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Columnas y artículos de opinión
A salto de mata
Y así empezamos el año
Gino Raúl De Gasperín Gasperín
10 de enero de 2019
alcalorpolitico.com
Durante el acto en el que fue condecorado con la medalla Belisario Domínguez, el fundador del periódico La Jornada, Carlos Payán Velver, pronunció un discurso que debe ser leído en sus líneas, entre líneas y atrás de las líneas.
 
Belisario Domínguez fue un legislador chiapaneco que tuvo el valor civil de enfrentar al presidente de la república, el tirano Victoriano Huerta, en 1913, a quien acusó desde la tribuna del Congreso de ser un usurpador tras el asesinato de Francisco I. Madero y José María Pino Suárez, hecho que le costó ser torturado y asesinado. El crimen fue repudiado al grado de que el general Victoriano Huerta decidió acabar con la oposición disolviendo la cámara de diputados, para así poder manejar a modo todo el aparato de poder.
 
La medalla, hay que decirlo, no se ha otorgado siempre a personas que se hayan distinguido precisamente por heredar el espíritu severamente crítico de quien lleva su nombre. Más precisamente, se ha otorgado en alguna ocasión a personajes anodinos, a simples aduladores o a líderes deshonestos pero fieles al sistema y al presidente en turno (Fidel Velázquez -1979; Alberto Baillères González -2015).
 

En esta ocasión, el reconocimiento fue otorgado a los periodistas Julio Scherer García, fundador de la revista Proceso, fallecido hace cuatro años y a cuyo nombre su familia rechazó, y a Carlos Payán Velver).
 
El periodista Carlos Payán, sin esconder su admiración por López Obrador («Ha llegado al poder un incansable luchador que, con la población a su favor, arrasó en casi todo el país. No ha tenido esta gloria otra nación, como dice el letrero luminoso que corona la Basílica de Guadalupe en la Ciudad de México»), no dejó de señalar el peligro que amenaza a México. Y, si bien él se refirió específicamente al fascismo, bien podemos extrapolarlo a cualquier forma de dictadura, de derecha o de izquierda.
 
Antes de enumerar los ejemplos más significativos de este neofascismo en diversas partes del mundo (notoriamente destacados los casos de los gobiernos de Trump y Bolsonaro), describió «las patas que le han ido saliendo al fascismo de nuevo cuño»: 1) Se apoyan en el caudillismo y el carisma; 2) «No se atienen a programas fijos sino que incorporan infinidad de puntos y levantan consignas de odio según las circunstancias. Son camaleónicos a conveniencia y sirven a la carta las fantasías autoritarias de los sectores más regresivos de sus sociedades», y 3): Acusan, entre otros, «persecución del contrincante político, autoritarismo, fanatismo religioso, ataques a los medios informativos y acoso o muerte de sus profesionales, desprecio por las instituciones democráticas y, al mismo tiempo, utilización de éstas como palanca de ascenso al poder». Y enfatizó: «En ocasiones se valen de los procesos electorales, de la participación parlamentaria o ministerial, del control heredado de las instituciones y de la politización y manipulación de la justicia» (https://www.jornada.com.mx/ultimas/2018/12/19/discurso-de-carlos-payan-al-recibir-la-medalla-belisario-dominguez-642.html).
 

Como se puede ver en estos escuetos retazos de su discurso, las principales características de esa forma de totalitarismo, que tanto daño ha causado por todo lo redondo del mundo, no son para ignorarlas o menospreciarlas. Podemos decir que ha retratado crudamente lo que él mismo calificó como «la tercera bestia» que amenaza a la democracia y a la misma supervivencia de la humanidad, junto con «el agotamiento y la destrucción, por obra humana, de la naturaleza, esa madre nutricia y fuente absoluta de vida que ya no da más de sí» y las emigraciones de «los despojados, los perseguidos, los abandonados que huyen de la guerra, la sequía, las inundaciones, la violencia y el hambre, desbordando los caminos de la Tierra en una infinita caravana».
 
Después de esta severa advertencia de alerta, el reconocido fundador de La Jornada (¡aquella Jornada de aquellos tiempos!) tuvo, al final, palabras de aliento y esperanza. Aliento y esperanza que, con el paso de los días, las circunstancias, las trabas del mismo sistema y la falta de habilidad, destreza y pericia de algunos líderes políticos (y en algunos, hasta la deshonestidad) parecen irlos obnubilando, desdibujando y alejando de las expectativas populares.
 
Ojalá este colofón de su discurso llegue al entendimiento de todos los que tienen en sus manos el destino de «esta Patria mía, tan deshilachada, tan pobre, tan saqueada, con tanto político corrupto y con tanto muerto regado por su territorio» y que «el México de hoy, con la alegría y la esperanza… logre afianzarse en la libertad, la igualdad y la justicia».
 

Y así empezamos el año19 de este siglo XXI.
 
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