Muchos, uno entre ellos, esperaban que todo iba a cambiar. Esperaban que se acabaría la corrupción y que ya no habría impunidad, que habría un gobierno transparente, que pronto se vería cómo era posible hacer una patria nueva para todos. Más o menos esa era la idea.

Era necesario después de setenta y tantos años de regímenes revolucionarios e institucionales, después de doce años de administraciones conservadoras: queríamos ser otros.

Recuerdo el día que voté. En la mesa del pub Fox's de Londres, cerca de la casa, estaban la boleta electoral, mi lapicero, papelería surtida, y medio litro de Guinness. Despaché lo cívico en dos minutos y la cerveza – a la salud del futuro nacional – en quince.


Sorpresa

Un día nos sorprendió darnos cuenta de que las cosas seguían haciéndose como antes. No exactamente igual, pero de manera semejante. Se limitó – o se prohibió – el acceso a los detalles de muchas cosas en nombre de la seguridad nacional.

Nacieron los enemigos de la Nación, que eran quienes no pensaban como el jefe del gobierno. Los periodistas que encontraban y contaban historias inconvenientes eran traidores a la patria, neoliberalistas, fifís, corruptos, interesados, mentirosos. La crítica se volvió cosa de los otros, siempre al servicio de un pasado sin fechas.


Y luego el Jefe de las Instituciones, como erróneamente se conoce al ciudadano presidente de México, se volvió contra el Poder Judicial (cuya existencia se justifica por necesidades funcionales y de mutuo control, como explica el portal de internet de la secretaría de Gobernación).

El antagonismo presidencial más reciente se produjo esta semana, cuando el mandatario denunció que cada ministro de la Suprema Corte tiene cincuenta abogados más personal de apoyo administrativo, y los acusó sin pruebas de un sinfín de cosas, entre ellas de distraer asuntos para concentrarse en casos contrarios al gobierno.

La Suprema Corte no representa al pueblo y no ha hecho nada a favor de él, dijo el primer mandatario, ignorando el hecho de que la Suprema Corte representa, en todo caso, a la Constitución. La ignorancia es atrevida.


Además de la prensa y el Poder Judicial, los enemigos del gobierno han sido quienes no piensan como el presidente quiere, a contrapelo de la cartilla moral que promovió el presidente a principios de su mandato. Según Alfonso Reyes, el problema de la política es lograr que la convivencia sea lo más justa y feliz. No ha sido así en los últimos cinco años ni en los últimos cien años.

La decepción es clara. La política – por llamarla de alguna manera – del Movimiento Regeneración Nacional ha sido copia fiel, aunque extrema, de lo que hacían otros partidos en un pasado que el morenismo se apresura a repudiar. Pero la cuarta transformación ofreció tanto...

Decepción


El ejemplo más reciente de la larga lista de decepciones cuatroteístas se produjo en Veracruz. Durante la visita de la corcholata Claudia Sheinbaum a Xalapa, la reportera Verónica Huerta descubrió que se había usado una ambulancia de Miahuatlán para acarrear asistentes al acto de la señora.

Dos funcionarias del gobierno miahuatleco agredieron a Huerta cuando filmaba lo que estaba pasando. Alguien llamó después para ofrecer a la reportera un día de salario si no salía la nota. También hubo reportes de vehículos de transporte público de Oaxaca, Chiapas, y Tabasco.

Y al poco tiempo se publicó una grabación en la que Consuelo Thomas, coordinadora de Documentación, Control y Gestión de la Oficina del ingeniero gobernador de Veracruz Cuitláhuac García Jiménez, organizaba el encuentro de los morenistas con su corcholata. Según García Jiménez, cuyo gobierno mete a la cárcel a sus enemigos políticos, puede que la grabación haya sido editada.


Ni las autoridades estatales – ni las autoridades electorales – piensan intervenir en estos casos. No vale la pena. No son diferentes a lo que había antes.

Da tristeza pero ya no sorprende. Hemos ido de la esperanza a la decepción en cinco años.

Desde el balcón


Un día hizo calor, y al otro llovió copiosamente, y uno tuvo que salir en agosto con chamarra, y luego salió el sol y todo volvió a ser tibio y otra vez hubo malta. El fin de semana ofrece la tentación de Biel/Bienne, a la orilla de otro lago y en el curso de un río que tiene sorpresas para el navegante atento.

No muy lejos de aquí, expertas de las Naciones Unidas denunciaron en Ginebra que las defensoras de derechos humanos que buscan a sus seres queridos que desaparecieron en México enfrentan intimidación, ataques y hasta muerte violenta. Y le pidieron al gobierno de México que garantice que ellas puedan ejercer su labor en libertad y seguridad. Y las palabras se las llevará el viento.

Más allá, uno se entera que la telesecundaria "María Enriqueta Camarillo" de Coatepec tiene diecinueve estudiantes que caminan entre cañales y lodo para llegar a la escuela con piso de tierra y un maestro más allá de cualquier transformación. Y alza una copa de malta a la salud de los niños y sus profesores. De ellos es la sal de la tierra.