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Columnas y artículos de opinión
A salto de mata
El mundo del revés
Gino Raúl De Gasperín Gasperín
6 de septiembre de 2018
alcalorpolitico.com
En ese mundo del revés, todos hablan con los pies. Y después, cuando pasan los días y los meses y los años y llegan las siguientes elecciones, los que hablaron con los pies se mesan las barbas, se miran desconsolados al espejo y se preguntan por qué los electores son tan inconscientes y le dan su voto a otro, cualquiera que sea, mientras sea «otro».
 
Para ellos, supervivientes de la debacle, la triste experiencia de estas pasadas elecciones no parece ser suficiente para que pongan sus barbas en remojo, pero debe serlo para que los actualmente aupados al poder vayan aprendiendo en mollera ajena.
 
Para los todavía gobernantes podemos mencionar, por ejemplo, el caso de unos regidores del municipio de Córdoba, en el otrora bullicioso y alegre estado veracruzano. Según nota publicada en el diario El Mundo: «Tres regidores quieren una oficina con balcón y otros necesitan más espacio, por lo cual ya proyectan modificar el Palacio Municipal de Córdoba…La regidora independiente admitió que en su caso, fue una petición de tener un balcón, pues el área que ocupa carece de ventilación. Aseguró que la solicitud también fue hecha por sus homólogas, Cecilia Tapia García y Wendy Leticia Santiago Jiménez. (Y el regidor) Sacre Luna comentó que dentro del proyecto que aún está en proceso para conocer el monto que requerirá… se contempla que cuenten con un salón de juntas para atender a los ciudadanos, ya que en ocasiones han ocupado el salón central y el Archivo municipal pero ambos, dijo, son inadecuados». Y podemos añadir el proyecto del montacargas empleado como elevador para la alcaldesa Leticia López. Landero (http://www.diarioelmundo.com.mx/index.php/2018/09/03).
 

Entretanto, habitantes tanto de ese municipio como de unos 200 más de ese estado, y cientos de otros desparramados por diversos rumbos del país, padecen estos y otros despropósitos. Hay lugares en donde, por ejemplo, los alcaldes medio pintan de verde cientos y cientos de metros para hacer ciclovías, por donde transitan diariamente tres o cuatro espantados y temerarios ciclistas, y estrechan las calles ya de por sí atiborradas de feroces automovilistas, o ensanchan las banquetas dizque para que los transeúntes caminen tranquilamente, o tal vez para que puedan huir veloces cuando se desaten las balaceras…También hay funcionarios que aún persisten y hacen viajes turísticos despilfarrando los siempre escasos dineros con el pretexto de «hermanar ciudades» (¿?), cuando los habitantes de sus localidades no tienen los más elementales servicios públicos.
 
Diariamente se escuchan y leen los reclamos de los vecinos de esos municipios o estados que exigen a esos funcionarios que atiendan debidamente sus oficinas y resuelvan los problemas que se acumulan sin término, ocasionando un continuado deterioro de la calidad de vida. Y, obviamente, como reza el refrán, no hay mal que dure cien años ni pueblo que lo resista. Más pronto que luego llega el momento del ajuste de cuentas. Y si el poder del sistema aún contiene rendijas por donde el ciudadano pueda respirar, se producirá la vuelta a la tuerca que aprieta y desnuca, al estilo del garrote vil, viejo instrumento de muerte utilizado por el franquismo. El poder, que era propiedad de un partido o de un cacique o de un monopolio familiar, se resquebraja y se desmorona como estatua de sal. La vendetta no mide consecuencias ni se detiene ante el peligro de caer en peores vicios o errores. Simplemente se ejecuta y ¡basta!
 
Entonces empieza el rechinar de dientes y la jalada de barbas. Entonces se hacen actos de constricción, se pide perdón (a veces hasta con telenovelescas lágrimas), se promete que «seremos una oposición responsable» (como si no hubiera sido la irresponsabilidad la que los llevó al fracaso) y se tiran escopetazos de saliva prometiendo que, «si el pueblo nos devuelve su confianza, enmendaremos todos los errores y volveremos a ser el partido que lleve a nuestro país a ser una potencia mundial».
 

Seguramente, que los regidores tengan un balconcito en sus oficinas para airear sus atareados cerebros es una urgencia, y los ciudadanos estarán de acuerdo (si es que se atreven a consultarlos) en que es tanto el trabajo y tan incómodo el calor que se padece que bien se pueden destinar unos cuantos millones de pesos en darles la comodidad y los lujos que su alta responsabilidad reclama. Así, desde el balconcito, con mecedora incluida, se podrán ver mejor los baches de las calles, la suciedad de los perros en las aceras, los hoyancos en las banquetas mal construidas, las constantes inundaciones por pésimos sistemas de alcantarillado y drenajes, las clínicas sin médicos ni medicinas, los centros de salud sin vacunas (IMSS), las escuelas sin cristales ni agua ni mesabancos ni maestros, y, ya de pasada, si la suerte los favorece, las peliculescas balaceras entre unos ladrones y… otros ladrones.
 
¡Ah! Y por supuesto, también podrán disfrutar cómoda y placenteramente los fuegos artificiales este próximo festejo de la Independencia.
 
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