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Columnas y artículos de opinión
A salto de mata
El Gran Hermano «campesino»
Gino Raúl De Gasperín Gasperín
1 de julio de 2021
alcalorpolitico.com
Sin ser partidario de las teorías de las grandes conspiraciones con las que se busca explicar de manera un tanto simplista, espeluznante y alarmista ciertos acontecimientos que afectan nuestras vidas, como las atribuida a los judíos y ahora a los chinos, sin duda que esta entrada a los tiempos de la postpandemia covítica nos trae a reflexión un efecto de la misma que nos debe preocupar porque en ello nos va salud y vida.
 
Desde que el mentado virus y su manipulación por gobiernos que, en lugar de bieninformar, prevenir, atender y resolver oportunamente su arribazón sobre nuestros pueblos, se enfrascaron en guerras políticas insulsas y estúpidas, nos obligaron a estar ya más de año y medio enclaustrados, ha crecido y proliferado un sistema de mercadeo muy sui generis: la compra cibernética y el reparto a domicilio. Y paralelo a este, que sin duda remedió y sigue remediando en parte la necesidad de adquirir bienes y productos desde el hogar, grandes corporaciones internacionales aprovecharon para extender sus brazos para adueñarse de este nuevo sistema de mercadeo y controlar alimentación, vida y salud.
 
Es obvio que la inteligencia artificial y la tecnología vía internet han traído enormes beneficios. Han simplificado muchísimos procedimientos que son engorrosos y que, además de hacer perder el tiempo en trámites y salas de espera, hacen de la burocracia una auténtica pesadilla. Muchos procesos se hicieron más simples y expeditos gracias al pavor a los contagios en oficinas, negocios, bancos, etc. Pero también se ocasionaron severos daños a pequeños y medianos comercios y empresas. Algunos hallaron remedio, al menos el indispensable para sobrevivir, recurriendo al servicio a domicilio. Esto, sin duda, es de aplaudirse. Pero, paralelamente, abrió el campo a las especulaciones y ambiciones de grandes corporativos que extendieron sus tentáculos peligrosamente, con consecuencias que apenas empezamos a ver y padecer.
 

En especial, recientemente grandes empresas que se dedicaban solo a fabricar insecticidas, fertilizantes, agroquímicos en general destinados al campo productivo, y alimentos y medicinas a ganaderos, avicultores, porcicultores, etc., ahora se enfocan a «educar» vía internet a todos estos productores, creando grupos o abriendo sus «portales» para asesorarlos en la manera de seleccionar sus insumos: semillas, fertilizantes, alimentos, etc.
 
Todo parecía movido por la intención de ayudar a producir mejores alimentos. Pero... la aparente buena intención de estos corporativos trasnacionales ha ido dejando ver otra realidad menos agradable.
 
Así como la visita a un negocio o el simple acceso a un portal son aprovechados por algunas empresas cibernéticas para apropiarse de información del usuario y después venderla al mejor postor, así los datos que aportan agricultores, ganaderos y demás productores de alimentos en sus consultas y visitas a esos «generosos» portales o grupos han sido utilizados por esas empresas para ser servidos en bandeja de plata a aquellos corporativos trasnacionales, que han extendido sus redes comerciales a la adquisición de supermercados y a la venta de comestibles en línea y de esa manera apropiarse de la alimentación (y salud) de millones y millones de consumidores. «El problema para quienes entran a estas plataformas no es solamente que no les da de comer, sino también que otros agricultores y campesinos han caído en la misma trampa y la extracción de datos de todo su territorio alimenta una nube gigantesca, que provee a las corporaciones de extensos mapas y nuevas formas de controlar el campo y la alimentación» señala Silvia Riberto («Jack y los frijoles digitales», La Jornada /22/05/2021).
 

El tema es digno de atención y preocupación y debe ser apreciado en su justa dimensión por todos, especialmente por los gobiernos que tienen la obligación de velar por el bien común y particularmente por la alimentación.
 
«El sistema alimentario está lleno de cosas que se pueden convertir en “datos”: ADN en las semillas, datos de agua y suelo en las granjas, datos sobre el traslado de productos básicos del campo a la fábrica y a la mesa y, por supuesto, todas las ventas de comestibles y los datos del consumidor», explica el video «El Gran Hermano llega al campo: asalto digital a la alimentación», que se encuentra en este sitio: (https://tinyurl.com/26wmvyxr).
 
Llama poderosamente la atención que muchos gobernantes, enfrascados en sus luchas de poder y sus ambiciones políticas personales, simplemente ignoran o soslayan este problema que, este sí, está destruyendo vidas, más allá de una epidemia que surgió de mentes perversas.
 

De nada sirve repartir dádivas sospechosas a los productores u obligar a pegar sellos y etiquetas (que valen un comino) en ciertos productos, si el verdadero problema está en la apropiación de información, de datos que son vitales, puesto que son utilizados para el control, manipulación, uso y abuso con afanes acaparadores y lucrativos de esas empresas.
 
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