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Columnas y artículos de opinión
A salto de mata
Pluralidad, justicia y paz
Gino Raúl De Gasperín Gasperín
16 de febrero de 2017
alcalorpolitico.com
Ante esta vorágine de acontecimientos que atentan contra el bienestar de los ciudadanos de esta ciudad, de este estado, de este país y del mundo civilizado, la pregunta obligada es si realmente existe una opción a la que se pueda acudir en busca de ayuda y de alguna esperanza de alcanzar una forma de vivir decente para todos.
 
Esta pregunta ha inquietado especialmente a los profesionistas cuya labor, desde hace más de 25 siglos, ha sido la de indagar la mejor forma de vivir humanamente, es decir, a los filósofos, aquellos hombres que más allá de las imágenes muchas veces caricaturescas, nos abren la mente con sus reflexiones y nos facilitan una salida ante un panorama abrumador.
 
Precisamente, filósofos de varias partes del mundo, reunidos en el XVIII Congreso Internacional de Filosofía celebrado en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, en octubre del año pasado bajo el lema Pluralidad, justicia y paz, exponen en su Manifiesto: «Vivimos día a día en un mundo cada vez más injusto, violento e intolerante a la diversidad de creencias, valores y culturas. Ante esta situación mundial la filosofía tiene el compromiso de contribuir a comprender y superar las causas y procesos que generan estas situaciones de exclusión y violencia a través de un diálogo plural y reflexivo con las ciencias, las humanidades, las artes y la multiplicidad de saberes socialmente relevantes, especialmente de los saberes de los pueblos originarios que han sido despreciados desde la Conquista hasta nuestros días. A cinco siglos de colonialismo interno y externo, esta labor crítica, edificante y liberadora de la filosofía es un compromiso ineludible». Asimismo, hacen un fuerte llamado a la sociedad en general y especialmente a los gobiernos, cuyas «inaceptables políticas y tendencias autoritarias intentan debilitar o desaparecer la filosofía de las universidades y escuelas de todo el mundo, especialmente en los países del sur de Europa y América (España, México, Chile, Brasil, Argentina, etc.)» (http://www.ofmx.com.mx/inicio/wp-content/uploads/2016/11/Manifiesto-del-XVIII-Congreso-Internacional-De-Filosofía-de-la-AFM.pdf).
 

En el mismo mes y año, los filósofos brasileños, en su octavo Congreso Internacional, celebrado en Río de Janeiro, manifestaron su «profundo repudio al Golpe de Estado contra el proceso democrático en (su) país, y en especial, en los hechos, en una de las facetas más recientes que impacta principalmente a la educación». Y con esto se referían a las enmiendas a la Ley de Directrices y Bases de la Educación, que suprimen la enseñanza obligatoria de las asignaturas de Filosofía, Educación Física, Artes, Educación Musical y Sociología, enmiendas que, señalan, «son violentas y representan una falta de respeto, porque reflejan decisiones unilaterales que atropellan el debate educativo, el cual durante décadas se ha realizado en los círculos académicos. Estos hechos se añaden a una serie de arbitrariedades en contra de nuestra joven democracia». Bajo el lema El acto de enseñar en un idioma que aún no se ha escrito, los filósofos brasileños consideran que «es necesaria una revisión colectiva de la Educación Básica, dado que es fundamental para fortalecer el carácter democrático de las prácticas educativas y el debilitamiento de cualquier forma de fascismo que ronde nuestro hacer y pensar alrededor de la escuela» (https://secure.avaaz.org/po/petition/Congresso_Nacional_Brasileiro_Professorxs_contra_a_PEC_241/?amthbcb).
 
