para la asistencia, pero condicionó todo a que se hiciera un censo que tardaría una semana: un parpadeo en tiempo burocrático, una eternidad en horas de hambre y frío y de incertidumbre, aunque se distribuyera ayuda de emergencia en algunos lugares.


Y pasó la semana y pasó un año. Hasta que vino Fernando Elías, subsecretario de Infraestructura y Obras Públicas de Veracruz, y declaró que el gobierno federal no ha entregado los fondos que prometió, unos mil doscientos millones de pesos. Nadie – ni en la Ciudad de México ni en Xalapa ni en ninguna otra parte – ha dicho esta boca es mía.

Hasta que venga el siguiente huracán y se lleve otra vez vidas y cosas y casas y animales y cosechas, y haya que hacer otro censo que se olvidará en algún cajón de alguna oficina hasta que vengan las elecciones.

Desde el balcón


Oscurece poco después de las cinco de la tarde, cuando el día se cansa de los cielos nublados y la brisa helada que recorre los parques. Uno sale al balcón por disciplina, a ver qué tiene el mundo a esas horas, a ver quién pasa por el sendero de enfrente, qué ave vuela a qué rama, asustada por la seriedad del otoño.

La malta entibia. Como Neruda, uno sabe que cuesta mucho/ sacar todas las hojas/ de todos los árboles/ de todos los países./ La primavera/ las cosió volando/ y ahora/ hay que dejarlas/ caer como si fueran/ pájaros amarillos./ No es fácil./ Hace falta tiempo.