Los filósofos iberoamericanos han luchado por rescatar el sentido humanista y formativo de la educación y defender a los niños y jóvenes cuyos gobiernos, insensibles y ajenos a la única forma de educación que puede salvar al hombre, actúan y orientan el quehacer educativo bajo el miope lema del neoliberalismo, marcado por un mercantilismo voraz en «un mundo dominado por un sistema cuyo leitmotiv es el economicismo y el utilitarismo. En este sistema, la educación privilegia la racionalidad empresarial; el mercado, la competitividad extrema; el individualismo posesivo; la esfera en la que se realizan las negociaciones políticas y una ingeniería social basada en la ganancia y la ventaja. Ninguna capa de la topografía social ha escapado a la influencia del neoliberalismo en la época contemporánea» (http://www.ofmx.com.mx/inicio/wp-content/uploads/2016/12/Declaración-OFM.pdf).
 
No obstante lo anterior y recalcando lo que expresaron los filósofos reunidos en el Congreso de San Cristóbal («ciudad emblemática durante siglos de la resistencia, la libertad y la esperanza de que otro mundo es posible»): esto es, que «la función formativa de la filosofía, su investigación, enseñanza y difusión es un bien público y un derecho fundamental de toda persona en una sociedad democrática», el Observatorio Filosófico Mexicano lamenta que este llamado y el propio que hizo ante la Asamblea Constituyente del Estado Ciudad de México no hayan sido ni escuchados ni atendidos. En efecto, con toda oportunidad, en tiempo y forma, los filósofos mexicanos habían propuesto a dicha Asamblea que en su Carta Constitucional se incluyera un claro mensaje a favor de la filosofía como una herramienta para una educación humanista e integral. El texto propuesto rezaba así:
 

 La educación formal e informal de los habitantes de la Ciudad de México deberá tener un alto contenido filosófico que propicie una conciencia en todas las personas sobre su lugar en la sociedad, adoptando una actitud crítica, solidaria, humanista y un compromiso con las mejores causas de la Ciudad, del país y del mundo.
 
Sin embargo, los asambleístas, mañosamente, deformaron el texto y lo incluyeron del siguiente tenor:
 
La educación de los tipos medio superior y superior que se imparta en la Ciudad de México deberá tener contenidos que propicien el pensamiento crítico y la conciencia de las personas sobre su papel en la sociedad y su compromiso con la ciudad, el país y el mundo (art. 13 numeral 8).
 

Como se advierte, la ambigüedad, imprecisión y vaguedad del texto y la visión sofística son evidentes. Así lo señalan los filósofos mexicanos en su carta del 22 de enero de este año dirigida al presidente y a los asambleístas en la que requieren una rectificación: «1) Se nos excluyó en forma anti-democrática y no se escucharon nuestras razones; 2) Al excluir la educación básica y reducir su impacto solo al nivel medio superior y superior (se deja) a la educación extraacadémica principalmente en manos de los medios masivos de comunicación privados y cuyos fines son predominantemente mercantilistas e ideológicos; 3) No se consideró la perspectiva filosófica y humanista, lo que es bastante grave. 4) La educación formal, inclusive, se deja a la interpretación de corrientes predominantes como la exclusivamente empresarial: ésta es importante para la inclusión laboral; pero insuficiente para la cohesión social» (http://www.ofmx.com.mx/inicio/wp-content/uploads/2017/01/Carta-constituyentes.pdf).
 
La pregunta sigue siendo: ¿qué afán existe en estos gobiernos contra de la filosofía en el ámbito educativo? La respuesta nos la dan los mismos filósofos mexicanos: «La razón del ataque en contra de la filosofía radica en que no está subordinada al interés del mercado; tampoco está sujeta a las estrategias políticas de dominio, aunque en algún momento hubieran sido utilizadas eliminando su carácter liberador pero también se opone a todo dogmatismo. En el espíritu de su independencia, sin dejar de reflexionar sobre cuestiones técnicas y abstractas, también ha sabido proyectar soluciones a los conflictos de la convivencia humana. Es por ello que es combatido ya que es un tipo de pensamiento absolutamente necesario en los tiempos de crisis por los que atravesamos» (Declaración-OFM/2016/12).
 
Aunque no se lo quiera pensar así, para el mundo no existe otra alternativa.
 

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